• Saltar al contenido principal
  • Saltar a la barra lateral principal
  • Saltar al pie de página

Rincón de la Psicología

Blog de Psicología

  • Quién Escribe
  • Libros de Autoayuda
    • Libro de Ansiedad
    • Libro de Depresión
    • Libro de Manipulación
    • Libro Crecimiento Personal
  • Temas de Psicología
  • Publicidad
Inicio » Crecimiento Personal » “Me ofendo, luego existo”, la señal de una baja autoestima

“Me ofendo, luego existo”, la señal de una baja autoestima

Compartir en Facebook Compartir en X (Twitter) Compartir en LinkedIn Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Email
Me ofendo, luego existo

Parece que últimamente basta con decir “buenos días” para que alguien se ofenda. No importa el tono, la intención o el contexto: cualquier palabra puede convertirse en dinamita emocional.

Estamos viviendo en la era de la hipersensibilidad emocional. No cabe duda.

Pero, ¿qué está pasando realmente? ¿Es que la gente se ha vuelto de cristal o hay algo más profundo detrás de tanta ofensa exprés?

Necesito que me aplaudas (para sentir que valgo algo)

Hoy, más que nunca, cada vez más personas construyen su autoestima en función de lo que los demás piensan de ellas. Es lo que se conoce como autoestima contingente. Ya no basta con tener una buena opinión de uno mismo: ahora parece que necesitamos validación externa constante, en formato de “me gusta”, elogios y aprobación.

Cuando esa validación no llega, o peor, aparece una crítica o una disensión (por mínima que sea), se desata el apocalipsis emocional. Así se llega a un punto en el cual un comentario ambiguo, una broma ligera o incluso una mirada neutral desencadenan una reacción desproporcionada.

Y aunque es natural sentirse ofendido ocasionalmente, cuando esto se convierte en la norma, como ocurre con la generación copa de nieve, puede ser una señal de una autoestima extremadamente frágil.

Egos frágiles, ofensas fáciles

Un estudio realizado en la Universidad de Washington reveló que las personas con baja autoestima suelen experimentar las emociones negativas con mayor intensidad, sobre todo las que están relacionadas con la autopercepción, como la vergüenza y el orgullo. Además, les cuesta más recuperarse de su embate.

Esto sugiere que una autoestima baja puede hacer que las personas sean más propensas a sentirse ofendidas, ya que perciben las críticas o comentarios neutrales como ataques personales. De hecho, quienes tienen problemas de autoestima dependen en gran medida de la validación externa para mantener su autoimagen, lo que las vuelve más vulnerables a la ofensa.

Cuando perciben una amenaza – aunque sea mínima – a su imagen, reputación o estatus social, reaccionan de manera exagerada para proteger un frágil sentido de sí mismo. Eso puede generar una hipersensibilidad, haciendo que se ofendan por todo. Y es que cuando no tenemos un “yo” fuerte, cualquier cosa externa puede convertirse en una amenaza.

PARA TI:  Que la decepción te abra los ojos pero no te cierre el corazón

Me ofendo, luego existo

En los últimos tiempos, sentirse ofendido se ha convertido prácticamente en una forma de autoafirmación. Se enarbola y proclama como una manera de mostrar que “tengo límites” o que “me respeto”. Pero muchas veces, más que respeto, lo que se activa es un mecanismo de defensa.

De hecho, otro estudio realizado en la Universitá degli Studi Roma Tre reveló que sentirse ofendido no es tanto un problema de sensibilidad como de autoimagen. En este sentido, no debemos olvidar que la ofensa está profundamente vinculada a emociones autoconscientes como la vergüenza y el orgullo.

La ofensa aparece cuando creemos que alguien está dañando la imagen que tenemos (o queremos proyectar) de nosotros mismos. ¿Y qué pasa cuando esa imagen es frágil? Pues que cualquier cosa la rompe. Es como si llevaras un espejo pegado con cinta adhesiva.

Quien tiene una autoestima sólida no necesita defender cada milímetro de su imagen. Sabe quién es, puede tolerar la crítica e incluso reírse de sí mismo. Pero cuando no te sientes tan seguro por dentro, cualquier cosa que lo ponga en duda se convierte en un ataque ofensivo que genera una reacción defensiva.

La ofensa como escudo de inseguridades

¿Qué ganan las personas que se ofenden por todo? Mucho más de lo que parece. La sensibilidad extrema puede ser, en realidad, una estrategia inconsciente para no tener que enfrentarse a sus inseguridades.

Cuando una persona se siente insegura y tiene una baja autoestima, pero no quiere reconocerlo, ¿qué mejor que culpar al mundo por hacerla sentir mal? Es más fácil decir que los demás la ofendieron que mirar dentro y preguntarse por qué eso le ha afectado tanto.

PARA TI:  Frases célebres de personas famosas

El mecanismo de la ofensa tiene una ventaja: protege del trabajo interno. La persona no tiene que revisar sus heridas, complejos o inseguridades. Simplemente se declara víctima de las palabras, actitudes o el tono de alguien. No tiene que cambiar. El mundo es el que tiene que cambiar.

El problema es que ese patrón se vuelve adictivo. Mientras más se ofende, más justifica su postura de no avanzar, de no revisar nada, de no crecer. Así, algunas personas terminan aferrándose a la ofensa como una especie de mantra que las protege de la introspección. Y empiezan a definirse por lo que las hiere. Dejan de ser “Ana, la que ama leer”, para convertirse en “Ana, la que no soporta que le hablen de cierto tipo de política porque siempre se ofende”.

Construir una autoestima sólida

Sentirse ofendido ocasionalmente es humano, pero cuando se convierte en una constante, puede ser un reflejo de una baja autoestima y un ego extremadamente frágil que tira pelotas fuera una y otra vez.

La clave no está en endurecer la piel, sino en fortalecer el corazón. Una buena autoestima no se construye evitando las críticas, sino aprendiendo a tolerarlas. No se basa en que todo el mundo nos apruebe, sino en saber quiénes somos, aunque los demás no nos aplaudan.

Cuando construimos una autoestima a prueba de balas, ya no necesitamos convertir cada desacuerdo en una ofensa personal. Podemos escuchar sin derrumbarnos. Diferir sin desvalorizarnos. Y lo que es más importante: dejar de vivir a la defensiva.

Referencias Bibliográficas:

Poggi, I. & D’Errico, F. (2017) Feeling Offended: A Blow to Our Image and Our Social Relationships. Front. Psychol.; 8: 10.3389.

Brown, J. D. & Marshall, M. A. (2001) Self-Esteem and Emotion: Some Thoughts about Feelings. Personality and Social Psychology Bulletin; 27(5): 10.1177.

Compartir en Facebook Compartir en X (Twitter) Compartir en LinkedIn Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Email

Jennifer Delgado Suárez

Psicóloga Jennifer Delgado Suárez

Soy psicóloga. Por profesión y vocación. Divulgadora científica a tiempo completo. Agitadora de neuronas y generadora de cambios en mis ratos libres. ¿Quieres saber más sobre mí?

No te pierdas ni un artículo

Al inscribirte a Rincón de la Psicología aceptas nuestra Política de Privacidad. Pero no te preocupes, ¡odio el spam tanto como tú!

Sigue alimentando tus neuronas

Estrés en la menopausia: ¿Por qué se produce y cómo aliviarlo?

Dormir menos nos vuelve más egoístas

Pausas de transición, el hábito que evitará que colapses por estrés

Interacciones con los lectores

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Barra lateral principal

Entradas recientes

  • Estrés en la menopausia: ¿Por qué se produce y cómo aliviarlo?
  • Dormir menos nos vuelve más egoístas
  • Pausas de transición, el hábito que evitará que colapses por estrés
  • Si tienes este tipo de curiosidad, tu cerebro envejecerá mejor
  • ¿Estás poniendo límites o evitando el compromiso emocional?

Footer

Contacto

jennifer@intextos.com

Blog de Psicología

Artículos sobre la salud mental y el crecimiento personal, técnicas psicológicas, estudios sobre el cerebro, trastornos mentales y libros de Psicología para comprender cómo funciona la mente.

Sígueme la pista

  • Facebook
  • Instagram
  • LinkedIn
  • Telegram
  • Twitter

© Copyright 2009-2024 Rincón de la Psicología · Todos los derechos reservados · Política de Cookies · Política de Privacidad · Publicidad