Transferirse a otro país suele ser una experiencia emocionante, pero todos los desafíos que encierra también pueden generar estrés y en ocasiones hacer que nos sintamos solos e incomprendidos. Aprender un nuevo idioma y adaptarse a otra cultura sin la red de apoyo conformada por la familia y los amigos puede terminar afectando nuestra salud mental.
La psicoterapia es una herramienta valiosa a la que podemos recurrir para lidiar con los problemas emocionales, pero cuando se vive en el extranjero, la elección del psicólogo reviste una importancia adicional, sobre todo si se trata de un país donde se habla un idioma diferente al nuestro.
En Estados Unidos, por ejemplo, hay más de 59 millones de habitantes de origen hispano, muchos de los cuales probablemente se encontrarán más cómodos con el apoyo de un psicólogo en español. De hecho, la demanda de profesionales de la salud mental que hablen español está aumentando en todo el país, sobre todo en ciudades como Los Ángeles, donde hay una gran población hispana.
Hablar el mismo idioma favorece la expresión emocional
En la terapia psicológica, hablar el mismo idioma es un punto a favor. Para que la psicoterapia funcione es esencial que el psicólogo y el paciente establezcan una conexión, que sean capaces de hallar un terreno común a partir del cual construir la relación terapéutica sanadora.
El lenguaje y las claves culturales compartidas son vitales para apuntalar esa relación. Hablar el mismo idioma facilita el intercambio, permitiendo que la persona comparta con mayor naturalidad sus pensamientos, miedos, creencias e inseguridades. No es casual que un estudio realizado en la Trinity University descubriera que los pacientes expresan más síntomas psicopatológicos en su lengua materna que en un idioma extranjero.
Es probable que los pacientes se sientan más cómodos y seguros con un terapeuta que hable su mismo idioma o incluso comparta sus mismas raíces culturales. También es probable que se sientan menos juzgados y puedan encontrar las palabras exactas con mayor facilidad para expresar lo que sienten o piensan.
De hecho, investigadores del St. John University comprobaron que las experiencias expresadas en lengua materna son más elaboradas y tienen un mayor componente de imaginería. Estos psicólogos también constataron que el contenido que expresaban los pacientes en su lengua materna tenía una mayor intensidad emocional.
También se conoce que la terapia en el idioma del paciente evoca más recuerdos negativos, como experiencias de rechazo y abandono, que pueden ser claves para comprender la historia vital de esa persona y ayudarla a superar sus problemas emocionales.
Nuestras experiencias están codificadas en la lengua materna
Aunque seamos bilingües, muchas de nuestras experiencias emocionales han sido creadas y están memorizadas en nuestro idioma nativo. Eso significa que la mayor parte de nuestros recuerdos, sentimientos y emociones están codificados en la lengua materna.
Existe una teoría psicolingüística que propone que las personas bilingües tienen una dualidad inherente, la cual se origina en sus vidas bilingües/biculturales. Esas personas tendrían dos conjuntos de experiencias y sentimientos de codificación y decodificación asociados con dos formas de experimentar y comprender el mundo, las cuales se construyen, organizan y experimentan en cada idioma.
Eso significa que nuestro “yo” puede experimentar una especie de desdoblamiento. Por una parte, contiene todas esas experiencias de la infancia y juventud codificadas en el idioma materno y, por otra parte, las nuevas experiencias y formas de ver el mundo que hemos ido formando en otro país con un segundo idioma.
Cada autorrepresentación evoca una cultura diferente, así como una experiencia de desarrollo e identidades personales y sociales distintas. Cuando las personas aprenden un segundo idioma en la adultez, desarrollan un segundo conjunto de representaciones mentales con palabras y símbolos que no siempre se corresponden con los mismos significados del primer idioma.
Por esa razón, puede ser difícil expresar toda nuestra riqueza emocional y condensar las primeras experiencias de vida en un idioma extranjero. De hecho, traducir esas vivencias a otro idioma puede generar una distancia emocional entre el “yo” que las vivió y el “yo” actual. Rememorar eventos de nuestro pasado e intentar traducirlos a otro idioma puede restarles parte de su impacto emocional, lo cual impide trabajar la esfera afectiva en profundidad como parte del proceso psicoterapéutico.
El idioma compartido, clave para el éxito de la terapia psicológica
Si los pacientes no hablan con fluidez el idioma del terapeuta, es posible que se sientan inseguros, incómodos o ni siquiera puedan expresar lo que sienten con precisión, lo que puede convertirse en una barrera para la terapia y dificultar su progreso.
Cuando la psicoterapia se realiza en un idioma adquirido en etapas posteriores de la vida, siempre existe el riesgo de perder algunos significados emocionales que no son fácilmente traducibles, lo cual significa que podrían quedar excluidos detalles vitales para el éxito del tratamiento.
Por otra parte, si el terapeuta no comparte los mismos referentes culturales e idiomáticos, es probable que se le escapen matices sutiles pero esenciales para comprender las vivencias del paciente y su forma de ver el mundo. Es probable que le resulte más difícil descifrar determinadas expresiones culturales e incluso la información no verbal transmitida a través de silencios y gestos.
Un estudio realizado en la Bulmershe Court University en el que se exploró el proceso psicoterapéutico en una lengua extranjera, comprobó que a los terapeutas les costaba más establecer una conexión y tenían que hacer un esfuerzo adicional por comprender al paciente. De hecho, su principal preocupación en la terapia era la distancia cultural e idiomática, la cual afectaba la necesaria sintonía emocional.
Por ese motivo, en general la psicoterapia en el idioma nativo es dos veces más efectiva en comparación con la que se desarrolla en un idioma extranjero. El paciente no solo se siente más cómodo, sino que el psicólogo podrá comprenderlo mejor, lo cual hará que el proceso terapéutico fluya con mayor naturalidad. En cambio, las dificultades para traducir sus experiencias y emociones a un idioma diferente, así como la incomprensión del psicólogo, aumentan las probabilidades de que la persona abandone la terapia.
En resumen, el lenguaje y los códigos culturales compartidos son particularmente importantes en un proceso sanador y de conexión como la psicoterapia. La lengua materna es una herramienta que nos permite reconectar con nuestro pasado y expresar nuestras emociones y experiencias de una manera más auténtica y sin filtros. Eso impulsa el proceso de curación.
Por consiguiente, si vives en un país extranjero donde se habla otro idioma, quizá debas plantearte buscar un terapeuta que comparta tus mismas raíces. Por suerte, la tecnología brinda la posibilidad de realizar consultas online, de manera que no te resultará difícil encontrar un psicólogo que hable tu mismo idioma, estés donde estés. Así la terapia será una experiencia más gratificante y, sobre todo, eficaz.
Fuentes:
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Barroso, F. & Muñoz, M. (1993) Autobiographical memory in bilinguals. Journal of Psycholinguistic Research; 22(3): 319-338.
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