En 1990 los psicólogos McCann y Pearlman acuñaron el término trauma vicario para referirse a la amplia gama de efectos dañinos y acumulativos que puede sufrir una persona excesivamente implicada emocionalmente con los problemas de otra. Se referían a un trauma indirecto, el cual puede llegar a ser tan intenso desde el punto de vista psicológico que altera la percepción que tenemos de nosotros mismos, los demás y el mundo, generando un profundo malestar.
Estas personas experimentan una especie de síndrome de desgaste por empatía. El daño emocional es el resultado de conocer el evento traumatizante que ha experimentado la persona significativa y el esfuerzo por ayudarla e intentar aliviar su sufrimiento cargándolo sobre los propios hombros. Sin embargo, así como la adversidad de los demás puede afectarnos emocionalmente, su impacto transformador no es únicamente negativo. También existe la resiliencia vicaria.
El origen de la resiliencia vicaria
El concepto de resiliencia vicaria tiene sus raíces en un estudio realizado por un grupo de psicólogos de San Diego, liderados por la psicóloga Pilar Hernández-Wolfe, quienes trabajaban en la organización “Sobrevivientes de la Tortura Internacional”.
Sus respectivas experiencias terapéuticas y las de otros profesionales con los sobrevivientes de la tortura y violencia política y las familias de estos en Colombia y otras partes del mundo les mostró que algunos encontraban inspiración y fuerza en esas personas, a quienes consideraban como “héroes” cotidianos.
Muy pronto se preguntaron si el trabajo con sobrevivientes de traumas tenía el potencial de transformar a los terapeutas de una manera única y positiva. En sus investigaciones, comprobaron que las historias de adaptación y supervivencia, así como de reciprocidad frente a la adversidad, se convierten en una poderosa fuente de inspiración. Esas experiencias se vinculan con el concepto de crecimiento postraumático, a través del cual el significado y el propósito mejoran con la exposición al trauma.
Y todo parece indicar que ese crecimiento no se limita únicamente a la persona afectada sino que también puede extenderse a quienes están a su alrededor. En otras palabras: la resiliencia se contagia.
¿Qué es la resiliencia vicaria?
La resiliencia vicaria es un fenómeno caracterizado por el efecto positivo que transforma a quienes ayudan y acompañan a personas que han sufrido un trauma, como respuesta a su resiliencia. Este fenómeno se evidencia fundamentalmente en contextos psicoterapéuticos, educativos y comunitarios, así como en la rehabilitación de animales.
Sin embargo, puede producirse en cualquier entorno siempre que exista un vínculo con la persona resiliente. Lo cierto es que las historias de resiliencia y crecimiento positivo que emanan de los episodios traumáticos tienen el potencial de transformar positivamente las narrativas de vida de quienes las conocen. Y no solo pueden inspirar a quienes están cerca sino incluso a comunidades enteras.
Los 5 grandes cambios que genera la resiliencia de los demás en nuestra vida y forma de ser
En 2017 se realizó un estudio en el que identificaron los diferentes beneficios de la resiliencia vicaria y, si bien se circunscribió a los terapeutas que ayudaban a personas que habían sufrido un trauma, dichos cambios se pueden extender a todas las personas que se han sentido inspiradas por las historias de superación personal de los demás.
1. Cambios en las metas y perspectivas de la vida
El crecimiento postraumático implica una transformación positiva del “yo”. Un evento traumático puede alterar la narrativa de la persona sobre su vida y cambiar profundamente su percepción de la misma. De hecho, a menudo los supervivientes de traumas informan cambios positivos en su filosofía de vida y reevalúan lo que realmente les importa. Todo parece indicar que la resiliencia vicaria produce cambios similares.
Constatar los grandes problemas a los que han tenido que enfrentarse otras personas suele brindarnos una perspectiva más equilibrada de la vida, animándonos a apreciarla mucho más e incluso puede empujarnos a cambiar nuestras metas vitales por otras con las que nos sintamos más identificados y nos reporten mayor satisfacción. Eso puede producir un verdadero tsunami en nuestro autoconcepto y sentido de la vida, conduciendo a grandes cambios vitales.
2. Aumento de la esperanza inspirada por la historia de superación
Afrontar un trauma psicológico es duro, pero salir fortalecidos de esa experiencia es un ejemplo profundamente motivador que nos enseña que hay esperanza más allá de las nubes oscuras y amenazantes que se puedan abalanzar sobre nosotros. Por tanto, la resiliencia vicaria es un pilar esperanzador y fuente de fortaleza. Pero para ello, primero es necesario abrirnos y estar dispuestos a dejarnos influenciar por la esperanza de los demás.
3. Mayor autoconciencia y prácticas de autocuidado
Curiosamente, uno de los efectos de la resiliencia vicaria es que nos anima a ser más introspectivos, prestarnos más atención y cuidarnos más. Es probable que la adversidad de los demás y su camino hacia la sanación nos hagan ser más conscientes de la importancia de cuidarnos y buscar los recursos necesarios en nuestro interior, equilibrando las emociones para intentar afrontar la adversidad de la mejor manera posible.
También se ha apreciado que la resiliencia vicaria a menudo genera una visión más espiritual de la vida. Sin duda, cuando las personas sufren un trauma necesitan encontrar un sentido a ese sufrimiento, por lo que muchas veces lo buscan en la espiritualidad. Al parecer, la resiliencia vicaria desencadena un proceso de búsqueda de respuestas similar que puede generar una visión más espiritual de la vida.
4. Comprensión más amplia del poder de las relaciones
Ser “tocados” por la resiliencia de otra persona nos enseña el increíble poder que tienen las relaciones sobre cada uno de nosotros. De hecho, las personas que han experimentado la resiliencia vicaria refieren prestar más atención a las narrativas de los demás y sus historias vitales porque son más conscientes de su acción transformadora.
Estas personas suelen vivir más en el “aquí y ahora”, por lo que se muestran más abiertos a las experiencias de los otros y pueden conectar mejor con sus emociones, lo cual aumenta su empatía y compasión pero, al mismo tiempo, potencia el efecto benéfico de la resiliencia. Es como si fuésemos capaces de sintonizar mejor con los demás para aprovechar sus experiencias de vida.
5. Ingenio más aguzado
Quizá uno de los “efectos colaterales” más curiosos que descubrieron los estudios sobre la resiliencia vicaria en los terapeutas es que aguza el ingenio. Es probable que las historias de sobrevivencia y fuerza de otras personas demuestren la importancia de buscar soluciones poco convencionales ante problemas poco habituales, de manera que comprendemos en toda su magnitud la relevancia de capacidades como la inteligencia fluida y la creatividad.
Estas personas también informaron una mayor sensación de autoeficacia personal, la cual probablemente proviene de una mayor confianza en las propias capacidades para afrontar la adversidad. O sea, comenzamos a convencernos de que, pase lo que pase, podremos afrontarlo.
En resumen, no solo aprendemos de nuestras caídas, también podemos aprender de los golpes de la vida que reciben otras personas. Eso nos muestra que la resiliencia tiene el poder de expandirse, siempre que vivamos con los ojos y el corazón bien abiertos para notar esos “héroes” anónimos que nos acompañan y nos tomemos el tiempo necesario para conocer sus historias de vida. Historias que pueden llegar a ser tan desgarradoras como inspiradoras, porque es precisamente esa aparente dicotomía la que tiene el mayor impacto en nuestra vida.
Referencias Bibliográficas:
Hernández-Wolfe, P. (2018) Resiliencia vicaria: una revisión comprensiva. Rev. Estud. Soc.; 66: 9-17.
Killian, K., Hernandez-Wolfe, P., Engstrom, D. & Gangsei, D. (2017) Development of the vicarious resilience scale (VRS): A measure of positive effects of working with trauma survivors. Psychological Trauma: Theory, Research, Practice and Policy; 9(1): 23- 31.
Edelkott, N., Engstrom, D. W., Hernandez-Wolfe, P., & Gangsei, D. (2016) Vicarious resilience: Complexities and variations. American Journal of Orthopsychiatry;86(6): 713–724.
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