“Todo es soportable salvo el desprecio”, escribió Voltaire. Y no andaba desacertado puesto que se trata de una de las emociones más difíciles de gestionar, sobre todo cuando nos convertimos en su diana. Sentir el desprecio en carne propia puede ser particularmente doloroso, por lo que no es extraño que en ocasiones genere una reacción emocional muy intensa.
Nos sentimos tan dolidos porque el desprecio es una emoción hostil que combina el disgusto con la falta de respeto. El desprecio se suele percibir como un ataque directo a nuestra esencia. Sin embargo, perder la calma y dejarnos arrastrar por esas emociones no es el mejor camino. En su lugar, es mejor aprender cómo actuar con una persona que te desprecia.
Cómo actuar con una persona que te desprecia manteniendo la calma
Las personas despreciativas suelen poner los ojos en blanco cuando algo no les gusta, usan el sarcasmo como arma y están a la caza del menor fallo para señalarlo adoptando un aire de superioridad con el que pretenden aplastar la autoestima del otro.
Sin embargo, lo cierto es que el desprecio se produce cuando una persona no es capaz de expresar sus necesidades y deseos directamente con palabras. El desprecio es una estrategia pasivo-agresiva para obtener lo que quiere. En vez de decir directamente lo que le molesta, opta por una actitud despreciativa hacia los demás.
De hecho, un estudio realizado en la Universidad de California reveló que este tipo de personas suelen tener un desprecio disposicional vinculado a la envidia, la ira y la arrogancia. Eso significa que, en el fondo, la persona que desprecia continuamente a los demás en realidad puede ser más sensible a la valoración social y el estatus. Por tanto, el desprecio es una forma de protección encubierta de un ego frágil.
Comprender la Psicología de esa persona nos ayudará a lidiar mejor con su desprecio ya que nos resultará menos ofensivo y, por ende, podremos mantener el control de la situación y decidir cómo responder.
1. Mantener la calma
El desprecio nos hace sentir inseguros, por lo que es comprensible que reaccionemos poniéndonos a la defensiva. Sin embargo, si respondemos con agresividad terminaremos recibiendo más de lo mismo: alimentando la hostilidad que se encuentra en la base del desprecio.
Por eso, aunque resulte extremadamente difícil, es importante intentar mantener la calma y responder con la mayor amabilidad posible. Solo de esa manera podremos romper el ciclo del desprecio y la agresividad. A fin de cuentas, el mejor antídoto contra el desprecio consiste en fomentar una cultura de aprecio y reconocimiento.
2. Descubrir qué causa el desprecio
Los sentimientos y emociones no suelen surgir de la nada, por lo que si esa persona realmente nos importa, deberíamos intentar descubrir qué se encuentra en la base de su desprecio. En general, cuando alguien desprecia a otra persona es porque cree que esta carece de determinadas cualidades que valora mucho.
Si una persona se ve a sí misma como resiliente y fuerte, podría despreciar a quien perciba como “débil de carácter”, por ejemplo. En ese caso, es posible que estemos siendo excesivamente agradables y cedamos demasiado a las necesidades de los demás, lo cual puede ser percibido como una muestra de “debilidad”.
Eso no significa que tengamos que cambiar para agradar a los demás, pero en algunos casos podría valer la pena hacer un ejercicio de introspección honesto para valorar si realmente necesitamos mejorar nuestras habilidades sociales. Quizá descubramos que debemos aprender a defender nuestros derechos asertivos y proyectar una imagen más segura. Debemos recordar que cualquier emoción, por negativa que nos parezca, siempre entraña un mensaje que puede ser más o menos útil.
3. Establecer límites con firmeza
El desprecio puede llegar a ser muy tóxico, sobre todo en las relaciones cercanas. Cuando alguien nos trata con desdén y escarnio, faltándonos el respeto o menospreciándolos, nos envenena y genera sufrimiento. Por tanto, aunque es necesario actuar con serenidad, eso no significa dar carta blanca al desprecio.
Mantener la calma no implica permitir que el desprecio campe a sus anchas. De hecho, el desprecio no suele ser un acto aislado, sino que con el paso del tiempo se puede enquistar convirtiéndose en un patrón comunicativo en la relación, acompañado de la desaprobación y el sarcasmo. Por esa razón, es importante establecer límites claros y firmes.
El primer paso es hacerle saber a esa persona cómo nos hace sentir con su actitud o palabras. Debemos evitar las recriminaciones, el tono acusatorio o asumir el papel de víctima, basta con decir que consideramos que su desprecio es grosero o agresivo y nos hace sentir mal.
El segundo paso es explicarle que no merecemos ni queremos ser tratados de esa manera y que no estamos dispuestos a tolerarlo. Podemos añadir que si existe algo que le molesta, puede decirlo directamente, pero que no aceptaremos más indirectas cargadas de ira y menosprecio.
Por último, es importante delimitar las consecuencias, de manera que a esa persona le quede claro hasta dónde estamos dispuestos a llegar. Existen varias opciones, desde evitar los temas sensibles que suelen desatar la reacción de desprecio hasta limitar los encuentros con esa persona o incluso cortar por completo la relación.
Política de tolerancia cero con el desprecio
Saber cómo actuar con una persona que nos desprecia es fundamental para evitar que se instaure un patrón de desdén y hostilidad. De hecho, el desprecio tiene un alto precio, por lo que es mejor cortarlo de raíz antes de que se arraigue.
Ignorar el desprecio no suele hacer que desaparezca. Al contrario, a menudo da alas a la persona. Por eso, lo mejor es actuar apenas notamos la primera señal de alarma aplicando una política de tolerancia cero. Podemos ser amables y mantener la compostura, pero eso no significa que aceptaremos ser despreciados.
Por supuesto, escapar de los patrones relacionales tóxicos puede ser particularmente difícil cuando nos sentimos menospreciados o incluso irrespetados, por lo que es más fácil dejar que el desprecio siga creciendo mientras nos volvemos cada vez más pequeños. Sin embargo, debemos tener claro que superar el desprecio de los demás es posible. No tenemos – ni debemos – quedarnos atrapados en ese patrón relacional dañino. Con el desprecio, tolerancia cero.
Referencia Bibliográfica:
Schriber, RA. Et. Al. (2017) Dispositional Contempt: A First Look at the Contemptuous Person, Journal of Personality and Social Psychology; 113(2): 280-309.
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