Las emociones son nuestra brújula interior, pero cuando no les prestamos atención y no sabemos gestionarlas pueden descarrilar nuestra vida. Las emociones intensas, tanto aquellas consideradas positivas, como la euforia, o las negativas, como la ira, pueden conducir a decisiones precipitadas y empujarnos a acciones de las que después nos arrepentimos.
A veces, las presiones cotidianas o los golpes de la vida nos ponen contra las cuerdas y perdemos el control. Obviamente, cuando nos sentimos abrumados emocionalmente no solemos mostrar nuestra mejor versión. Podemos estallar, decir cosas hirientes o venirnos abajo.
De hecho, hace una década los psicólogos Robin Stern y Marc Brackett notaron que muchas personas en nuestra sociedad “son adictas a estrategias que les impiden alcanzar sus objetivos”. Muchas veces, aunque sepamos lo que debemos hacer, vamos en sentido contrario.
La falta de conciencia emocional y la incapacidad para regular nuestras emociones conspiran en nuestra contra para sabotear nuestro mejor “yo”. ¿Qué podemos hacer? La clave consiste en aprender algunas estrategias de autorregulación emocional, como el metamomento.
¿Qué es el metamomento?
El metamomento es una herramienta que nos ayuda a presionar el botón de pausa justo en ese instante que transcurre entre un sentimiento desafiante y nuestro primer impulso. Nos ayuda a prolongar el espacio de tiempo entre el estímulo y la reacción para elegir cómo responder.
Es como pisar el freno y salir del tiempo para alcanzar ese espacio imprescindible que nos permite descomprimirnos emocionalmente. Se denomina “meta” porque es un momento de introspección sobre otro momento.
Podemos utilizarlo en esos momentos vitales en los que nos encontramos bajo una fuerte tensión emocional, pero también en nuestro día a día, cuando sentimos que estamos a punto de explotar o venirnos abajo emocionalmente.
En lugar de reaccionar inmediatamente dejándonos a merced de las emociones, el metamomento nos anima a detenernos, respirar y visualizar nuestra mejor versión para elegir, casi “desde fuera” el camino más adecuado para resolver la situación.
¿Cómo aplicar esta técnica psicológica?
La idea es que en vez de reaccionar impulsivamente, corriendo el riesgo de empeorar la situación, usemos la respiración para calmarnos. En lugar de actuar al instante, nos detenemos un segundo para tranquilizarnos y observar con distancia qué sucede y cómo nos está impactando.
Así le damos tiempo a la parte racional de nuestro cerebro a retomar el control, de manera que podamos reflexionar con mayor serenidad sobre nuestras opciones. Hacer una pausa y respirar hondo activa nuestro sistema nervioso parasimpático, de manera que reduce la liberación de cortisol, una de las principales hormonas del estrés, y baja nuestra “temperatura emocional”.
Sin embargo, el metamomento no implica únicamente calmarse o tomarse un respiro del problema, sino que va más allá porque nos anima a pensar en la persona que aspiramos a ser, nos empuja a mostrar nuestra mejor versión.
Durante esa pausa podemos preguntarnos: ¿cómo he gestionado situaciones similares en el pasado? y ¿qué haría mi mejor “yo” en este momento? Te ayudará imaginar a tu mejor versión, quizá un “yo” más empático y comprensivo o más fuerte y resiliente.
Por ejemplo, si estamos enfadados con nuestro hijo porque nos ha faltado el respeto o con un compañero de trabajo que nos ha puesto la zancadilla, podemos recurrir al metamomento: primero respiramos profundamente y cuando nos hayamos calmado un poco debemos preguntarnos cómo reaccionaría nuestro mejor “yo” para intentar resolver el problema sin agravar el conflicto.
La decisión queda en nuestras manos, pero lo interesante de esta técnica es que no nos ayuda simplemente a resolver el problema, sino que se enfoca en desarrollar estrategias más positivas. De hecho, existen dos tipos de metamomentos:
- Metamomentos proactivos. Este tipo de metamomentos nos permiten anticiparnos a una situación desafiante y resolver el problema con anticipación. Podemos ponerlos en práctica cuando estamos más calmados y prevemos lo que podría ocurrir, buscando una estrategia eficaz de antemano para no perder la paciencia o los nervios.
- Metamomentos receptivos. Estos metamomentos son aquellos que nos ayudan a responder de manera más eficaz y madura a las situaciones inesperadas y desafiantes que siempre nos trae la vida. Generalmente son los más difíciles de dominar ya que es necesario primero calmar las emociones.
No obstante, cuanto más practiquemos esta técnica psicológica, más fácil nos resultará usar los metamomentos proactivos y dominar nuestras primeras reacciones emocionales.
Cuando integramos los metamomentos en nuestra rutina, nos ayudan a pasar de las reacciones automáticas antiguas a nuevas respuestas más adaptativas y acordes a cada desafío que afrontamos. De hecho, cuando toda la familia usa el metamomento, puede convertirse en una herramienta muy poderosa para evitar o minimizar los conflictos improductivos y construir una unidad emocionalmente estable y segura para sus miembros.
Los estudios han demostrado que las personas que usan los metamomentos con regularidad emplean estrategias de regulación emocional más efectivas y experimentan menos estrés, ansiedad y frustración.
Por supuesto, el metamomento demanda un nivel de autocontrol y una madurez emocional que no siempre es fácil de alcanzar, de manera que este ejercicio se complica aún más con las dificultades y tensiones del día a día, pero vale la pena tenerlo en nuestra mochila de herramientas psicológicas.
Fuentes:
Brackett, M. (2019) Permiso para sentir. Barcelona: Editorial Planeta.
Abshire, B. (2014) Making Time for Meta Moments: Effective Closure for the Secondary Classroom. A Journal of the Texas Council of Teachers of English Language Arts; 44: 53-57.
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