Las expectativas son un eje transversal a lo largo de nuestra vida. Nos formamos expectativas sobre todo y todos – desde el estado del tiempo hasta los comportamientos de los demás, el curso de los acontecimientos e incluso sobre nosotros mismos. Sin embargo, muchas veces esas expectativas no se cumplen, condenándonos a un estado de insatisfacción. Por ese motivo, es importante comprender qué son las expectativas y, sobre todo, aprender a lidiar con ellas para que no se conviertan en una fuente de frustración permanente.
Las mejores frases sobre las expectativas en la vida
1. “Bienaventurado quien nada espera, porque nunca será defraudado”. – Alexander Pope
El poeta inglés sabía muy bien de lo que hablaba puesto que en su juventud sufrió varios problemas de salud, incluyendo una forma de tuberculosis que afectó su columna vertebral, provocando una deformación corporal y atrofiando su crecimiento. Pope creía que si mantenemos bajo control nuestras expectativas, disminuiremos las probabilidades de sentirnos defraudados. Cuando no albergamos demasiadas ilusiones, cerramos la puerta al desengaño ya que este nace precisamente de las expectativas defraudadas.
2. “Las mejores cosas de la vida son inesperadas porque no teníamos expectativas”. – Eli Khamarov
Cuando no albergamos demasiadas expectativas sobre cómo deben ir las cosas o cómo se deben comportar los demás abrimos la puerta a la sorpresa. Cuando no tenemos ideas preconcebidas, nos abrimos a la magia de lo desconocido. De hecho, deshacernos de las expectativas también implica aceptar la incertidumbre del universo con la disposición para fluir con los acontecimientos. Cuando asumimos ese estado de flujo, aumentan las probabilidades de que la vida nos sorprende gratamente, enviándonos justo lo que necesitamos en ese momento.
3. “Las expectativas son como una pieza de cerámica delicada. Cuanto más fuerte las sujetes, más probable es que se rompan”. ― Brandon Sanderson
Este escritor estadounidense se refiere a nuestra tendencia a aferrarnos a las expectativas, incluso a aquellas irreales, cuya probabilidad de ocurrencia es mínima. Una vez formadas, solemos aferramos a esas ideas preconcebidas como si de una tabla de salvación se tratara, sin darnos cuenta de que cuánto más fuerte es ese apego, más probable es que las expectativas no se cumplan ya que terminamos ejerciendo una presión excesiva sobre los demás o sobre las circunstancias, una presión que a menudo las empujan en la dirección opuesta. De esta forma, a veces se produce el efecto contrario: cuanto más deseamos una cosa, más la alejamos.
4. «Las expectativas sobre la vida dependen de la diligencia: el mecánico que quiere perfeccionar su trabajo primero debe afilar sus herramientas”. – Confucio
Confucio se refería al hecho de que muchas veces nuestras expectativas no tienen una base sólida. Más que una probabilidad basada en los hechos, son una esperanza sustentada en nuestros deseos. Cuanto más se alejen las expectativas de la realidad y más se conviertan en un reflejo de nuestros deseos, más aumentan las probabilidades de que se esfumen. Por esa razón, el filósofo nos anima a poner de nuestra parte ajustando nuestras expectativas de la misma manera en que nos aseguraríamos de que nuestras herramientas de trabajo están en buenas condiciones. No es sensato quedarnos sentados de brazos cruzados a alimentar ciertas expectativas. Es más racional trabajar para que se cumplan.
5. “Nuestro entorno, el mundo en el que vivimos y trabajamos, es un espejo de nuestras actitudes y expectativas”. – Earl Nightingale
Este locutor de radio, siempre preocupado por el carácter humano y la existencia significativa, pensaba que gran parte de lo que nos ocurre es el resultado de la manera en que comprendemos y nos relacionamos con el mundo. Nuestras expectativas, sobre todo aquellas de las que no somos plenamente conscientes, también dan forma a ese mundo y determinan la manera en que reaccionarán quiénes nos rodean. Las expectativas también pueden ser una profecía autocumplida, por lo que debemos prestar más atención a lo que deseamos y esperamos de los demás.
6. “Las expectativas suelen fallar, generalmente allí donde más prometen”. – William Shakespeare
El escritor nos alertaba de que debemos prepararnos para lidiar con las expectativas frustradas, sobre todo cuando son demasiado altas ya que las probabilidades de que no se cumplan son elevadas. Poniendo en práctica una especie de Praemeditatio Malorum, la técnica estoica para que la adversidad no nos tome por sorpresa, Shakespeare nos anima a ser conscientes de que las expectativas no siempre llegan a buen puerto, de manera que deberíamos tener un plan B para lidiar con las desilusiones que nos esperan a lo largo del camino.
7. “Mi felicidad crece en proporción directa a mi aceptación y en proporción inversa a mis expectativas”. – Michael J. Fox
El actor canadiense sabe de lo que habla. Con un diagnóstico de Parkinson que lo obligó a alejarse de las cámaras, en su libro “Lucky Man” contó cómo después de siete años de negación, finalmente logró aceptar su enfermedad. Fox nos habla de la necesidad de aceptar los vaivenes de la vida – con sus aspectos positivos y negativos – en vez de aferrarnos a nuestras expectativas e ideas preconcebidas sobre cómo deberían ser las cosas. Ese es, precisamente, uno de los secretos de la felicidad: aprender a fluir con la vida, aprovechando lo que nos da.
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