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Inicio » Crecimiento Personal » ¿Qué es el desprecio? Lo que esconde este sentimiento

¿Qué es el desprecio? Lo que esconde este sentimiento

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Microexpresión del desprecio

El desprecio puede catalogarse como uno de los cuatro jinetes del Apocalipsis, fuente de muchos de los conflictos en las relaciones interpersonales y causa de innumerables rupturas y sinsabores. Sus tentáculos son largos y pueden causar mucho daño, como afirmaba Voltaire: “todo es soportable, salvo el desprecio”.

De hecho, aunque el desprecio está dirigido hacia los demás, también se refleja hacia dentro, al igual que todas las emociones negativas. Por tanto, es una espada de doble filo que termina dañando a quien lo experimenta.

¿Qué es el desprecio exactamente?

El desprecio es un sentimiento negativo que se genera al considerar que alguien es inferior. Eso significa que no es simplemente una emoción, sino que también implica una valoración, que en muchos casos puede rayar con la falta de respeto.

De hecho, el desprecio es lo opuesto a la empatía. La empatía implica ser capaz de ponerse en el lugar de los demás, experimentar sus emociones y comprender sus ideas. El desprecio, en cambio, implica una actitud de arrogancia y superioridad con la cual se juzga al otro. La empatía nutre los vínculos de la relación mientras que el desprecio los rompe.

A menudo – aunque no siempre – el desprecio aparece junto a otras emociones, como el enfado y la repulsión. De hecho, se considera que forma parte de la “Tríada de la Hostilidad”, la cual está formada por el desprecio, la ira y el disgusto.

En este sentido, investigadores del Instituto de Tecnología de California confirmaron que en algunas situaciones sociales la ira va de la mano con el disgusto y el desprecio, de manera que todas esas emociones se entremezclan en el mismo juicio social.

Emociones asociadas al desprecio como la ira

Por tanto, el desprecio es una emoción compleja que se basa en una evaluación negativa de la valía de una persona, pero también despierta sentimientos de hostilidad. Así lo confirmó un estudio realizado en la Universidad de Bari en el que se apreció que el desprecio no solo se “piensa” sino que provoca además una gran activación de la amígdala, la estructura cerebral por excelencia donde procesamos las emociones.

¿Cómo la ira se convierte en desprecio?

En muchas ocasiones el desprecio y la ira van de la mano, por lo que es difícil determinar dónde termina una emoción y comienza la otra. A menudo ambas incluso tienen un origen común: la culpa.

Despreciamos o nos enfadamos con una persona porque la culpamos por lo que ha hecho:

  • En el caso de la ira, culpamos al otro porque ha hecho intencionalmente algo que consideramos equivocado.
  • En el caso del desprecio, culpamos a esa persona por su estupidez, incompetencia o inmoralidad.

En la ira realizamos una atribución de la culpa situacional y en el desprecio disposicional. Esa es la razón por la cual, cuando sentimos desprecio, podemos pensar que esa persona ni siquiera merece nuestra atención.

Es un patrón de evaluación diferente porque implica que nos hemos rendido. Pensamos que esa persona no es lo suficientemente buena, que no puede cambiar y/o que no merece que le dediquemos nuestra energía y tiempo.

Esa evaluación de inferioridad relacionada con la ausencia de control tiene repercusiones a corto y largo plazo. El desprecio es una emoción excluyente que da paso a la indiferencia y nos empuja a intentar sacar a la persona despreciada de nuestra red social o, en el peor de los casos, aniquilarla directamente – en sentido metafórico.

De hecho, las emociones tienen una función social. La ira, por ejemplo, implica acercarse a la persona para “atacarla”. Es una especie de retroalimentación negativa con la cual pretendemos que alguien cambie su comportamiento, por lo que, en el fondo, significa que albergamos la esperanza de que se produzca una transformación positiva.

Un experimento realizado en la Universidad de Ámsterdam comprobó que las personas solían excluir e ignorar a quienes eran objeto de su desprecio. En cambio, asumían una actitud antagónica contra quienes despertaban su ira, ya sea criticando, brindando retroalimentación negativa o expresando explícitamente su enojo. También se apreció que al cabo de unos días los participantes solían reconciliarse más con el objeto de su ira mostrando una tendencia al acercamiento que con el blanco de su desprecio.

Por tanto, el objetivo “emocional” del desprecio es excluir al transgresor, a diferencia del objetivo de la ira, que es confrontacional.  El desprecio implica la pérdida de esa esperanza. Es una excepción dentro de nuestro abanico emocional ya que su función no es vincular sino preservar y, de ser posible, ampliar la distancia entre las personas y romper cualquier atisbo de intimidad.

Cabe aclarar que en algunos casos la ira sostenida no ayuda a cambiar a la persona, sino que agrava su comportamiento. Entonces el enfado genera una sensación de impotencia que da paso al desprecio. Generalmente se trata de un mecanismo que ocurre por debajo del umbral de nuestra conciencia.

No obstante, en algunos casos podemos elegir de manera más o menos consciente el desprecio porque sabemos que la ira es una respuesta social más castigada o mal vista. En práctica, las implicaciones sociales negativas relacionadas con la ira pueden hacer que elijamos el camino del desprecio y la indiferencia, que es más aceptado a nivel social ya que su expresión es más velada, aunque ello no significa que haga menos daño a nivel psicológico.

Las 3 causas fundamentales del desdén, según la ciencia

El desprecio suele ser una reacción ante una situación específica, generalmente ante el comportamiento de una persona o grupo. Podemos sentir desprecio porque nos han herido, insultado o humillado profundamente, pero también ante lo que consideramos una transgresión inaceptable.

  • Rechazo social

A menudo el desprecio surge de un rechazo social, como cuando no somos correspondidos y terminamos despreciando a quien era objeto de nuestro amor. Un estudio realizado por el psicólogo Roy Baumeister en 1993 comprobó que, en el amor no correspondido, el 25% de los rechazados informaron albergar sentimientos negativos hacia el objeto de su amor, entre ellos el desprecio.

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Esa reacción podría ser una especie de mecanismo de defensa pues como el desprecio suele implicar la desvalorización otro, también impulsa la imagen de sí mismo. En esos casos, sería una emoción “equilibradora” ante el rechazo para compensar el golpe que ha sufrido el ego.

  • Transgresión moral

También podemos sentir desprecio hacia alguien que ha transgredido un código moral, como es el caso del maltrato, la traición, el engaño o la falta de respeto. De hecho, el desprecio es una “emoción moral”. En contraste con otras emociones, el desprecio normalmente es una respuesta ante lo que consideramos una transgresión de los límites y las normas, ya sean sociales o personales.

En este sentido, un estudio muy interesante llevado a cabo en la Universidad de Pensilvania reveló que en algunos casos el desprecio suele ser la respuesta a una transgresión moral. Estos investigadores constataron que es una reacción a violaciones de tres normas éticas diferentes que denominaron CAD. En práctica, reaccionamos

  1. Con desprecio cuando se viola la jerarquía social o el deber grupal (Comunitario)
  2. Con ira cuando se violan los derechos individuales (Autonomía)
  3. Con asco cuando se viola la pureza o la santidad (Divinidad)
  • Conflictos recurrentes

En otros casos el desprecio es el resultado de una serie de conflictos recurrentes que no se resuelven de manera satisfactoria, sino que van degenerando lentamente hacia una actitud negativa hacia la otra persona. Cuando las discusiones se repiten una y otra vez sin resolución, se va erosionando la paciencia y el respeto mutuo. Lo que al principio pudo ser una diferencia de opiniones o un malentendido, con el tiempo se transforma en una batalla de desgaste.

En ese escenario, el desprecio aparece como una forma de resumir todo ese hartazgo acumulado: ya no se trata solo de lo que se discute, sino de lo que la otra persona empieza a representar emocionalmente. Sus palabras, gestos o actitudes se vuelven intolerables, casi como si su sola presencia activara una reacción de rechazo interior.

Como resultado, el desprecio actúa como un símbolo emocional de que algo se ha roto. Por eso no es raro que, tras muchos roces, una de las partes termine mirando a la otra con esa mezcla de superioridad, desdén y cansancio emocional que caracteriza al desprecio.

No obstante, el desprecio no depende únicamente de lo que nos ocurre, no es una emoción reactiva, sino que también depende de cómo procesamos la situación. Se ha demostrado que las personas más empáticas suelen sentir menos desprecio ya que intentan comprender a los demás en vez de juzgarlos. Al contrario, las personas más egocéntricas y narcisistas suelen experimentar más desprecio. De hecho, si alguien cree que es superior, percibirá a los demás como inferiores y existirán más probabilidades de que los desdeñe.

Desprecio disposicional, las características de personalidad de las personas desdeñosas

A pesar de que el desprecio es una emoción muy poderosa, con un enorme potencial para dinamizar nuestro comportamiento, ha sido muy poco estudiado. Sin embargo, hace poco psicólogos de la Universidad de California analizaron a más de 1.300 personas y descubrieron lo que catalogaron como un “desprecio disposicional”.

El desprecio disposicional es la tendencia de algunas personas a despreciar, distanciar y derogar a quienes violan sus estándares, por lo que podría considerarse como un rasgo de la personalidad. Se trata de personas despreciativas a nivel «profesional», expertas en mirar de arriba abajo a los demás, con un gesto de rechazo y asco, para después alejarse con un aire de superioridad, sin decir nada o dejando caer una frase que acabará con la autoestima del otro.

Lo interesante es que las personas que mostraban un desprecio disposicional en sus relaciones también eran más propensas a:

  • Sentir envidia de los demás
  • Reaccionar con ira ante el menor contratiempo
  • Mostrar un orgullo hubrístico o exagerado
  • Ser más frías en sus relaciones interpersonales
  • Creerse superior a la media
  • Presentar rasgos narcisistas
  • Ser extremadamente perfeccionistas
  • Tener rasgos antisociales

Las personas con una tendencia al desprecio disposicional también eran emocionalmente frágiles, habían desarrollado un apego inseguro y tenían una baja autoestima. De hecho, los investigadores descubrieron que el desprecio se activaba fundamentalmente cuando las personas estaban implicadas en situaciones en las que percibían un escaso poder o competencia.

Eso sugiere que cuando el desprecio se convierte en una reacción común, podría esconder una profunda inseguridad, actuando como un mecanismo de defensa para proteger un ego frágil.

Pilares del desprecio

Los daños que provoca el desprecio

El desprecio suele colarse en nuestra vida cotidiana, aunque su intensidad varía. En el entorno laboral, ya sea en el trato con los colegas o los superiores, puede estar a la orden del día, aunque también se manifiesta en las relaciones con los familiares y se expresa a nivel social hacia determinados grupos que consideramos ajenos e inferiores al nuestro.

De hecho, despreciar va mucho más allá de decir una frase hiriente. El desdén también se demuestra a través de pequeñas señales como el tono de voz negativo y sarcástico, poner los ojos en blanco, levantar ligeramente el labio superior o relacionarse desde la indiferencia más profunda, haciendo como si esa persona no existiese, evitando dirigirle la palabra.

Sin embargo, alimentar el desprecio no es bueno para nadie: ni para el despreciado ni para quien desprecia. Ya lo había dicho Honoré de Balzac: “las heridas incurables son aquellas infligidas por la lengua, los ojos, la burla y el desprecio”.

Las consecuencias del desprecio en la persona desdeñada

Como superar el desprecio de los demás no es sencillo, este puede generar un profundo daño a la autoestima. La persona despreciada comprende que no se espera nada de ella. Las miradas o los comentarios despectivos dirigidos a mostrarle que no significa nada para nosotros conducen a una disminución de la confianza en sí mismo y una sensación de incompetencia. Al ser tratada como alguien inferior, puede comenzar a sentirse como alguien inferior. Eso genera una terrible profecía que se autocumple.

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Este patrón se replica a nivel social, como demostró una investigación realizada en la Universidad Estatal de Florida. Estos psicólogos apreciaron que cuando un grupo se expone al desprecio y la exclusión, sus integrantes sufren una disminución de la autoestima y un deterioro de la capacidad de autorregulación.

Eso significa que esas personas no solo pierden la confianza en sí mismas, sino que también pierden la capacidad para regular sus emociones y comportamientos, lo cual dará pie a nuevos conflictos ya que es más probable que infrinjan las normas. En su mente se instaura un pensamiento del tipo: “Al fin y al cabo, si no le importo a los demás, tampoco importa lo que haga”.

El impacto del desprecio en quien desdeña

Sin embargo, el desprecio es una espada de Damocles que termina cayendo sobre la cabeza de quien lo experimenta. Este sentimiento se alimenta de pensamientos negativos que hierven a fuego lento sobre otra persona o grupo, lo cual no solo conduce a conflictos peligrosos y destructivos, sino que además es una fuente de malestar psicológico que nos impide encontrar la paz interior.

Aunque el desprecio se expresa con frialdad, en el interior se vive como un sentimiento que bulle, por lo que no es extraño que se haya encontrado que cuando uno de los miembros de la pareja desprecia al otro y muestra actitudes despectivas, es más propenso a contraer enfermedades infecciosas. Y es que el desprecio es un veneno que también destruye la salud emocional y física de quien lo experimenta.

¿Cómo liberarse del desprecio?

Liberarse del desprecio
  1. Examina tus pensamientos. La raíz del desprecio suele encontrarse en nuestros estereotipos y prejuicios, los cuales alimentan la hostilidad y la creencia de que quienes no son iguales a nosotros, son inferiores. Por eso, es fundamental escudriñar nuestros pensamientos en búsqueda de las semillas del desdén hacia determinados grupos. Ser conscientes de ello limitará su poder sobre nuestro pensamiento y comportamiento.
  2. Practica la empatía. Es difícil experimentar desprecio cuando nos ponemos en el lugar del otro. Si intentamos recorrer su camino usando sus zapatos, podemos comprender mejor sus actitudes y decisiones en vez de albergar sentimientos de hostilidad ya que normalmente esta nace de la incomprensión y el miedo a lo diferente. Por tanto, el mejor antídoto contra el desprecio consiste en ser más empáticos.
  3. No busques la perfección. La perfección no existe, pero si la buscamos en los demás y no la encontramos, corremos el riesgo de catalogarlos como inferiores y comenzar a despreciarlos. Para liberarnos de este sentimiento también debemos deshacernos del perfeccionismo. Debemos asumir que todos tenemos virtudes y defectos, y que cada quien tiene su manera de hacer las cosas y pensar – que no es mejor ni peor, sino solo diferente.
  4. Deja de juzgar. Cuando dejamos de criticar encontramos la paz interior. Cuando dejamos de juzgar a los demás según nuestra vara de medir, le cortamos el oxígeno al desprecio, por lo que no podrá sobrevivir. Hay que asumir de una vez y por todas que los demás no tienen que comportarse según nuestras expectativas y normas y que no tenemos el derecho a juzgarlos o criticarlos solo porque no compartan nuestra manera de ver la vida. Debemos aprender a vivir y dejar vivir.
  5. Perdona más. El desprecio suele cocinarse a fuego lento, alimentado por las llamas del rencor. Sin embargo, si perdonamos a esa persona y le damos una segunda o tercera oportunidad, estaremos librándonos de las emociones negativas que también nos consumen y dañan. Debemos tener presente que perdonar es – sobre todo y ante todo – un acto de liberación personal. Perdonar no significa aceptar el daño que nos han hecho, sino darnos la posibilidad de deshacernos de su influjo.

En última instancia, el desprecio nos habla más de nuestras heridas y estereotipos que de los defectos del otro. Es una emoción que se disfraza de superioridad, pero muchas veces nace del dolor, la frustración o la decepción. Aprender a reconocerlo y comprender su origen es el primer paso para desmontar sus efectos, tanto en nuestras relaciones como en nuestra salud mental.

Referencias Bibliográficas:

Schriber, R. A., Chung, J. M., Sorensen, K. S., & Robins, R. W. (2017). Dispositional contempt: A first look at the contemptuous person. Journal of Personality and Social Psychology, 113(2), 280–309.

Fisher, A. (2011) Contempt: A Hot Feeling Hidden under a Cold Jacket. En: Re-constructing emotional spaces: from experience to regulation; 77-87. Praga: Prague College of Psychosocial Studies Press.

Hutcherson, C. A. & Gross, J. J. (2011) The Moral Emotions: A Social-Functionalist Account of Anger, Disgust, and Contempt. Journal of Personality and Social Psychology; 100(4): 719-737.

Fischer, A. H. & Roseman, I. J. (2007) Beat them or ban them: The characteristics and social functions of anger and contempt. Journal of Personality and Social Psychology; 93: 103–115.

Sambataro, F. et. Al. (2006) Prefential responses in amygdala and insula during presentation of facial contempt and disgust. European Journal of Neuroscience; 24: 2355-2362.

Baumeister, R. F. et. Al. (2005) Social exclusion impairs self-regulation. Journal of Personality & Social Psychology; 88: 589-604.

Rozin, P. et. Al. (1999) The CAD triad hypothesis: A mapping between three moral emotions (contempt, anger, disgust) and three moral codes (community, autonomy, divinity). Journal
of Personality and Social Psychology
; 76: 574–586

Baumeister, R. F. et. Al. (1993) Unrequited love: On heartbreak, anger, guilt, scriptlessness, and humiliation. Journal of Personality and Social Psychology; 64: 377–394.

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Jennifer Delgado Suárez

Psicóloga Jennifer Delgado Suárez

Soy psicóloga. Por profesión y vocación. Divulgadora científica a tiempo completo. Agitadora de neuronas y generadora de cambios en mis ratos libres. ¿Quieres saber más sobre mí?

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Comentarios

  1. Sherezhade mv dice

    05/10/2018 a las 8:37 PM

    Maravilloso artículo, gracias. Me ha servido muchísimo.

    Responder
  2. The teacher dice

    28/10/2018 a las 11:59 AM

    Y cuando te desprecian? qué herramientas tienes cuando debes ver a esa persona con cierta frecuencia obligatoriamente?

    Responder
  3. RJ dice

    19/11/2018 a las 9:57 PM

    Encuentro muy útil éste artículo. En cuanto a liberarse del deprecio, el punto 5: Perdona más está dirigido sólo a quien desprecia verdad? Pues, quien es atacado por el desprecio, no tiene porqué sentirse culpable de nada, ni necesita el perdón de nadie. Por lo demás es excelente. Otra pregunta, cómo ayudar a los narcisistas que jamás piden perdón ni dan las gracias, cómo hacerles ver su actuar? qué pierden ellos? y por último, la víctima cómo puede combatir el desprecio? Gracias.

    Responder
  4. Jennifer Delgado dice

    21/11/2018 a las 9:31 AM

    Los cinco puntos se refieren a "Cómo liberarse del desprecio", son consejos para las personas que experimentan desprecio, para que se liberen de ese sentimiento que, al final, también las daña.
    Respecto a cómo lidiar con el desprecio, ya es tema de otro artículo que tengo en el tintero 😉

    Responder
  5. Juan dice

    30/11/2018 a las 3:01 PM

    Hay algo que me gustaría saber. Cuando una persona es despreciada por un grupo por el motivo que sea, ¿las personas de ese grupo se pueden poner de acuerdo para ejercer sobre el despreciado conductas de acoso psicológico?

    Responder
  6. Jennifer Delgado dice

    01/12/2018 a las 8:59 AM

    Hola Juan,
    Cada caso es diferente. Lo más usual es que no exista un acuerdo explícito entre los miembros del grupo para acosar y despreciar a otra persona sino que se trate de una conducta aprobada, compartida y/o permitida por los miembros.

    Responder
  7. Jorge Alberto dice

    07/02/2020 a las 5:50 PM

    Somos producto de una sociedad podrida, que nos orilla a comportamientos antisociales, más sin embargo de estos factores tenemos que aprender, el reconocerlos es una parte de la cura, con el tiempo esto nos permitirá salir de la gran rueda lava cerebros que muchos llaman sistema.

    Me encantan tus articulos, me permiten conocer mis propias deficiencias y aunque no logre cambiarlas porque quizas esten mas arraigadas de lo que deseo, si me permiten conocer, los posibles origenes y al menos darles un nombre como es debido.

    Responder
  8. Pedro A. dice

    24/08/2020 a las 9:26 PM

    Buen post, útil, objetivo, gracias me ayudo.

    Responder
  9. Juan Carlos Julian dice

    01/01/2021 a las 11:04 AM

    Hermoso artículo ! – De paso ..
    Hace un tiempo escuché «cuando alguien da mucho a otra persona, a la larga esa otra termina despreciando a quien le da». En ese momento esta sentencia no me pareció muy acertada, pero quiso el destino que después me encontrara con varios casos en que eso se dio con ribetes dramaticos. En dos casos, una madre, de esas «madrazas», abnegadas hasta el ridículo de mantener a dos niños (de 45 y 52 anos !!!! ), es permanentemente humillada por ellos. En un caso el tema me tocó muy de cerca.. pero mejor no abundo en detalles.
    Por qué ??

    Responder
    • Jennifer Delgado dice

      04/01/2021 a las 11:15 AM

      Hola Juan Carlos,
      Las causas pueden ser muchas. En este artículo explico la más habitual: Hay quienes no valoran lo que haces por ellos hasta que dejas de hacerlo.

      Responder
  10. Sonysmer dice

    02/01/2024 a las 3:23 PM

    Excelente artículo, aclaró mis dudas, me dió otro panorama, gracias!!!! solo con leer este artículo sobre el desprecio, fue suficiente para mi y para mi crecimiento personal!

    Responder

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