El sueño se parece mucho a una cuenta bancaria, es decir, se demanda que exista un saldo mínimo. Puedes pasarte de la raya unos cuantos días pero siempre y cuando al mes siguiente repongas los fondos. Si no lo haces, estarás en problemas.
Básicamente, este es el mecanismo de base de lo que se conoce como la “deuda del sueño”, que no es más que la diferencia entre las horas que nuestro organismo necesita dormir para recuperarse y las que hemos dormido en realidad. Cuando tenemos la cuenta de sueño en números rojos, este le pasa una factura muy elevada a nuestro organismo.
Según algunos especialistas, los minutos y las horas arrancados al sueño terminan acumulándose y provocan diferentes problemas de salud. Llegados a este punto la pregunta es: ¿podemos recuperar la deuda de sueño que hemos contraído o estamos condenados irremisiblemente a pagar sus consecuencias?
El sueño siempre salda sus deudas
Un estudio reciente realizado en la Universidad de Pensilvania ha intentado desvelar cómo influye la falta de sueño en nuestro organismo y desempeño. También se ha preguntado si es posible revertir sus efectos. De hecho, hoy sabemos que la falta de sueño provoca un estado de somnolencia, afecta la atención, aumenta los niveles de estrés y desencadena procesos inflamatorios que, a largo plazo, podrían tener consecuencias mortales.
Los participantes en esta investigación fueron evaluados por primera vez en un laboratorio, durante cuatro noches de sueño de ocho horas. Así se pudo determinar una línea de base que le proporcionó a los investigadores datos sobre los niveles normales de atención, estrés, somnolencia e inflamación.
En un segundo momento los participantes soportaron seis noches de sueño de solo seis horas (lo cual es una media decente para quienes tienen un trabajo exigente, una familia y llevan una vida social activa). A continuación, durmieron 10 horas durante tres noches para reponer el sueño que habían perdido. A lo largo del estudio se evaluó su salud y algunas de sus funciones cognitivas.
El análisis mostró que las seis noches de privación de sueño tenían un efecto negativo en la atención, provocaba somnolencia durante el día y aumentaba los niveles de inflamación (medidos a través de la cantidad de interleucina – 6 en sangre, un marcador de la inflamación de los tejidos en todo el cuerpo).
¿Qué sucedió después?
Según la teoría de la deuda del sueño, los efectos negativos de las primeras seis noches de sueño mínimo se revertirían gracias a las tres últimas noches. De hecho, la somnolencia desapareció y los niveles de IL – 6 también volvieron a los valores basales. Los niveles de cortisol, la hormona vinculada al estrés, la fatiga y la irritabilidad, también mostraron una reducción. Sin embargo, no todo fue color de rosa.
Los niveles de atención de la persona no se recuperaron y la sensación de fatiga continuó estando presente. Esto significa que, aunque desde el punto de vista biológico todo parece indicar que podemos recuperar las horas de sueño perdidas, no volvemos a funcionar de la misma manera desde el punto de vista cognitivo.
Los investigadores no encontraron una explicación para este fenómeno pero quizás la respuesta podría estar en el efecto acumulativo de las toxinas a nivel cerebral ya que se sabe que el sueño tiene un efecto limpiador del sistema nervioso.
Fuente:
Pejovic, S. et. Al. (2013) Effects of recovery sleep after one work week of mild sleep restriction on interleukin-6 and cortisol secretion and daytime sleepiness and performance. American Journal of Physiology – Endocrinology and Metabolism; 305 (7): E890.
*Montse* dice
Me parece que buscaré esa investigación, ya en algunas clases de mi Facultad veíamos que las hora de sueño perdidas no se recuperan, pero creo que es importante estar bien informado de el por qué y cómo es que nos puede llegar a afectar el no tener un horario adecuado de sueño a largo plazo.
Muchas gracias por la información