Esta curiosa denominación hace referencia a la profunda convicción que experimenta la persona acerca de que no tiene la habilidad o la competencia que piensan los otros. Es una especie de sentimiento intenso de falsedad o falta de autenticidad relacionado con la percepción de haber engañado al prójimo y haberlo inducido a sobrevalorarlo.
Las personas que sufren este tipo de síndrome a pesar de los logros que puedan obtener continúan manifestando dudas acerca de sus habilidades y consideran que sus capacidades son continuamente sobreestimadas por los demás. Así, no se creen merecedores de sus éxitos e incluso temen continuamente que alguien pueda catalogarlos como farsantes. Por supuesto, como consecuencia de su miedo y la ansiedad ante la posibilidad de parecer incompetentes, los impostores se esfuerzan para evitar un posible fracaso que “pueda delatarles”.
Estas personas que tienen poca confianza en sí mismos, son volubles y frecuentemente son golpeados por el ansia de desempeño. Incluso en algunos casos el terror de ser descubierto puede llegar a ser paralizante. No obstante, al contrario de lo que podría pensarse, las expectativas sobre su desempeño no producen el conocido efecto de la profecía autocumplida ni disminuye la eficacia de la persona o su empeño en las tareas a largo plazo.
Pero… ¿cuánto hay de cierto en el síndrome del impostor?
En el año 2000 psicólogos de la Universidad de Wake Forest se dedicaron a investigar más de cerca las características de estas personas. El estudio develó que las personas con altas puntuaciones en la escala de Síndrome del Impostor se comportaban de manera diversa en predecir su éxito en un test que realizaron con posterioridad para evaluar sus competencias intelectuales y sociales. Estas personas, en público, realizaban previsiones nefastas sobre sus resultados pero en privado, o mediante declaraciones anónimas, juzgaban sus potencialidades de manera mucho más alta. En esencia los investigadores llegaron a la conclusión de que la mayoría de estos presuntos impostores eran simplemente personas hipócritas que adoptan la autodevaluación como una estrategia social pero secretamente son mucho más seguros de lo que confirman ante los demás.
Quizás a la mayoría de los lectores le venga en mente algún amigo o colega de estudios, que antes del examen siempre afirmaba: «no sé nada», «no estoy preparado», «no voy a sacar un buen puntaje»; pero posteriormente obtenía uno de los mejores resultados de la clase.
En fin, que el Síndrome del Impostor, aunque es un trastorno verdadero, también cobija a muchas personas que realmente lo utilizan como una estrategia para disminuir las expectativas de los otros acerca de su desempeño y de paso se hacen pasar por personas humildes. De esta manera, sería más una estrategia de autopresentación que un problema personológico.
Fuentes:
Fernández, E. & Bermúdez, J. (2000) El pesimismo defensivo y el síndrome del impostor: análisis de sus componentes afectivos y cognitivos. Revista de Psicopatología y Psicología Clínica, 5( 2): 115-130.
Carey, B. (2008, Febrero) Feel Like a Fraud? At Times, Maybe You Should. En: The New York Times.
Anónimo dice
Me gustaría que me ayudarán,pues no sé como gestionar la falsedad de mi pareja, sé que manipula y miente.He leido su articulo,y me ha dejado más confusa pues mo sé que hay detras de esa mascara…En concreto me hace un regalo valioso y luego me dice que no tiene dinero para pagar la universidad de su hija y que lo haga yo, su regalo me ha salido más cara de lo que me puedo permitir,y yo no lo había pedido…que me lo expliquen…gracias