
¿En alguna ocasión se han preguntado cómo nuestra mente procesa las imágenes invertidas? Los especialistas en Psicología Cognitiva si se han presentado esta problemática y afirman que nuestra mente rota las imágenes hasta ponerlas en su posición habitual.
Esta idea fue demostrada en el año 1971, cuando los investigadores de la Universidad de Stanford Shepard y Metzler realizaron la primera descripción del proceso psicológico de la rotación mental. En el experimento en cuestión se le presentaron a los participantes pares de figuras tridimensionales con diferentes orientaciones y se les pidió que indicaran si ambas figuras eran idénticas o si eran una imagen espejo.
Los resultados fueron muy curiosos: 1. se apreció una correlación positiva entre el tiempo que era necesario para responder y el ángulo de rotación de la imagen (es decir, mientras más inclinadas se hallaban las figuras, más difícil le resultaba a las personas poder compararlas y brindar una respuesta) y, 2. el tiempo no se acortaba si se procedía a una rotación rígida de una de las imagenes de dos dimensiones en su propio plano (lo cual indica que no importa el eje sobre el cual el objeto sea rotado sino el grado de rotación en sí mismo).
En ese momento la única explicación que se halló para el fenómeno fue que, para que podamos dilucidar si dos imágenes rotadas son iguales o no, debemos proceder a girar las mismas hasta llegar a colocarlas en su posición «normal». Evidentemente, la lógica nos dice que mientras más debemos rotar la imagen, mayor tiempo nos llevará tomar una decisión ya que será un proceso más complejo.
En este punto se asumió que el proceso de rotación mental sigue inexorablemente algunos pasos:
– Crear una imagen mental del objeto en cuestión
– Rotar el objeto mentalmente hasta que pueda realizarse la comparación
– Realizar la comparación
– Decidir si los objetos son idénticos o no
Como puede presuponerse, a partir de este experimento pionero sobre la rotación mental de las imágenes otros tantos le han sucedido. Así, en la década de los ’80 surgió el concepto de «Imaginería Mental» para hacer referencia a la habilidad para manipular mentalmente las figuras.
Actualmente se conoce que la rotación de las imágenes provoca un efecto observable: incrementa el tiempo en que la persona puede dar una respuesta pero también provoca un efecto no apreciable para el ojo humano pero que puede medirse a través de el potencial cerebral evocado (los potenciales cerebrales evocados son una técnica neurofisiológica que registra las respuestas del cerebro ante estímulos sensitivos; que pueden ser visuales, auditivos o táctiles).
De esta manera, cuando las personas han sido sometidas a tareas donde deben realizar una rotación mental de los objetos, se ha apreciado una actividad cerebral en la región parietal (aquella que está estrechamente vinculada con el posicionamiento espacial). La onda que se provoca se conoce con el nombre de «Negatividad Relacionada con la Rotación» y su voltaje aumenta la negatividad en la misma medida en que aumenta el ángulo de rotación. Así, esta onda es de gran ayuda para los neurocientíficos en aras de evaluar la cantidad de rotación mental que es necesaria para recolocar el objeto en una posición vertical.
No obstante, ya sabemos que en cuestiones psicológicas nada es lineal ni simple. Así, un estudio realizado en la década del ’90 también muestra diferencias de género en relación con la rotación de las imágenes. Cuando a las personas que participaron en este experimento se les brindaban orientaciones espaciales, los hombres mostraban un mejor desempeño en comparación con las mujeres. Sin embargo, cuando estas instrucciones no se ofrecían, no se apreciaban diferencias sustanciales. Una posible explicación a este fenómeno es que cuando se brindan orientaciones espaciales se está creando un priming que hace que las mujeres recuerden que socialmente se espera de ellas un desempeño más bajo (no obstante, ésta es sólo una teoría).
Por otra parte, otra investigación aún más interesante sobre la rotación de las imágenes viene de la mano de los investigadores Sharps y Gollin quienes han descubierto que cuando a un grupo de adultos mayores y jóvenes se les pedía que evaluasen rápidamente si pares de imágenes rotadas eran idénticas o no, los aultos mayores cometían más errores pero… cuando se repetía esta prueba sin la presión del tiempo, los adultos mayores mostraban una mayor precisión. Este experimento desmonta algunos esterotipos relacionados con el envejecimiento ya que probablemente la experiencia de los ancianos en cuestiones de imaginería mental puede ayudarles a evaluar con mayor precisión los ángulos de rotación y conformarse una visión más objetiva de la realidad, en comparación con los jóvenes.
Más allá de las diferencias de género y de edad en lo concerniente a la rotación mental también debe puntualizarse que, independientemente del ángulo de rotación de las imágenes, el tiempo para decidir si ésta es similar a otra o no, aumentará si el objeto se presenta en su versión simétrica (espejo). Este tiempo extra se debe a que nuestra mente sigue un orden diverso donde:
1. Rota el objeto en el plano para poder colocarlo en posición vertical
2. Gira el objeto fuera del plano hasta colocarlo en posición normal. Este último giro (que no sería necesario cuando el objeto está colocado ya en la posición normal) sería el responsable del incremento del tiempo de respuesta cuando se muestran objetos simétricos.
Sin lugar a dudas mucho queda por descubrir del cerebro humano y de cómo procesamos la realidad.
Fuentes:
Núñez-Peña, M. I. y Aznar-Casanova, J. A. (2009) Rotación mental: Cómo la mente rota las imágenes hasta colocarlas en su posición normal. Ciencia Cognitiva, 3:2, 58-61.
Sharps, M. J. et. Al. (1994) Spatial cognition and gender Instructional and Stimulus Influences on Mental Image Rotation Performance. Psychology of Woman Quarterly; 18(3): 413-425.
Sharps, M. J. & Gollin, E. S. (1987) Speed and accuracy of mental image rotation in young and elderly adults. Journal of Gerontology; 42(3): 342-344.
Shepard, R. N. & Metzler, J. (1971) Mental rotation of three-dimensional objects. Science; 191 (972): 701-703.
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