Ya me he referido en el artículo La Psicología de la Bolsa a la importancia del conocimiento de la psiquis humana para comprender el funcionamiento del mercado bursátil. Por eso no es de extrañar que algún que otro psicólogo, en su afán etiquetador o clasificador, haya hecho referencia a diferentes tipologías o formas de operar en la bolsa.
En los EUA no son pocos los psicólogos que se dedican al «conductismo financiero», hay incluso quienes aseveran que la bolsa está más determinada por la Psicología que por el propio movimiento económico. Como consecuencia de los estudios realizados en este campo, Hollis asevera que el comportamiento de los hombres en la bolsa se puede comprender a partir de grandes «secretos» o creencias que están altamente arraigadas en su interior:
1. Papeles rígidos. Muchos hombres intentan cumplir las expectativas que para ellos ha establecido el medio cultural en el cual se desenvuelve. Su esposa, padres, hijos, amigos, colegas de trabajo… le asignan un rol determinado que el hombre se esfuerza por asumir y desarrollar de la mejor manera posible, teniendo como consecuencia que la aparición de un resentimiento interior que se manifiestan también en el momento de invertir en la bolsa.
2. Miedos y paranoias. Los hombres, como todos, tienen sus propios miedos, creencias irracionales… pero les resulta particularmente difícil asumirlos por lo cual, asumiendo su papel social de «hombre fuerte» termina por asumir riesgos innecesarios en la bolsa.
En resumen, este psicólogo asevera que los hombres asumen tantos riesgos en la bolsa porque se espera socialmente que se comporten como personas que no temen a las pérdidas. Son creencias que, desde un nivel no consciente, estarían determinando el comportamiento y las decisiones económicas de los hombres.
No obstante, no todas las opiniones son idénticas. Schott, un psiquiatra norteamericano afirma que independientemente de la determinación social y de que existan factores comunes a todos los hombres, se pueden encontrar determinadas tipologías del inversor de bolsa.
– El que juega fuerte: realiza las inversiones para impresionar, usualmente con fuertes apuestas en los valores más codiciados. Usualmente llega a elevados puntos de excitación y logra una gran identificación con las acciones porque lo que está en juego no es sólo su dinero sino su autoestima y su reputación. Como tiene que ganar siempre y esta es una regla que normalmente no se cumple, termina por ocultar sus pérdidas.
– El operador impulsivo: sus decisiones se basan en las emociones y en su optimismo, muchas veces irracional. No tiene en cuenta los datos objetivos y se decide por instinto.
– El más inteligente: «como soy más listo que los demás podré batir el mercado». Este es el tipo de pensamiento que dirige a estos hombres. Aman la emoción del juego e incluso las pérdidas les estimulan y les motivan a seguir jugando porque están convencidos de que la siguiente inversión les traerá un gran beneficio.
– El señor angustias: estos hombres dan cien mil vueltas a cada decisión que deben tomar. Es una persona altamente indecisa por lo cual es mejor que no opere en bolsa porque su ansiedad solo genera unas pobres rentabilidades, precisamente aquellas que pretende evitar de forma desesperada.
– El temeroso: sabe que entrar en el mercado es necesario para tener una jubilación decente pero no confía en la bolsa y tiende a ser exageradamente conservador en sus inversiones. Así, las ganancias que obtiene también son muy discretas.
– El ganador inesperado: es la figura clásica de la persona que ha ganado una suma inesperada, aquel que ha tenido lo que todos conocemos como «la suerte del principiante» y a partir de este momento comienza a experimentar una serie de sentimientos contradictorios que le anulan toda racionalidad para invertir.
Por otra parte Odean y Barber, dos investigadores en el campo de la Psicología de la Bolsa, aseguran que las mujeres son mejores inversoras que los hombres porque estos son demasiado activos y las operaciones constantes les provocan pérdidas. Las mujeres, al contrario, tienen más paciencia y soportan mejor las pérdidas lo cual les proporciona mejores resultados en el mercado. Esta idea está sustentada por un estudio realizad entre los años 1991 y 1996 en los EUA donde se llegó a la conclusión, después de analizar 78 mil cuentas de valores que los inversores pasivos obtenían un mayor rendimiento sobre sus inversiones que aquellos que cambiaban habitualmente de valores, un 18% de los inversores pasivos sobre un 11% de los inversores activos.
No obstante, esta es la teoría porque en la actualidad la bolsa está repleta de personas que especulan con las acciones operando incluso varias veces al día y generando altas comisiones para las agencias de valores.
Fuentes:
(2006, Julio) ‘Macho man’ en la bolsa: los seis tipos de inversores, según la psicología masculina. En: El Economista.
(199, Junio) Money Fears? Get a Money Therapist! En: The Wall Street Journal.
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