El empoderamiento infantil es importante y necesario. Esta estrategia de crianza positiva fomenta la independencia y confianza en uno mismo, ayudando a los niños a defenderse cuando sea necesario y brindándoles la seguridad necesaria para afrontar los retos que irán encontrando. Sin embargo, cuando se aplica de forma incorrecta o excesiva, puede tener consecuencias muy negativas.
La cultura del empoderamiento personal que se ha expandido indiscriminada e irreflexivamente en los últimos años puede haber traspasado los límites, hasta el punto de generar más efectos adversos que beneficios, sobre todo en la etapa infantil.
El error de base del empoderamiento infantil actual
El empoderamiento hace referencia a un proceso mediante el cual fortalecemos nuestras capacidades, confianza, visión y protagonismo como grupo social para impulsar cambios positivos de los contextos en los que nos desenvolvemos. De hecho, este concepto proviene del ámbito comunitario, partiendo de la idea de que las personas no son sujetos pasivos que necesitan ser defendidos por entes externos, sino que son capaces de tomar el control de sus vidas.
Sin embargo, los niños no tienen la madurez psicológica suficiente para tomar el control de sus vidas, por lo que el empoderamiento infantil en realidad debería ser un proceso de preparación para que vayan asumiendo cada vez más responsabilidades y desarrollen las habilidades necesarias para ir convirtiéndose en artífices de sus decisiones. Si no permitimos que nuestro hijo de 3 años atraviese solo una calle, ¿por qué permitimos que dicte las normas en el hogar con tan solo 5 años?
Cuando los padres – y la sociedad – empoderan inadecuadamente a los niños, estos comienzan a percibirse a sí mismos como iguales en la toma de decisiones, lo que suele generar un sentimiento de tener derecho a todo. Es probable que quieran salirse siempre con la suya y dictar las reglas en el hogar, desafiando la autoridad paterna, que es esencial para proporcionar unos límites adecuados y una red de seguridad. De hecho, los niños necesitan unos límites claros para sentirse seguros y dar sentido a su mundo.
Empoderar no es solo dar poder para decidir, sino también educar para asumir las responsabilidades por las consecuencias de esas decisiones. Si los padres dan a sus hijos demasiado poder, liberándolos de las responsabilidades que ello conlleva, estos desarrollarán expectativas poco realistas sobre sus capacidades y derechos, lo que acabará produciendo dificultades para aceptar las reglas y generará luchas de poder, frustración y probablemente conflictos en las relaciones interpersonales.
El empoderamiento infantil inadecuado suele tener un efecto dominó a lo largo de la vida, por lo que más tarde se manifestará en el colegio y otros entornos sociales. Cuando se aplica mal, esos niños tendrán dificultades para aceptar los límites que establecen los profesores y es probable que crean que tienen más derechos de sus compañeros. No es casual que un estudio realizado en la Universidad de Radboud revelara que empoderar incorrectamente a los niños puede causar problemas de conducta.
A la larga, el empoderamiento infantil excesivo no prepara a los niños para la vida adulta. Al contrario, crea el caldo de cultivo para el engreimiento. También afecta su capacidad para lidiar con los contratiempos, las reglas y las situaciones que escapen de su control, de manera que no aprenderán a afrontar la frustración y la decepción de manera asertiva y madura.
Las 5 reglas para empoderar a los niños sin convertirlos en unos engreídos
Los derechos infantiles no son objeto de discusión. Tampoco lo es el hecho de que sea necesario empoderar a los niños. Un pequeño o una pequeña que no desarrolla su autonomía y capacidad para decidir suele convertirse en alguien vulnerable a nivel personal y social, que no es capaz de defender y hacer valer sus derechos.
Sin embargo, cuando el empoderamiento infantil no se compensa con otros valores, como la justicia o la humildad, puede producir resultados muy negativos que se alejan de lo que deseamos: un niño que se cree con derecho a todo que luego se convierte en un adulto que espera tener derecho a todo sin asumir responsabilidades por nada.
Como todo en la vida, la clave radica en el equilibrio, por lo que los padres que quieran empoderar a sus hijos deberían comenzar por:
- Establecer límites claros. Hay que delimitar unas reglas que mantengan a los niños seguros y garanticen la convivencia familiar. Esas normas deben ser pocas, pero sensatas, de manera que proporcionen una guía y estructura en la que el niño pueda explorar con seguridad y comprenda, al mismo tiempo, que en la sociedad existen leyes y normas que se deben cumplir para garantizar la armonía de todos.
- Fomentar la independencia según el nivel de madurez. Permitir que los niños vayan tomando sus decisiones, siempre dentro de los límites establecidos, y acorde al nivel de desarrollo emocional y cognitivo que demuestren. Es importante que los niños perciban que van ganando control y autonomía sobre sus vidas, pero siempre dentro de un marco de seguridad delimitado por su capacidad para entender plenamente las consecuencias de sus acciones.
- Desarrollar el sentido de responsabilidad. Los niños deben comprender que la autonomía y la libertad de decisión conllevan una responsabilidad. Si elige un juguete, luego no podrá comprar otro. Si le ha pegado a otro niño, tendrá que disculparse. El empoderamiento va aparejado a la madurez para reconocer los errores y subsanarlos. Cuando no se produce ese acoplamiento, empoderar se convierte en un acto de mero engreimiento.
- Dejar que se equivoquen. Empoderar a los niños no es inflar su autoestima para que se crean pequeños Superman o Superwoman, sino enseñarles a ser fuertes a pesar de todo. Y para ello, es necesario que se caigan y aprendan a levantarse. Tienen que tener la posibilidad de equivocarse, olvidar los deberes, suspender un examen… Así tendrán la posibilidad de experimentar esas emociones negativas y desarrollar los recursos para afrontarlas. Eso es lo que les dará una confianza a prueba de balas en el futuro.
- Hacerle comprender que todos tienen derechos. Es necesario que los padres entiendan que el empoderamiento infantil no versa sobre complacer todas las demandas de su hijo o de hacerle creer que tiene derecho a todo, sino de ayudarle a satisfacer esas demandas de una manera más adecuada en el respeto a los demás. Los niños deben saber que su libertad termina donde comienza la libertad del otro.
En resumen, es fundamental enseñar a los pequeños a defender sus derechos y ser autónomos, pero también deben comprender que existen reglas y normas que hay que cumplir por el bien de todos. El verdadero empoderamiento no consiste en pensar que tenemos más derechos, sino en ganar seguridad personal para tomar mejores decisiones – para nosotros y para todos los que nos rodean.
Referencias Bibliográficas:
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