Como padres, queremos lo mejor para nuestros hijos. Sin embargo, no es un secreto para nadie que la adolescencia puede ser una etapa particularmente difícil. A veces, podemos sentir que han cambiado tanto, que apenas los reconocemos.
Sin duda, la adolescencia es una etapa de muchos cambios, no solo a nivel físico sino también emocional. La búsqueda de su identidad y los vaivenes emocionales, así como los nuevos intereses y amistades que trae esta fase vital, hacen que sea difícil determinar si determinados comportamientos son normales o el síntoma de un problema más grave que demanda atención psicológica.
Aunque cada adolescente es un mundo, para algunos de ellos esas experiencias pueden llegar a ser abrumadoras, por lo que es importante que, como padres, no nos apresuremos a descartar esas conductas catalogándolas como la típica rebelión puberal o pensando que las superarán con la edad porque en algunos casos son un indicador de problemas más serios.
Como explica la psicóloga para adolescentes Teresa Fernández Oliver, debemos recordar que “esta etapa tan importante de la vida es decisiva para tomar un camino u otro”, pero es común que los adolescentes “tengan muchas dudas y preguntas que a veces les cuesta expresar”.
De hecho, la terapia puede ser particularmente valiosa para los adolescentes que tienen problemas de salud mental porque la mayoría no quieren hablar con sus padres sobre sus emociones o experiencias, pero pueden sentirse más cómodos abordando esas dificultades con un psicólogo.
“Sea por el motivo que sea, es importante que en esta etapa puedan tener el apoyo que necesitan puesto que es crucial para formar su personalidad”, nos recuerda la especialista. Por tanto, reconocer que un adolescente necesita ayuda psicológica es una de las mejores cosas que podemos hacer como padres para proteger la salud mental de nuestros hijos.
¿Cuándo llevar a un adolescente al psicólogo?
Existen diferentes señales de alerta que pueden indicar a los padres que sus hijos necesitan ayuda especializada:
- Se ha vuelto retraído repentinamente. Es normal que los adolescentes se vuelvan más reservados e introvertidos, especialmente con sus padres, ya que están comenzando a buscar su propio camino y construyendo su identidad. Sin embargo, el distanciamiento repentino y los intentos de evitar a la familia y los amigos pueden indicar un problema más profundo, como acoso escolar, depresión o algún trauma. Aunque ser introvertido y pasar tiempo a solas es saludable, aislarse completamente no lo es. La terapia puede proporcionar un entorno seguro para explorar más a fondo ese cambio de comportamiento y comprender su causa ayudando al adolescente a construir una red de apoyo segura.
- Ha perdido el interés por sus aficiones. La anhedonia implica la dificultad para experimentar placer y es uno de los síntomas de la depresión. Puede hacer que los adolescentes abandonen sus actividades habituales, pasiones e intereses. Generalmente se acompaña de una sensación de desesperanza y desesperación. Por tanto, si un adolescente pierde el interés por casi todo y se muestra apático y desmotivado, es probable que le ocurra algo. Un psicólogo podrá ayudarle a comprender qué le ocurre para que vuelva a encontrar la motivación.
- Siempre está enfadado. Los arrebatos de ira ocasionales son relativamente normales en la adolescencia ya que se trata de una etapa estresante y turbulenta. Además, la corteza prefrontal aún no se ha desarrollado por completo, lo cual dificulta el control de los impulsos. Sin embargo, la ira crónica suele indicar un problema mental subyacente. A menudo esa irritabilidad y enfado encubren emociones como el estrés, el miedo o la vergüenza. Con la guía de un psicólogo, el adolescente podrá explorar la causa de su enojo y aprender habilidades de afrontamiento más saludables.
- Se muestra ansioso y preocupado continuamente. La adolescencia es una fase de cambios, por lo que también trae aparejada una gran dosis de incertidumbre. Por tanto, no es inusual que algunos adolescentes comiencen a experimentar ansiedad. Si se muestran particularmente angustiados ante ciertas situaciones, ya sea en las interacciones sociales, ante los exámenes o por su rendimiento deportivo, es conveniente que acuda a una consulta psicológica. Un terapeuta podrá enseñarle ejercicios de relajación y técnicas de reestructuración cognitivas para que aprenda a controlar la tensión y pueda lidiar mejor con el estrés.
- Está desarrollando hábitos poco saludables. La adolescencia es una etapa crucial para desarrollar buenos hábitos que acompañarán a nuestros hijos durante toda su vida. Sin embargo, cuidarse bien puede ser un reto cuando se lucha con pensamientos y emociones negativos. Un cambio en sus hábitos de sueño, alimentación o higiene puede indicar que se está “incubando” un trastorno. Comer demasiado o saltarse comidas pueden ser síntoma de la presencia de un trastorno alimentario mientras que descuidar su higiene y dormir poco pueden ser señales de trastornos psiquiátricos o incluso del consumo de drogas. Un psicólogo podrá descubrir qué está ocurriendo y ayudarle a lidiar con ello de una manera más saludable y constructiva.
- Su rendimiento académico está disminuyendo. No se trata de exigir las máximas calificaciones ya que eso solo genera más estrés y ansiedad, pero si el rendimiento del adolescente cae en picado y pierde el interés incluso por las actividades extracurriculares, podría ser una señal de que algo anda mal. La depresión provoca falta de motivación y apatía, por ejemplo. Llevarlo al psicólogo podría ser útil para comprender el origen de sus dificultades en la escuela y ayudarlo a procesar y liberar las emociones negativas que pueden estar obstaculizándolo.
- Presenta comportamientos de riesgo. La adolescencia se caracteriza por la búsqueda de nuevas experiencias y la gran dependencia del grupo, por lo que a esta edad pueden comenzar a desarrollar algunos comportamientos problemáticos, como la dependencia de Internet o las redes sociales. Algunos también comienzan a probar el alcohol o incluso las drogas, otros pueden autolesionarse como una forma para aliviar el dolor emocional. Todos esos síntomas son alertas graves que indican la necesidad de buscar tratamiento psicológico cuanto antes.
En comparación con la vida adulta, la etapa de la adolescencia puede parecer despreocupada y carente de obligaciones, pero como padres debemos recordar que nuestros hijos también luchan sus propias batallas. La Organización Mundial de la Salud indica que uno de cada siete adolescentes y jóvenes de entre 10 y 19 años sufre un trastorno mental.
La depresión, la ansiedad y los trastornos del comportamiento son las principales causas de discapacidad en esta etapa y el suicidio – un tema casi tabú – es la cuarta causa de muerte. De hecho, la Asociación Estadounidense de Psicología ya ha lanzado la voz de alarma afirmando que “la salud mental de los niños y adolescentes está en crisis”.
Las consecuencias de no llevar a un adolescente al psicólogo cuando tiene problemas pueden extenderse hasta la edad adulta, perjudicando su salud física y mental, además de limitar las oportunidades de llevar una vida plena. Como padres, es importante mantenerse atentos a las diferentes señales de alarma y buscar la ayuda psicológica necesaria para evitar que los trastornos se agraven.
Referencias Bibliográficas:
Abrams, Z. (2023) Kids’ mental health is in crisis. Here’s what psychologists are doing to help. APA: Monitor on Psychology; 54(1): 63.
(2021) Mental health of adolescents. En: WHO.
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