
A lo largo de nuestras vidas hemos ido creando numerosos anclajes. Es decir, hemos creado asociaciones entre determinados estímulos y una reacción emocional. Por ejemplo, cuando escuchamos una canción especial podemos sentirnos nostálgicos y cuando oímos el ladrido de un perro podemos sentirnos nerviosos si alguno nos ha mordido. Cuando vemos un semáforo en rojo también nos detenemos inmediatamente, sin pensar demasiado. En realidad, nuestra vida está llena de esos anclajes, aunque no seamos plenamente conscientes de su existencia y del poder que ejercen sobre nuestro comportamiento.
¿Qué es un anclaje emocional?
El anclaje emocional es una de las técnicas más famosas y eficaces de la Programación Neurolinguística (PNL), gracias a la cual podemos generar determinados estados emocionales cuando lo deseemos para gestionar mejor las situaciones que normalmente nos desbordan generando emociones negativas como la ira, la frustración, la tristeza o la ansiedad.
Gracias a la técnica del anclaje logramos activar determinado estado afectivo. Al igual que una canción, un olor o un recuerdo, nos sirve para trasladarnos a determinados estados emocionales que nos aportan la paz, serenidad o motivación que necesitamos en ese momento. Por tanto, el anclaje es una asociación automática entre un estímulo externo y una respuesta emocional. De hecho, anclar es simplemente unir determinados estímulos a ciertos estados afectivos.
Para lograrlo, esta técnica de PNL trabaja con anclas – estímulos sensoriales que nos brindan acceso a un estado emocional específico, desde una palabra hasta una imagen, una frase, un sonido, un movimiento, un gesto o incluso un objeto. El ancla nos permite activar el estado de tranquilidad o empoderamiento que se encuentra en nuestro interior en la situación actual.
De hecho, es importante ser conscientes de que también existen anclajes negativos. Un ancla negativa es un estímulo que genera una mala sensación o activa malos hábitos, como el deseo de fumar tras beber un café. También existen anclajes inconscientes, muchos de los cuales se encuentran en la base de trastornos como la ansiedad y la depresión.
En cambio, cuando un ancla genera estados internos como la alegría, el dinamismo, la confianza en si mismo, la seguridad y la concentración se considera positiva. La técnica del anclaje se enfoca precisamente en crear esas asociaciones positivas para ayudarnos a lidiar con las situaciones estresantes.
¿Cómo hacer un anclaje emocional en 3 pasos?
1. Determina el estado emocional que quieres alcanzar
Lo más recomendable es apostar por un estado de tranquilidad, serenidad y paz ya que así podrás combatir las emociones negativas con mayor facilidad. No obstante, también puedes elegir un estado en el que te sientas particularmente empoderado, resiliente o motivado.
Lo importante es que te concentres en lo que quieres obtener y no en lo que deseas evitar. Recuerda que mientras más intentes evitar un pensamiento o emoción, más se reforzará debido al efecto rebote. Por tanto, concéntrate simplemente en ese estado emocional que deseas experimentar y no te preocupes por nada más.
2. Identifica un momento de tu pasado en el que te sentiste así
Es importante que elijas un momento en el que te sentías realmente calmado y sereno. Puede ser ese momento ultra relajante tomando el sol en tus últimas vacaciones o cuando eras pequeño y te acurrucabas en los brazos de tu madre. Si quieres activar un estado que te haga sentir seguro y empoderado, puedes imaginar tu mayor logro, por ejemplo.
Como regla general, se recomienda usar un recuerdo más reciente ya que generalmente es más vívido, pero también vale un recuerdo lejano, siempre que seas capaz de transportarte a esa experiencia y revivir la emoción del momento, un proceso que se conoce como visualización mental asociada.
La clave consiste en revivir esa experiencia con la mayor precisión posible, recordar los detalles y las sensaciones que produjo. Cuando comiences a experimentarla, concéntrate en ella y amplifícala activando las imágenes y sonidos.
3. Elige el movimiento de anclaje
Cuando notes la sensación que tuviste aquel día, ánclala con un gesto. Los gestos suelen ser anclas más viables que un objeto porque puedes hacerlos en cualquier lugar e incluso pasar desapercibidos. Puedes apretar la uña de tu dedo meñique de la mano izquierda con los dedos pulgar e índice de tu mano derecha, darte pequeños golpecitos en el pecho con la palma de tu mano o presionarte el lóbulo de la oreja de una manera peculiar.
Gracias a ese auto-anclaje, tu mente asociará ese movimiento con el recuerdo y el estado emocional que genera. Por supuesto, tendrás que repetir este ejercicio varias veces para reforzar el vínculo. Cuanto más repitas el proceso, más automática se volverá la respuesta y más eficaz será en cualquier circunstancia.
Para comprobar que el anclaje emocional ha funcionado, simplemente debes realizar el movimiento que has elegido y constatar que activa el estado afectivo que deseabas.
5 claves para realizar un anclaje emocional eficaz
- Intensidad del recuerdo. Las anclas funcionan mejor en esta técnica de PNL cuando se asocian a emociones o estados mentales intensos, ya sea una gran felicidad, una profunda paz interior o una motivación muy fuerte. Por eso es importante que el recuerdo elegido sea particularmente vívido.
- Sincronización del anclaje. El instante en que se establece un ancla también influye en los resultados. Como regla general, la eficacia del anclaje depende de una sincronización precisa. El momento ideal para establecer el ancla es justo antes de que tu experiencia alcance su punto más alto de intensidad.
- Singularidad del estímulo. Para reforzar el ancla, conviene utilizar un estímulo único. Realizar movimientos o gestos comunes, como cerrar el puño o tocarse la cara no suele ser efectivo porque al repetirlos a lo largo del tiempo, el anclaje se diluirá. Por eso es importante que elijas un movimiento especial que difícilmente repetirás de manera automática.
- Poder replicador del estímulo. Para asegurarte de que el ancla se consolide, debes poder replicar el estímulo con precisión cada vez que lo practiques, por lo que también es fundamental que no elijas un movimiento extremadamente complicado que te impida replicarlo de manera adecuada simplemente porque has olvidado cómo se hace. Y no solo debes tener en cuenta el movimiento en sí, sino también su intensidad, el área específica donde lo aplicas y su frecuencia o duración mientras realizas la técnica de anclaje.
- Pureza del anclaje. Las anclas más eficaces son aquellas que no tienen experiencias competitivas. Eso significa que antes de realizar el anclaje debes asegurarte de que no existen otros pensamientos o emociones que puedan “contaminar” o competir con el estado afectivo que deseas activar. No hay cabida para conflictos internos ni sentimientos y emociones contradictoras porque restarán poder al ancla. Por lo tanto, intenta revivir el recuerdo que elijas en su forma más simple y pura.
El anclaje emocional es particularmente potente, una vez que se domina. Puedes usarlo de mil formas posibles, para llenarte de energía cuando tengas que enfrentar un desafío o para calmarte en situaciones que te desbordan. De hecho, los estudios demuestran que la técnica del anclaje es particularmente útil para calmar la ansiedad y el estrés, así como para afrontar las fobias. El poder de la mente es inmenso, con un poco de práctica te ayudará a gestionar mejor tus emociones y alcanzar tus metas.
Referencias Bibliográficas:
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Biswal, R. & Prusty, B. (2011) Trends in neuro-linguistic programming (NLP): a critical review. Social Science International; 27(1): 41-56.
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