“Piensa positivo” es una recomendación omnipresente que a menudo también se promociona como la solución mágica a todos los males. Sin embargo, sufrir una sobredosis de pensamiento positivo puede tener efectos contraproducentes generando más frustración e ira.
Y es precisamente la ira, una de las emociones más denostadas, la que puede sacarnos de ciertas situaciones. A fin de cuentas, en nuestro universo afectivo ninguna emoción es prescindible. Todas tienen su razón de ser. Solo debemos asegurarnos de expresarlas asertivamente y encontrarles una salida útil.
La ira aporta una gran dosis de energía
Enojarse no siempre sienta bien. No es agradable sentir cómo la ira nos recorre hasta el punto de hacernos estallar. Sin embargo, a veces tiene sus beneficios, como cuando debemos enfrentarnos a un reto complicado. De hecho, la etimología de la palabra ira se remonta al vocablo indoeuropeo eis, que significa mover rápidamente o pasión.
Por ese motivo, no debe extrañarnos que un estudio realizado en la Universidad de Texas A&M revelara que el enfado puede ayudarnos a alcanzar nuestras metas, sobre todo cuando nos hemos propuesto un objetivo muy desafiante.
En uno de los experimentos, los investigadores pidieron a un grupo de participantes que resolvieran acertijos de distintos grados de dificultad. Cuando se enfrentaban a problemas complejos, difíciles de resolver, comprobaron que la ira los ayudaba a encontrar las soluciones. Sin embargo, dicha emoción no mejoraba el rendimiento en los acertijos más fáciles.
En otro experimento, los investigadores dijeron a los participantes que podrían ganar un premio si realizaban una serie de tareas lo más rápido posible. En este caso, la ira también mejoró los tiempos de respuesta, además de hacer que las personas se esforzaran más y volvieran a intentarlo para reducir sus tiempos. O sea, no solo mejoraba su desempeño, sino que además alentaba la perseverancia.
¿Cuál es la función de la ira y cómo aprovecharla?
Históricamente, el enojo manifiesto se ha considerado como una fuerza destructiva. Séneca, por ejemplo, pensaba que la ira es una locura temporal. Sin embargo, es importante conocer las diferencias entre ira y agresividad ya que mientras del enfado podemos obtener algo positivo, su expresión violenta siempre resulta dañina.
De hecho, aprovechar el enojo puede ser mucho más efectivo que simplemente reprimirlo. La represión emocional suele dejarnos exhaustos, mientras que la ira nos aporta energía. Es una emoción que incita a la acción y un potente dinamizador de la conducta, por lo que podemos utilizarla a nuestro favor cuando necesitamos una dosis de motivación adicional.
Un diálogo interno enojado, por ejemplo, podría ayudarnos a encontrar la energía que necesitamos para seguir esforzándonos. La función adaptativa de la ira no se limita únicamente a protegernos de una agresión.
En el fondo, esta emoción tiene el objetivo de activar los procesos psicológicos y fisiológicos que necesitamos para mantener un elevado nivel de energía. Prepara nuestro organismo y nuestra mente para mantenernos en un estado de activación focalizada y dirigida hacia una meta.
Por si fuera poco, un estudio realizado en la Capital Normal University de Beijing incluso comprobó que la ira también es un gran aliciente de la creatividad a la hora de resolver problemas novedosos, mucho más que la alegría. ¿El secreto?
En contraste con el proceso de razonamiento convencional, que depende en gran medida del control cognitivo, la creatividad puede dispararse cuando se suprime la función de control cognitivo, algo que suele ocurrir en situaciones de ira. Por ese motivo, el enojo no solo puede promover el pensamiento divergente sino además reducir el tiempo de reacción para encontrar soluciones creativas a los problemas; o sea, puede catapultar nuestra agilidad mental.
Por tanto, la clave consiste en canalizar esa energía adecuadamente para alcanzar nuestros objetivos. Como dijera Aristóteles, la ira tiene un enorme potencial para lograr un cambio positivo, siempre que no socave la razón. En “Ética a Nicómaco”, el filósofo explicó: “cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo”.
Solo tienes que recordar no quedarte atrapado en la ira. Conviene encontrar un equilibrio y cultivar emociones más positivas que te hagan sentir mejor cuando finalmente hayas alcanzado tu meta. Puedes utilizar la ira como una fase en el camino, pero no como un sitio donde acampar. Y asegúrate siempre se expresarla de manera adecuada, de forma que no te dañe ni dañes a los demás.
Referencias Bibliográficas:
Lench, H. C. et. Al. (2023) Anger has benefits for attaining goals. Journal of Personality and Social Psychology; 10.1037.
Zhan, J. et. Al. (2020) The angrier or the happier the more creative? The impact of anger and joy induction on creative problem-solving and divergent thinking. Psych J; 9(6): 864-876.
Deja una respuesta