
En 1975, solo el 2% de los juguetes en el catálogo de Sears estaban destinados específicamente a niños o niñas. Sin embargo, en la actualidad, cuando vamos a comprar regalos infantiles, casi todo está codificado por colores: las princesas están rodeadas de rosa y las musculosas figuras de acción de tonos azules. Por consiguiente, no es extraño que uno de cada tres adultos regale juguetes basados en estereotipos de género.
Sin embargo, incluso las princesas al estilo Barbie, que hoy son omnipresentes en la sección de juguetes para las niñas y que, dicho de paso generaron cierto descontento en los padres por su apariencia y fue uno de los primeros juguetes en desplegar una estrategia de mercado basada en la publicidad televisiva, eran extremadamente raras antes de la década de 1970.
Como resultado, hoy por hoy la comercialización de los juguetes está mucho más enfocada en el género que hace medio siglo, cuando la discriminación de género y el sexismo eran la norma en la sociedad, según indicó la socióloga Elizabeth Sweet. Curioso, ¿no?
¿Por qué debería importarnos que los juguetes se comercialicen por género?
Muchas personas piensan que, si siempre se ha hecho así, si el rosa es de niñas y el azul de niños, ¿por qué necesitamos cambiar?
Sin embargo, no siempre se ha hecho así. E incluso suponiendo que esas marcadas diferencias de género siempre hayan existido, no es una razón de peso para mantenerlas. Los estudios nos dicen que cuando damos a nuestros hijos unos juguetes que se amoldan a los estereotipos de género, estamos limitando las habilidades que pueden aprender en el futuro y, sobre todo, sus intereses.
Una investigación realizada en el Rhodes College reveló que los niños son más propensos a jugar con juguetes que desarrollan la inteligencia espacial. Por tanto, no debe sorprendernos que luego las niñas puntúen más bajo en pruebas de inteligencia espacial. En cambio, los juguetes comercializados para niñas, como los peluches, muñecas o cocinitas, fomentan la comunicación y la empatía, de manera que no es extraño que luego terminen desarrollando más estas habilidades que la mayoría de los varones.
Otro estudio realizado en la Universidad Estatal de Oregón incluso comprobó que los juguetes que replican los estereotipos de género influyen en las cogniciones profesionales de niños de apenas 4 a 7 años. Estos investigadores constataron que las niñas que jugaban con barbies indicaron menos opciones de carrera en el futuro para sí mismas, en comparación con los niños y las niñas que jugaron con la Sra. Potato Head.
Por lo tanto, los juguetes con los que los niños prefieren jugar son importantes para su desarrollo general. No solo van dando forma a su concepción de la sociedad, sino que pueden limitar sus potencialidades o, al contrario, expandirlas. Dejar que los niños elijan los juguetes que más les interesan, sin restringir las opciones por el género, les permite explorar un universo más amplio y encontrarse a sí mismos, más allá de los rígidos roles que pretende imponer el mundo adulto.
No siempre las muñecas fueron para las niñas y los camiones para los niños
Los juguetes para niñas de la década de 1920 a la de 1960 se centraron en gran medida en el ámbito doméstico y la crianza. Dichos juguetes estaban claramente diseñados para preparar a las niñas para llevar una vida de ama de casa y encargarse de las tareas domésticas. En cambio, los juguetes de esa época para los niños se enfocaban en prepararlos para insertarse en el mundo del trabajo que les presentaba la economía industrial.
De hecho, no podemos olvidar que el juego y los juguetes son un vehículo para ir preparando a los niños para su vida adulta, de manera que puedan ir adquiriendo las habilidades que les permitan responder a las demandas concretas de la sociedad.
Sin embargo, los anuncios de juguetes por género disminuyeron notablemente a principios de la década de 1970, cuando un mayor número de mujeres entró a formar parte de la fuerza laboral, coincidiendo además con el empuje del movimiento feminista. Como resultado, en los anuncios del catálogo de Sears de 1975, menos del 2% de los juguetes se comercializaban explícitamente para niños o niñas. De hecho, en esa época se comenzaron a desafiar activamente los estereotipos de género en la publicidad de juguetes.

Luego se produjo un fenómeno contradictorio: aunque la desigualdad de género en el mundo de los adultos siguió disminuyendo, la desregulación de la programación televisiva infantil en 1984 en Estados Unidos hizo que los fabricantes de juguetes comenzaran a diferenciar cada vez más los anuncios y los juguetes que publicitaban. Durante la década de 1980, la publicidad neutral de los juguetes para la igualdad de género retrocedió y en 1995, los juguetes divididos por género constituían aproximadamente la mitad de las ofertas del catálogo de Sears.
Un estudio sociológico realizado hace tan solo una década, en 2012, reveló que todos los juguetes que se vendían en el sitio web de Disney Store estaban catalogados explícitamente como “para niños” o “para niñas”. No había ninguna opción que escapase a esta férrea diferenciación, aunque era obvio que existían juguetes neutrales en ambas listas. En la actualidad, Disney ha corregido su catálogo y ya no clasifica sus juguetes por género.
Esta semana, el nuevo código de autorregulación de la publicidad de juguetes en España se ha propuesto terminar con la idea de que los juguetes tienen género. Un sector de la sociedad pone el grito en el cielo cuando se intenta cambiar el statu quo en los juguetes afirmando que la neutralidad de género convertiría a los niños en autómatas andróginos que solo pueden jugar con aburridos objetos de color canela.
Sin embargo, tal y como demuestra la brillante paleta de colores y la diversidad de juguetes que existía en los años 1970, separarlos del género en realidad amplía las opciones disponibles para los niños. Abre la posibilidad de que puedan explorar y desarrollar sus intereses y habilidades, sin las férreas restricciones que imponen los estereotipos de género. Y en última instancia, ¿no es eso lo que queremos para nuestros hijos? Que sean más libres para elegir su camino.
Fuentes:
Spinner, L. et. Al. (2018) Peer Toy Play as a Gateway to Children’s Gender Flexibility: The Effect of (Counter)Stereotypic Portrayals of Peers in Children’s Magazines. Sex Roles; 79(5): 314–328.
Jirout, J. J. & Newcombe: N. S. (2015) Building blocks for developing spatial skills: evidence from a large, representative U.S. sample. Psychol Sci; 26(3): 302-310.
Sherman, A. M. & Zubriggen, E. L. (2014) “Boys Can Be Anything”: Effect of Barbie Play on Girls’ Career Cognitions. Sex Roles; 70: 195–208.
Sweet, E. (2014) Toys Are More Divided by Gender Now Than They Were 50 Years Ago. En: The Atlantic.
Auster, C. J. & Mansbach, C. S. (2012) The Gender Marketing of Toys: An Analysis of Color and Type of Toy on the Disney Store Website. Sex Roles; 67: 375–388.
Wagner, A. (2002) Analysis of Gender Identity Through Doll and Action Figure Politics in Art Education. Studies in Art Education; 43(3): 246-263.
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