La terapia cognitivo-conductual suele centrarse en los pensamientos y considera que estos se encuentran separados de las sensaciones. El pensamiento a menudo es una idea, como por ejemplo: “hoy me siento fatal”, mientras que las sensaciones es lo que experimentamos, la percepción del decaimiento o la tristeza, notar que caminamos con mayor lentitud o que pensamos con menos rapidez.
Sin embargo, ahora un estudio realizado en la Universidad de Hamburgo afirma que la línea entre pensamientos y sensaciones podría no estar tan bien delimitada como creíamos. De hecho, a raíz de esta investigación se ha podido apreciar que los pensamientos negativos a menudo vienen acompañados de sensaciones que refuerzan esas ideas.
La relación entre pensamientos negativos y sensaciones
Para llegar a estas conclusiones reclutaron a 356 personas que padecían depresión media o moderada, los cuales debían responder un cuestionario donde se indagaba en sus pensamientos y sensaciones. Por ejemplo, se les preguntaba si esa “voz interior” tenía realmente voz o si pensar en una catástrofe incitaba imágenes vívidas de esta.
Asombrosamente, el 57% de las personas reportaron pensamientos depresivos con propiedades sensoriales. El 40% de los encuestados afirmaban que estas sensaciones eran corporales, el 31% indicaban que eran auditivas y el 27% que eran visuales. La mayoría de las experiencias sensoriales fueron catalogadas de intensidad moderada pero los investigadores apreciaron que mientras más intensa era la conexión entre pensamientos y sensaciones, más severo era el cuadro depresivo.
Se trata de un resultado importante, sobre todo para aquellos psicólogos que suelen enfrentar la depresión y otros trastornos focalizándose solo en los pensamientos. Desde esta nueva perspectiva, sería importante hacer hincapié en las sensaciones de la persona e incluso en su intensidad ya que estos factores podrían tomarse como un indicador de la severidad del caso.
Fuente:
Moritz, S. et. Al. (2014) Beyond words: Sensory properties of depressive thoughts. Cognition and Emotion; 28(6):1047-56.
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