Cuando pensamos en la vulnerabilidad no podemos evitar asociar este concepto con algo negativo. Es una tendencia perfectamente lógica si nos acercamos a la raíz etimológica de este término que significa, por una parte herida (vulnus) y por otra, posibilidad (abilis). Es decir, la posibilidad de resultar heridos. Sin embargo, ¿qué sucedería si nos quedásemos tan solo con una parte de su significado? ¿Qué asociación mental realizaríamos con la palabra posibilidad? De seguro es positiva.
Pues bien, el hecho de que seamos personas vulnerables no es tan negativo como podríamos pensar sino que tiene algunos aspectos positivos. En primer lugar, está demostrado científicamente que las personas que contraen enfermedades contagiosas (como las de transmisión sexual) son aquellas que se sienten menos vulnerables. Esto se explica debido a que nuestra escasa percepción de nuestra propia vulnerabilidad, nos hace asumir comportamientos de riesgo. Al contrario, si asumimos que tenemos tantas probabilidades de enfermar como cualquier otra persona, probablemente tomaremos todas las medidas necesarias para protegernos.
Un refrán popular afirma que “no sabemos lo que tenemos hasta que no lo perdemos” y la vulnerabilidad vendría siendo una sensación que nos permite apreciar en el aquí y ahora todo lo que poseemos. Es decir, saber que somos vulnerables a algo (sin importar de qué se trate) nos ayudará a valorar mucho más nuestro presente y a vivir de forma más plena cada instante. Si asumimos que somos personas vulnerables (y realmente lo somos tanto que nos asustaríamos si tan solo consideráramos una pequeña parte de los riesgos que corremos en el día a día) podríamos aprender que el “aquí y el ahora” es todo lo que tenemos para ser felices.
De la misma forma, la vulnerabilidad, más que un estado que debe esconderse ante una sociedad que a través de los siglos nos ha inculcado que debemos ser “fuertes” y no demostrar nuestras “debilidades”, podría convertirse en una sensación que nos une como seres humanos. De hecho, se conoce que en las comunidades donde las personas se muestran más vulnerables existe una mayor grado de cohesión ya que todos sus miembros saben que necesitan uno del otro. Así, la vulnerabilidad no es un estado que se deba ocultar a rajatabla sino que nos puede ayudar a conectar con otros seres humanos.
En ocasiones nos dejamos llevar demasiado por el tipo de pensamiento que nos ha inculcado la sociedad. Tanto es así que ni siquiera nos cuestionamos si existe otra forma de comprender los fenómenos que nos rodean. Los aceptamos tal cual y listo. Sin embargo, el abanico de potencialidades es infinito y está en nuestras manos asumir una faceta u otra.
Natalia :) dice
Tienes razón, a veces es mejor ser un poco vulnerable para no tener que comprobar que no sabias lo que tenias hasta que lo perdiste. Pero a a veces, vivir con la angustia de no saber en que momento puedes perder todo, te impide vivir los instantes al máximo, como has dicho..
Jennifer Delgado Suarez dice
Natalia,
La vida está llena de aparentes "contrasentidos". Tenemos que aprender a lidiar con ellos y encontrar un punto medio, esta es la clave del bienestar psicológico.
oscar w dice
NO creo que se entienda "vulnerabilidad" como una emoción. En eso reside la incapacidad de aprehender el concepto. Se la utiliza como "adjetivo calificativo" y el proceso de valoración subjetiva, es transformado por el acercamiento dislocado del tema. Quizá pensar en "vulnerable" como "el que se deja llevar", nos acerque mas al concepto… luego el éxito o el fracaso del momento se deberá a quien ¿elegimos? para que nos lleve pero no en la vulnerabilidad.
Salut
ows
Jennifer Delgado Suarez dice
Oscar,
Etimológicamente hablando, la vulnerabilidad es la posibilidad de ser heridos, lo cual implica cierto nivel de indefensión.
Nos asusta pensar en ello y reaccionamos intentando protegernos lo mejor que podemos pero el miedo de base permanece.
Lo que propongo es aceptar la vulnerabilidad como parte de nuestra humanidad y aprender a valorar sus aspectos positivos.