¿Las personas que conviven por más de 25 años pueden llegar a desarrollar rasgos faciales similares? Robert Zajonc desarrolló una investigación enfocada a responder esta pregunta para lo cual contó con un total de 110 voluntarios.
A los participantes les mostraron fotos de parejas de apenas un año de matrimonio y otras imágenes de las mismas parejas después de 25 años de convivencia. Cada persona debía evaluar la semejanza entre las personas de las fotografías. Para controlar el posible efecto sugestivo que podría provocar el hecho de que las personas supiesen que las fotografías correspondían a parejas de muchos años de matrimonio, se establecieron dos grupos: a uno se les hizo saber que las fotografías correspondían a personas casadas mientras que al grupo control no se les brindó ninguna especificación. Los resultados fueron similares: las personas después de 25 años de convivencia matrimonial presentaban más similitudes faciales que eran percibidas por los otros.
La pregunta es: ¿por qué?
Los autores de la investigación sugieren algunas posibles explicaciones:
– La dieta. Si tendemos a compartir la misma alimentación al cabo del tiempo nuestro físico adquirirá características bastante similares: seremos más o menos obesos, más o menos atléticos… y estas características también se reflejan en el rostro.
– El entorno. Las parejas usualmente están expuestas a los mismos factores ambientales que generarán peculiaridades similares. El grado de exposición al sol, al mar e incluso al viento. Esta sería la causa por la cual muchos habitantes de una localidad suelen parecerse entre ellos.
– La empatía. Cuando las personas se atraen mutuamente, terminan por copiar, primero algunos gestos y palabras, posteriormente algunas expresiones faciales de su compañero. Por ejemplo, cada persona sonríe de una manera determinada o expresa su asombro de una forma específica; cuando somos empáticos e imitamos la forma de sonreír o asombrarnos, estamos facilitando que nuestras futuras arrugas sean más pronunciadas en las mismas áreas faciales por lo cual, al cabo de los años, no sería extraño que existiese cierta similitud.
Realmente esta última explicación resulta bastante seductora ya que más de mil expresiones faciales diferentes son anatómicamente posibles pero en nuestra cotidianidad solo expresamos unas pocas. ¿De dónde las tomamos? Evidentemente de nuestro entorno más cercano: nuestros padres, ídolos mediáticos y posteriormente, de nuestra pareja.
Hay algunos especialistas, como Birdwhistell, que van más allá y afirman que las personas adquieren “totalmente” su aspecto físico y sus peculiaridades faciales en relación con el entorno y la cultura en la cual se desarrolle. Por esto somos capaces de distinguir a las personas de países o regiones diversas ya que cada zona imprime su propio sello.
Fuentes:
Davis, F. (1998) El lenguaje de los gestos. Buenos Aires: Emecé.
Zajonc, R.B., Adelmann, P.K., Murphy, S.T., & Niedenthal, P.M. (1987) Convergence in the physical appearance of spouses. Motivation and Emotion; 11(4): 335-346.
sara dice
Mi papá tiene 40 y un mejor amigo de toda la vida. Yo los encuentro iguales *__*
Jennifer Delgado Suarez dice
Hola Sara:
Presumo que las reglas que se aplican a las parejas tambien pueden extrapolarse a las amistades o los familiares muy cercanos. La esencia està en la empatia y en los lazos fuertes que se creen entre las personas.
Muy graciosa esa cara que has puesto 🙂
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