En estos días ronda el mundo la noticia de la aparición de un tercer sexo o género: el sexo neutro.
A grosso modo, les sintetizo la noticia: Norrie May-Welby (a quien pueden ver en la foto a la izquierda) nació siendo hombre pero como no se sentía cómodo con su género, a los 28 años se realizó una operación de cambio de sexo y se convirtió oficialmente en una mujer pero… al cabo del tiempo tampoco se sentía cómoda con su nuevo género por lo cual ha pedido ser considerado/a bajo la ley con el término: sexo neutro.
Norrie tiene actualmente 48 años, ha nacido en el Reino Unido pero es en Australia donde ha adquirido su nueva sexualidad.
Lo cierto es que se afirma que tras varios exámenes ningún especialista ha sido capaz de determinar el género de Norrie (lo cual me recuerda que hace muchos años los médicos eran quienes determinaban el género bajo el cual vivirían los hermafroditas durante toda su vida, entonces las cosas eran más simples, que no mejores).
Norrie afirma que ahora se siente a gusto (no sabemos por cuanto tiempo, clínicamente hablando no puede obviarse el cambio de sexo anterior al que se sometió y del cual posteriormente parece haberse arrepentido) e incluso se ha inventado el término: “zie”, para no utilizar las palabras inglesas: “he” o “she” (él o ella).
Algunos apuntan que esta idea es realmente innovadora ya que cuando algunos bebés nacen y los médicos no son capaces de detectar su género, podrían enmarcarse dentro de la categoría de sexo neutro, al menos hasta que el crecimiento no demuestre la preferencia por uno u otro género. Particularmente veo esta idea bastante irrealizable ya que nos comportamos como hombres o mujeres no solo por nuestras hormonas sino también en relación con la educación que hemos recibido; así que los padres deberían enfrentar el gran reto de educar a una persona de un género neutro asumiendo patrones educativos totalmente inexistentes hasta el momento.
Creo entonces que es un buen momento para aclarar algunos conceptos:
El género es el conjunto de prácticas, símbolos, representaciones, normas y valores sociales que la sociedad elabora a partir de la diferencia sexual anátomo-fisiológica, y que dan sentido a la satisfacción de los impulsos sexuales, a la reproducción y en general al relacionamiento entre las personas.
La identidad es el sistema unitario de representaciones sobre sí mismo que han sido elaboradas a lo largo de la vida de las personas y a través de las cuales se reconocen a sí mismas y son reconocidas por los demás como individuos y miembros de categorías sociales distintivas. Una de sus dimensiones principales de la identidad es el género.
La identidad de género remite al ser hombre o mujer. Este sistema asigna identidades y define la relación entre los géneros, pero a su vez, cada persona asume los elementos de la identidad asignada y le va añade o le resta otros elementos, de modo que la identidad se construye a partir de la internalización de la experiencia vivida.
No obstante, el entramado género-identidad-sexualidad no termina ahí; para comprender este trinomio es necesario adentrarse en la orientación sexual. La orientación sexual se refiere al objeto de los deseos eróticos y amorosos de la persona, dando pie a diversas orientaciones (algunas más aceptadas entre los psicólogos, otras mucho menos):
– Heterosexual: dirigido al sexo opuesto.
– Homosexual: dirigido al mismo sexo.
– Asexual: falta de orientación sexual.
– Pansexual: orientación hacia todos, incluyéndose bajo esta categoría la bisexualidad, la transexualidad y el hermafroditismo.
Vale aclarar que algunos especialistas prefieren una clasificación más simple: hetero, homo o bisexual ya que afirman que la asexualidad no existe y algunas categorías dentro de la pansexualidad formarían parte de lo patológico.
Lo patológico en materia de sexualidad (si nos regimos por el DSM IV) y en el caso de Norrie, vendría acercándose a un trastorno de identidad de género. Este trastorno se refiere a una incongruencia entre el sexo anatómico de la persona y su propia identidad de género, entendida ésta como la propia percepción o conciencia de ser hombre o mujer. Pero lo curioso es que como Norrie no se siente ni hombre ni mujer los psicólogos no han detectado una patología sino que han optado por instituir un nuevo sexo (también vale aclarar que el de Norrie no es el único caso, hay muchas personas más que no se sienten hombres ni mujeres).
Resumiendo, que el sexo o género neutro vendría siendo un intento de coordinar la orientación sexual, la identidad y el género. Si existen personas que no se sienten hombres o mujeres entonces no podrían encasillarse bajo uno u otro rótulo pero… ¿la aceptación del sexo neutro es un indicador de nuestra apertura mental en el intento de apartarnos de estereotipos o es el miedo a que nos tachen de “personas sexualmente rígidas” lo nos conduce a aceptar como normal aquello que podría ser patológico?
En una ocasión Víctor Hugo dijo: «Existen dos maneras de ignorar las cosas: la primera es ignorándolas y la segunda es creyendo que las sabemos mientras las ignoramos«. Quizás la sobreexposición y bombardeo que hoy vivenciamos en cuestiones de sexualidad ande por este camino. Quizás no. Igualmente, creo que el futuro se presenta muy interesante y sin lugar a dudas, se erigirán muchos defensores y también surgirán los críticos más acérrimos de la institución de un tercer sexo.
Fuente:
(marzo, 2010) Reconocen legalmente a la primera persona con género “neutro”. En: El Mundo.
Flynn dice
Mmm… me parece demasiado… es decir, dicen que no están enfermos pero no creo que se trate de una simple cuestión de elección, no? No creo que la homosexualidad o bisexualidad sean enfermedades, pero tantos "subtipos" y de esa naturaleza tan enredada parecen más bien indicadores de algún trastorno psiquiátrico.
Saludos!
Jennifer Delgado Suarez dice
Flynn:
Coincido contigo, ya me lo preguntaba en el post: "¿la aceptación del sexo neutro es un indicador de nuestra apertura mental en el intento de apartarnos de estereotipos o es el miedo a que nos tachen de “personas sexualmente rígidas” lo nos conduce a aceptar como normal aquello que podría ser patológico?"
Particularmente creo que muchos profesionales "psi" son muy rápidos para diagnosticar cualquier psicopatología pero dudan mucho cuando se enfrentan a los trastornos relacionados con la sexualidad; quizás se esconde el miedo a ser tildados de rígidos pues considero que en cuestiones de sexualidad no somos totalmente libres ni nos sentimos cómodos.
Precisamente, esa incomodidad podría dar lugar a malentendidos.
No obstante, considero que aún queda mucho camino por andar en este sentido.
Un saludo a ti y gracias por pasarte y dejarnos tus criterios.