Se estima que actualmente unas 250 millones de personas sufren algún tipo de depresión. Sin duda se trata de una cifra alarmante que ha llevado a muchos especialistas a considerar la depresión como una verdadera pandemia a nivel mundial.
Hoy contamos con diversos tratamientos, desde los medicamentos para la depresión hasta la psicoterapia. Sin embargo, ahora un estudio realizado en diferentes universidades españolas nos indica una nueva estrategia para combatir la depresión: beber vino.
Esta investigación analizó a 5.000 personas con edades comprendidas entre los 55 y los 80 años, durante un periodo de siete años. Tuvo en cuenta desde su estilo de vida hasta las enfermedades que padecían y los medicamentos que habían consumido. Al finalizar el estudio, 443 personas fueron diagnosticadas con depresión. Los investigadores profundizaron en sus hábitos de vida buscando aquellos aspectos que las diferenciaran respecto a quienes no presentaron síntomas depresivos.
Así fue como descubrieron que aunque las bebidas alcohólicas en sentido general están asociadas con un mayor riesgo de depresión, el vino constituye una excepción. De hecho, un consumo moderado de vino (exactamente entre dos y siete copas a la semana) disminuye las probabilidades de sufrir un cuadro depresivo. ¿Por qué?
¿El secreto está en los antioxidantes?
Una posible explicación radica en la cantidad de antioxidantes que contiene el vino, sustancias que ejercen un efecto neuroprotector. Se sabe que los antioxidantes son muy potentes para luchar contra las enfermedades que generan inflamación por lo que no sería descabellado pensar que también ayudan a reparar los daños causados por los procesos inflamatorios en el cerebro, sobre todo en el hipocampo, un área que ha demostrado desempeñar un papel esencial en la aparición de los cuadros depresivos.
De hecho, otro estudio realizado en la Universidad de Rajasthan analizó los niveles de vitaminas A, C y E en personas que sufrían de depresión mayor y encontraron que estos eran mucho más bajos que en las personas sanas. Después de haberles dado suplementos que contenían estas vitaminas (que, dicho sea de paso, tienen una acción antioxidante), se apreció una mejoría después de tan solo 6 semanas de tratamiento.
Por otra parte, cada vez son más los estudios que apuntan al estrés oxidativo como una de las causas de la depresión mayor, sobre todo porque este causa daños a nivel cerebral que inciden directamente en los niveles de algunos neurotransmisores, como la serotonina, cuya síntesis suele verse afectada en las personas con depresión.
Mirar más allá del vino
Obviamente, resulta muy ingenuo pensar que varias copas de vino a la semana serán suficientes para prevenir la depresión ya que el ser humano es mucho más complejo. De hecho, otra explicación a este vínculo no está relacionada con el contenido de vino sino con el carácter social de la acción de beber. Es decir, las personas que disfrutan de una copa de vino suelen hacerlo en situaciones sociales, como cuando van a cenar con los amigos y la familia. En este caso, es archiconocido que una red de apoyo social eficiente actúa como un factor protector contra la depresión, sobre todo cuando se habla de adultos mayores.
De una forma u otra, siempre es interesante contar con estos estudios porque, si bien es cierto que los antioxidantes que contiene una copa de vino poco pueden hacer ante la genética, si a esto le añadimos la práctica regular de actividad física, una alimentación rica en alimentos con triptófano y una buena red de apoyo, entonces podremos prevenir la depresión sin demasiado esfuerzo.
Como nota final puntualizo que en el estudio también se apreció una correlación entre un consumo de alcohol elevado y la depresión. Por tanto, recuerda que la clave está en beber con moderación.
Fuentes:
Gea, A. et. Al. (2013) Alcohol intake, wine consumption and the development of depression: the PREDIMED study. BMC Medicine; 11: 192.
Gautam, M. et. Al. (2012) Role of antioxidants in generalised anxiety disorder and depression. Indian Journal of Psychiatry; 54(3): 244–247.
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