La ansiedad es un problema de salud mental bastante común que afecta a uno de cada cinco adultos en Estados Unidos, según la Asociación Estadounidense de Ansiedad y Depresión (ADAA). En España también es el trastorno psicológico más frecuente, alcanzando al 10,4% de la población, de acuerdo con el Ministerio de Sanidad.
La mayoría de las personas piensan que la ansiedad es simplemente una sensación de inquietud, nerviosismo y zozobra. Sin embargo, quienes luchan día a día contra un trastorno de ansiedad grave experimentan pensamientos intrusivos persistentes y una serie de síntomas físicos que afectan su funcionamiento normal. Conocer algunos datos sobre la ansiedad te permitirá comprender mejor esta afección para que puedas evitarla o mantenerla bajo control.
Datos curiosos sobre la ansiedad para comprender mejor este trastorno
1. La ansiedad se dispara cuando realizamos trabajos para los que no estamos capacitados
El trabajo es una de las principales fuentes de estrés para la mayoría de las personas. La tensión que generan los plazos de entrega, una carga de trabajo excesiva o incluso los conflictos interpersonales hacen mella en nuestro equilibrio mental. Sin embargo, las tensiones laborales no impactan por igual en todos.
Un estudio realizado en la Universidad de Bergen en el que se analizaron a más de 17.000 trabajadores reveló que quienes desempeñan trabajos más básicos muestran niveles de ansiedad mayores, así como aquellos que no tienen las habilidades necesarias.
También se conoce que el estrés y la tensión es mayor en las profesiones que están en contacto directo con las personas, como quienes trabajan de cara al público. Obviamente, quienes lidian día tras día con el sufrimiento humano, como los profesionales de la Medicina o la Enfermería, también pueden experimentar niveles de ansiedad elevados, que a menudo coexisten con el síndrome de burnout.
2. La ansiedad puede comenzar en la niñez
La ansiedad no es un problema exclusivo de los adultos. Al igual que el TDAH y otros trastornos mentales, también afecta a los niños. Según los CDC, el 7% de los menores de 18 años tienen pensamientos ansiosos que afectan su calidad de vida. Aunque es normal que los niños se preocupen a veces, es importante prestar atención a sus miedos e inquietudes, sobre todo si estas se vuelven recurrentes o limitan su día a día.
Por desgracia, a diferencia de los adultos, la ansiedad infantil no siempre se manifiesta a través del comportamiento sino que se introyecta y somatiza, por lo que a muchos padres les resulta difícil detectar este problema y buscar la ayuda psicológica necesaria.
No obstante, algunos síntomas externos de la ansiedad en los niños son: dolores de cabeza y de estómago, dificultad para dormir, rabietas y apego excesivo a los padres. Cabe aclarar que si no se trata, la ansiedad infantil puede reaparecer más adelante en la adultez y suele ser particularmente resistente a los tratamientos.
3. La ansiedad desencadena síntomas físicos
La mayoría de las personas asocian la ansiedad con síntomas mentales y emocionales, como irritabilidad, dificultad para concentrarse y frustración. Sin embargo, este trastorno también causa síntomas físicos que se derivan de la respuesta de lucha/huida del cuerpo.
Una vez que el cerebro detecta una amenaza, produce neurotransmisores como la adrenalina y el cortisol que desencadenan una cascada de reacciones a nivel fisiológico. Por ese motivo, los datos sobre la ansiedad revelan que este trastorno también se manifiesta a través de:
- Aumento en la frecuencia cardíaca (palpitaciones)
- Cansancio y agotamiento
- Palpitaciones
- Dolor, tensión y molestias musculares
- Dificultad para respirar
- Sensación de hormigueo
- Mareos y náuseas
Reconocer estos síntomas a tiempo nos permitirá buscar ayuda para curar la ansiedad antes de que este trastorno se instaure y sus síntomas se cronifiquen.
4. La ansiedad puede alterar el sentido del olfato
Los efectos de la ansiedad van más allá del miedo o las fobias. Este trastorno también puede afectar nuestros sentidos. Si bien el olfato no guarda una relación muy estrecha con la salud mental, la ansiedad se las ingenia para afectarlo.
Se conoce, por ejemplo, que la ansiedad puede causar sensibilidad a los olores. Básicamente, lo que ocurre es que en ese estado de hiperactivación nerviosa prestamos más atención a la información que nos llega a través de los sentidos, por lo que podemos volvernos más receptivos a los olores. No obstante, en los casos más graves incluso puede producir fantosmia; o sea, hacer que percibamos olores que no existen.
Dado que los olores se decodifican en el cerebro y la ansiedad provoca diversos cambios bioquímicos en el cuerpo, es posible que esa conjugación de factores sea la causante de los olores fantasmas. De hecho, sentirnos demasiado ansiosos puede causar una hiperestimulación de los receptores del olfato, e incluso del gusto, lo cual genera olores o sabores extraños.
5. La ansiedad afecta la memoria
La ansiedad es un estado de hiperestimulación en el que el cerebro busca amenazas potenciales por doquier, por lo que es comprensible que termine obviando lo que no considera importante. Básicamente, es como estar inmersos en una batalla permanente por mantenernos centrados en el momento presente pues la ansiedad nos empuja una y otra vez hacia el futuro para avizorar posibles peligros.
Ese estado de tensión e hipervigilancia constante hace que prestemos demasiada atención a estímulos irrelevantes, de manera que a veces puede costarnos concentrarnos en lo verdaderamente importante. Eso termina creando lapsos de memoria y despistes. De hecho, no es inusual que las personas ansiosas a menudo parezcan distraídas, que no están escuchando o incluso que no les importa lo que ocurre.
Por otra parte, los pensamientos intrusivos y recurrentes, así como los sesgos atencionales, también terminan afectando nuestro rendimiento cognitivo, en particular la memoria ya que sus estructuras cerebrales son muy sensibles al aumento de cortisol que acompaña los cuadros de ansiedad.
No obstante, cabe aclarar que la cantidad de cortisol adecuada puede mejorar nuestra memoria (para los sucesos negativos). Sin embargo, los niveles elevados de cortisol a lo largo del tiempo debido a un trastorno de ansiedad terminan lastrando la memoria. Por tanto, cuanto más a menudo experimentemos ansiedad, más cortisol habrá circulando por nuestro cuerpo y más se deteriorará nuestra capacidad mnémica.
En resumen, existen muchos datos sobre la ansiedad que la mayoría de las personas desconocen, lo cual puede conducirlas a confundir o ignorar sus síntomas, de manera que no buscan la ayuda psicológica que necesitan. De esta forma dan alas a la ansiedad, la cual echará raíces y terminará afectando ostensiblemente su calidad de vida.
Referencias Bibliográficas:
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Lukasik, K. M. et. Al. (2019) The Relationship of Anxiety and Stress With Working Memory Performance in a Large Non-depressed Sample. Front Psychol; 10: 4.
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