Un psicoanalista estaba convencido de que soñar con peces era la causa de todos los trastornos psicológicos. Cuando los pacientes acudían a él y comenzaban a hablarle de sus problemas, el psicoanalista les interrumpía y les preguntaba:
Psicoanalista: Disculpe, pero ¿anoche tuvo algún sueño?
Cliente: No sé… Sí, me parece que sí.
Psicoanalista: No soñaría usted con peces, ¿o sí?
Cliente: Ah… no, no.
Psicoanalista: ¿Qué soñó entonces?
Cliente: Bueno, soñé que iba caminando por una calle.
Psicoanalista: ¿Había algún charco en la cuneta?
Cliente: Bueno… no lo sé.
Psicoanalista: ¿Hubiera podido haberlo?
Cliente: Supongo que sí.
Psicoanalista: ¿Hubiera podido haber algún pez en ese charco?
Cliente: No, no.
Psicoanalista: ¿En la calle de su sueño había algún restaurante?
Cliente: No.
Psicoanalista: Pero hubiera podido haberlo…
Cliente: Bueno, supongo que quizá podía haber algún restaurante.
Psicoanalista: ¿Servían pescado en el restaurante?
Cliente: Bueno, supongo que como se trata de un restaurante, quizá servían pescado.
Psicoanalista: ¡Ajá! ¡Lo sabía! Sueña usted con peces.
Ni tan racional ni tan lógico
Cuando deseamos algo, intentamos encontrar el camino para conseguirlo, y el pensamiento es la principal herramienta que tenemos para decidir qué dirección tomar. Cada una de esas decisiones nos irán acercando o alejando a lo que deseamos. Al igual que el psicoanalista de la historia, confiamos en esas decisiones porque pensamos que nuestro pensamiento es lógico y racional, no tenemos en cuenta que está profundamente influenciado por nuestros deseos, expectativas e ilusiones.
De hecho, el deseo es una señal de que nos falta algo, y el pensamiento desiderativo es la respuesta mental a esa necesidad. El problema es que en algunas ocasiones ese deseo es tan grande, que el pensamiento se vuelve su esclavo. Entonces no somos capaces de ver las señales que nos indican que vamos por mal camino, vemos solo lo que queremos ver y llegamos a las conclusiones que deseamos, obviando la realidad. Y eso nos puede provocar graves problemas.
Las trampas que tiende el pensamiento desiderativo
El pensamiento desiderativo nace del deseo, no de la realidad, por lo que a menudo se convierte en fuente de innumerables problemas en nuestra vida cotidiana.
– Hace que nos centremos excesivamente en el resultado. El pensamiento desiderativo es eminentemente concreto, se dirige a lograr un objetivo en el menor tiempo posible. Esa sensación de urgencia provocada por el deseo nos juega malas pasadas porque nos impide planificar de manera adecuada y ver las señales de que vamos por mal camino. Básicamente, el pensamiento desiderativo nos brinda las excusas lógicas que necesitamos para equivocarnos y tomar el camino que deseamos, aunque no sea el mejor ni el más conveniente.
– Nos impide ver las evidencias y los obstáculos. El pensamiento desiderativo hace que saquemos conclusiones y tomemos decisiones basándonos en lo que más nos gustaría, en vez de realizar comprobaciones teniendo en cuenta la realidad. Este tipo de pensamiento se basa en las emociones, más que en las evidencias. El problema de base es que deseamos tanto que algo sea cierto o que ocurra, que desestimamos las evidencias que indiquen lo contrario. De hecho, un estudio realizado en la Universidad de Nueva York demostró que el pensamiento desiderativo alimenta las fantasías sobre nuestro futuro, haciendo que nos fijemos más en los pros que en los contras, de manera que, a la larga, tomamos peores decisiones.
– Causa grandes frustraciones. Uno de los principales problemas que genera el pensamiento desiderativo es que terminamos viviendo en el mundo de fantasía que hemos construido en nuestra mente, sustentado en las conclusiones erróneas que hemos ido sacando. En práctica, es como si viviésemos en un castillo de cartas. Obviamente, cuando soplan los vientos de realidad, ese castillo se desmorona. Entonces llegan las frustraciones, decepciones y desengaños.
¿Por qué dejamos que el pensamiento desiderativo tome las riendas?
Un estudio llevado a cabo en la Universidad de Illinois desveló que nuestro pensamiento funciona de manera bastante similar a la memoria. Es decir, a veces distorsionamos determinados recuerdos olvidando ciertos detalles y añadiendo otros porque nos resulta más conveniente, ya sea para evitar memorias dolorosas o para consolidar la imagen que tenemos de nosotros mismos, evitando la disonancia.
Estos psicólogos les pidieron a un grupo de personas que leyeran una serie de predicciones, algunas eran muy convenientes para ellas y otras decididamente negativas. La tarea de cada participante era determinar la fiabilidad de la fuente. Curiosamente, las personas solían indicar que las predicciones más convenientes provenían de fuentes confiables, mientras que achacaban las predicciones negativas a fuentes poco fiables. En práctica, nuestro deseo de que las cosas funcionen bien, nos hace perder la perspectiva.
También podemos dejar que el pensamiento desiderativo tome las riendas para evitar tener que lidiar con una realidad complicada, que no estamos dispuestos a aceptar. Cuando las cosas no funcionan como nos gustaría, en vez de aceptar la realidad decidimos fijarnos solo en aquello que nos agrada y que confirma nuestra visión del mundo. Así logramos sentirnos mejor.
Por supuesto, este mecanismo normalmente se activa a nivel inconsciente.
¿Cómo usar el pensamiento desiderativo a nuestro favor?
El pensamiento desiderativo en sí no es negativo, solo es necesario aprender a usarlo a nuestro favor. De hecho, el deseo que se encuentra en su base tiene un enorme poder motivador que podemos aprovechar a través de la técnica WOOP (Wish, Outcome, Obstacle and Plan):
1. Deseo. Piensa en algo que desees mucho. Convierte ese deseo en un objetivo factible. Ten en cuenta que mientras que los deseos pueden ser vagos y generales, el objetivo debe ser concreto y medible.
2. Resultado. Imagina el mejor resultado posible, deja que esa sensación de logro te llene.
3. Obstáculo. Regresa a la realidad, céntrate en los obstáculos que te impiden alcanzar ese objetivo y elige el mayor.
4. Plan. Piensa en las posibles soluciones y selecciona una acción concreta y eficaz que te permita superar ese obstáculo.
Fuentes:
Kappes, H. B. & Oettingen, G. (2012) Wishful Information Preference. Positive Fantasies Mimic the Effects of Intentions. Pers Soc Psychol Bull; 38(7): 870-881.
Gordon, R. et. Al. (2005) Wishful thinking and source monitoring. Memory & Cognition; 33(3): 418-429.
OskarMaria dice
Excelente, como siempre gracias.