¡No quiero vivir!
¡La vida no tiene sentido!
Algunas personas han llegado a un punto en el que no pueden más y desean acabar con todo, incluso con su propia vida. A lo largo de la historia, muchos personajes famosos también llegaron a ese punto y truncaron sus vidas, desde Cleopatra y Séneca hasta Hemingway y Alfonsina Storni…
Aunque se hable poco del suicidio porque resulta una realidad incómoda que ha llegado a convertirse en un tabú, la Asociación Americana de Psicología reporta que cada año más de 8 millones de estadounidenses consideran seriamente el suicidio.
A nivel mundial, los intentos de suicidio y los suicidios consumados oscilan entre el 3 y 5% en las personas mayores de 16 años. De hecho, cada día se producen en el mundo de 8 mil a 10 mil intentos de suicidio, de los cuales aproximadamente mil personas logran quitarse la vida. Por tanto, no debe extrañar que el suicidio sea la décima causa de muerte a nivel mundial, según la Organización Mundial de la Salud.
Por supuesto, detrás de esas cifras hay personas. Personas que tienen sus propios problemas, preocupaciones, angustias y sufrimientos. Esas personas necesitan ayuda. De hecho, detrás de la frase “no quiero vivir” en realidad se esconde un llamado de socorro.
Podemos entenderlo mejor con estas estrofas de Benedetti:
Cómo voy a creer/ dijo el fulano
que el universo es una ruina
aunque lo sea
o que la muerte es el silencio
aunque lo sea.
Cómo voy a creer/ dijo el fulano
que la utopía ya no existe
si vos/ mengana dulce
osada/ eterna
si vos/ sos mi utopía.
En primer lugar, el poema nos ubica en la realidad de la vida, esa cruda realidad que golpea a las personas que piensan en el suicidio y que no quieren vivir: el mundo es una ruina y la muerte puede ser una solución “sencilla”, sin más adornos que imbuirse en la inexistencia en la nada, pero…
Existe una utopía, una esperanza, un sentido que nos mantiene vivos, nos motiva a seguir adelante e incluso embellece nuestra visión del mundo. Precisamente esa ilusión es la que han perdido las personas que piensan en el suicidio. Esas personas pierden la motivación y el deseo de vivir, no encuentran alternativas a su estado, más allá del suicidio.
¿Cuáles son las causas que conducen al suicidio?
Las causas del suicidio pueden ser tan variadas como personas existen, pero los desencadenantes más comunes son: la pérdida de un ser querido, la existencia de trastornos psicológicos anteriores como la depresión mayor o el abuso de sustancias y la aparición de problemas vitales para los cuales la persona no encuentra solución.
Esas situaciones vitales sumen a la persona en un bucle del cual no sabe como salir, de manera que la única solución que termina contemplando es el suicidio.
Tener un sentido de la vida muy limitado también es un factor de riesgo. Aquellas personas cuyo motor impulsor es su pareja o su trabajo, cuando se encuentran sin ese aliciente, sienten que el mundo se derrumba y no son capaces de reestructurar su vida para encontrar nuevos sentidos, intereses y motivaciones. Entonces comienza a rondar un intento de solución drástico: el suicidio.
Viktor Frankl, en su maravilloso libro “El hombre en busca de sentido” hacía referencia a que las personas que tenían más posibilidades de sobrevivir en los campos de concentración nazis eran aquellas para las cuales la vida seguía teniendo un sentido, esas personas tenían una razón para vivir y se aferraban a ella. Por eso, la terapia anti-suicidio se enfoca en ayudar a las personas a encontrar esa razón que les permita, no sobrevivir, sino llevar una vida significativa.
No quiero morir, pero tampoco quiero vivir así
En realidad, la mayoría de las personas que contempla el suicidio no quiere acabar con su vida, solo desean que ese malestar termine. Ese “no quiero seguir viviendo” en realidad es la expresión de un conflicto interno. La persona aún está luchando por vivir, pero se resiste a seguir adelante en ese estado. Aún no ha llegado al síndrome presuicidal sino que se encuentra en una etapa de conflicto donde la balanza se puede inclinar en una u otra dirección.
Aunque el suicidio se suele asociar con la depresión, en realidad no es un acto exclusivo de las personas deprimidas o aquellas que sufren otros trastornos psicológicos. De hecho, en muchos casos el sufrimiento de la persona que no quiere vivir no emana de la tristeza y la desesperanza de la depresión sino del aplanamiento afectivo y la anhedonia.
Algunas de las personas que piensan en el suicidio lo hacen motivadas por una profunda sensación de hastío y apatía, un inmenso sentimiento de vacío y soledad que lo cubre todo. Para esas personas, la vida simplemente deja de tener sentido.
Lo que debes saber si estás pensando “no quiero seguir viviendo”
- No estás solo. Busca un amigo, familiar o psicólogo y háblale de lo que sientes. No te guardes las ideas sobre el suicidio porque es probable que sigan creciendo. Todos pasamos por momentos muy complicados y de vez en cuando necesitamos a alguien que nos ayude a ver con claridad.
- Los pensamientos suicidas suelen estar asociados a problemas que pueden resolverse. El hecho de que no se te ocurra ninguna solución, no significa que no existan. A menudo, cuando estamos demasiado imbuidos en los problemas, no somos capaces de ver más allá de nuestras narices. Sin embargo, contarle tu problema a un amigo o un terapeuta podría ayudarte a ampliar tu visión y encontrar soluciones adecuadas.
- Esta crisis es pasajera. Aunque ahora sientas que tu mundo se ha venido abajo y que no hay solución, esa angustia y abatimiento no durarán por siempre. Es probable que te lleves sintiendo mal desde hace mucho tiempo, pero las crisis no son permanentes. Con la ayuda adecuada, solo tendrás que resistir un poco más.
- Los problemas no suelen ser tan graves como parecen a primera vista. Las cosas que ahora te parecen insuperables, desde la pérdida de un ser querido hasta los problemas económicos, con el tiempo irán perdiendo intensidad y serán más controlables. El primer impacto de la adversidad suele ser brutal, pero si desarrollas las habilidades psicológicas adecuadas, esos problemas se irán diluyendo.
- Piensa en las razones para vivir. Las ideas suicidas restringen tu conciencia, haciéndote ver solo lo negativo. Intenta ampliar tu horizonte pensando en las cosas que te han sostenido en los momentos difíciles en el pasado, ya sea tu pareja, familia, hijos, aficiones o proyectos. Intenta recuperar algo que te haga ilusión o busca algo completamente nuevo que pueda animarte.
- Planifica actividades diarias que te gusten. Aunque es difícil, sobre todo cuando todo parece haber perdido el sentido, establecer ciertas rutinas agradables puede ayudarte a salir de ese bucle. Piensa en actividades que puedas disfrutar, escríbelas y ponlas en un lugar visible. Incluye al menos dos actividades diarias de más de media hora cada una y esfuérzate por hacerlas.
Lo más importante es que tengas claro que terminar con la vida no es una solución. La vida merece vivirla, aunque ahora no lo parezca. Y si crees que sufres un peligro inminente, prácticamente en todos los países existen líneas telefónicas de prevención del suicido a las que puedes llamar las 24 horas, cualquier día del año. También puedes acudir al Servicio de Urgencias del Hospital o del Centro de Salud más próximo o llamar a Emergencias.
Fuentes:
Bradvik, L. & Berglund, M. (2009) Repetition and severity of suicide attempts across the life cycle: a comparison by age group between suicide victims and controls with severe depression. BMC Psychiatry, 9(62): 8920.
(2006) Afrontando la realidad del suicidio. Orientaciones para su prevención. Madrid: MSCBS.
Pérez, S. A. (2005) ¿Cómo evitar el suicidio en adolescentes? Futuros, 9 (3).
María Jesús dice
Hace más de tres años, tuve una depresión con intentos suicidas, de la cual creí ke podía vencer. Hace tres años me divorcié. Desde entonces todo lo he hecho mal. Monté un pequeño negocio, el cual me salió mal y a día d hoy pago una cuantiosa deuda. No tengo trabajo y tengo miedo a trabajar. Hace nada, me separé d un chico 10 años mayor ke yo, bebía a escondidas», mentía y pensaba ke podía ayudarle. Hoy me encuentro sola, triste, desilusionada y solo pienso en ke mis padres se vayan d vacaciones para programar con cautela mi suicidio, pues hasta a eso tengo miedo. Realmente siento ke no Kiero seguir en este mundo y si realmente fuese tan fácil morirse, ya no estaría akí. No puedo hablar con nadie, ya no me toman en serio x mis antecedentes», Kiero hacerlo sin enterarme, pero tengo miedo, mucho miedo. Solo sé, ke no Kiero seguir viviendo, no doy feliz, me encuentro fea psicológica y físicamente, no me valoro, hace poko discutí con una hermana y no veo a mis ahijados, sus hijos. He bebido, tomado drogas y solo me sirvió para equivocarme más. Cuantas veces le digo a Dios, ke se acuerde d mi. Yo lo Kiero y otros se van sin kererlo. No se, para ke les escribo esto. Pero necesitaba hacerlo. Gracias.
Jennifer Delgado dice
María Jesús,
A veces simplemente necesitamos expresar lo que sentimos y que alguien esté dispuesto a escucharnos. Sacar de dentro esas emociones puede ser catártico.
Todos atravesamos periodos complicados en los que tenemos ganas de tirar la toalla. Te recomiendo que busques ayuda especializada, un psicólogo puede ayudarte mucho. En algunos países también existen líneas de prevención del suicido que brindan asesoramiento gratuito.
Piensa en tus emociones como en unas gafas. Pueden hacerte ver que todo es gris, pero no tiene por qué ser necesariamente así siempre. Un psicólogo te ayudará a quitarte esas gafas.
Giorgio dice
La verdad es que hace tiempo que recorre la idea de irme de esta vida. Hay ciertas cosas que no ayudan como el no querer vivir más y el empezar a estar cansado de este sentimiento. El mundo está hecho supuestamente de personas que viven, si es así, no veo una clara manera de ayudarnos a los que no queremos seguir. Es difícil pensar en conseguir ayuda, uno tampoco desea dañar o hacer sufrir a los que ama. Algunos vivimos en lugares como la mayoría del mundo, donde no está regulada la asistencia de manera adecuada, entonces no podemos tomarnos una pausa para nosotros mismos, sólo porque el modelo no nos permite, Si me tienen que internar para mejorar, debo dejar de trabajar y me quedo sin ingresos, lo que me destina a estar peor. Ya no sé qué hacer, ni a dónde acudir para encontrar absoluto anonimato,
Jennifer Delgado dice
Hola Giorgio,
No siempre es necesario internarse. En muchos países existen líneas de ayuda para la prevención del suicido que brindan asesoría gratuita.
Comprendo que hay etapas en las que todo carece de sentido, un psicólogo podrá ayudarte a mirar con mayor claridad y encontrar nuevas razones para vivir.
Z dice
En mi país no hay líneas de ayuda… ni modo pero si ayudó mucho tod esto
Jennifer Delgado dice
Hola,
Siento que no tengas disponibles líneas de ayuda. En cualquier caso, siempre es conveniente hablar con un psicólogo, podrá ayudarte muchísimo.
La trampa de la depresión es que te hace ver todo gris, pero hay salida. Es importante ser consciente de eso.
yessica dice
hola tengo 19 años y desde los 15 tengo pensamientos suicidas, ya no le encuentro sentido a la vida, y la unica razon por la que estoy con vida es por mi familia porque me pongo a pensar y no puedo causarles tanto dolor pero a la vez siento que es muy injusto para mi porque siempre tengo que pensar en los demas pero no en mi, una vez no me importo y lo hice me tome unas pastillas para acabar con todo pero no funciono y nadie se entero. Estoy harta quieroirme por favor, quiero irme necesito irme…
Jennifer Delgado dice
Hola Yessica,
Lo siento muchísimo y entiendo esa sensación.
A veces parece que no hay otra opción, pero la hay. Con la ayuda adecuada muchísimas personas han logrado superar esa etapa.
En España está habilitada la línea telefónica 024. Otros países tienen iniciativas similares para brindarte apoyo y orientación. Llama. Acude a un psicólogo, habla sobre lo que sientes con alguien cercano.
Encerrarse en el bucle de la mente es peor porque te arrastra a pensar que no hay más solución.
Ya has dado el primer paso que es hablar de ello aquí, da el siguiente y pide ayuda a un profesional. Fuerza!