Herbert Bayard Swope, un escritor estadounidense afirmó: “No conozco la fórmula del éxito pero conozco la del fracaso: intentar agradarle a todos”. De hecho, muchos afirman que no existe un secreto para alcanzar el éxito, en el sentido más estricto del término. Sin embargo, hace algún tiempo un profesor japonés asombró al mundo afirmando que conocía la “fórmula del éxito”, y que la utilizaba a menudo en sus clases para recordarles a sus estudiantes lo verdaderamente importante en la vida.
La adivinanza del tío millonario
Vamos a hacer un pequeño paréntesis: imagina que hace poco has descubierto que tienes un tío millonario. Este te ha dejado una tajada de su patrimonio pero su testamento es un poco enigmático porque, antes de cobrar la parte de la herencia que te corresponde, debes elegir la manera en que recibirás el dinero. Tienes dos opciones:
- Te ingresarán 1 millón de euros en tu cuenta, hoy mismo, sin hacer preguntas y sin tener que rellenar papeles. Podrás gastarlos inmediatamente.
- Te ingresarán 1 céntimo de euro en una cuenta vinculada durante 30 días, lo cual significa que no podrás usar el dinero durante un mes pero tendrás la garantía de que el valor del depósito se doblará cada día, hasta que caduque el vínculo. Podrás usar el dinero después del mes.
No lo pienses demasiado, ¿qué opción te resulta más incitante? ¿Cuál elegirías: 1 millón de euros o 1 céntimo?
La fórmula del éxito del profesor japonés
El profesor que ha desarrollado la «fórmula del éxito» se llama Sotuto Shimunito y su idea ha invadido, literalmente, las redes sociales niponas:
¿Qué significa?
– 1,01 365 = 37,78. Imagina que “1” representa tu situación actual en todas las esferas de tu vida. ¿Qué pasaría si cada día, durante los próximos 365 días, mejorases tu desempeño o habilidades apenas un 1% respecto al día anterior? La matemática nos dice que después de un año seríamos 38 veces mejores, en comparación con el punto de partida.
– 0,99 365 = 0,03. Sin embargo, ¿qué sucedería si abandonases poco a poco, si cada día empeoraras aunque sea tan solo un 1%? ¿Qué pasaría si estudiásemos, ahorrásemos o entrenásemos un 1% menos? Probablemente estás pensando que no cambiaría mucho pero en realidad, después de un año, prácticamente nos encontraríamos con un cero en nuestra cuenta.
Dejando los números aparte ya que son solo un medio para demostrar un hecho, lo que nos desvela esta fórmula del éxito es una enseñanza fundamental para el crecimiento personal: “Si acumulamos pequeños progresos (+1%), día tras día, llegará un momento en que crecerán de manera exponencial y sin tener que esforzarnos tanto”.
Tres ideas prácticas para aplicar la “fórmula del éxito”
En la vida, si no vas hacia adelante, simplemente vuelves hacia atrás. Todo está en continuo movimiento y no es posible quedarse inmóviles mientras todo cambia a nuestro alrededor. Por eso, la fórmula del éxito tiene unas enormes implicaciones prácticas.
- Concéntrate en cada céntimo
¿Recuerdas la adivinanza del tío millonario? La mayoría de las personas elige tener el millón de euros inmediatamente, piensan que es la mejor opción, después de todo, “más vale pájaro en mano que cien volando”.
De hecho, si reflexionamos al respecto nos daremos cuenta de que lo más usual es que cuando nos planteamos un objetivo pero no logramos alcanzar los resultados rápidamente, nos desmotivemos. Mantenerse concentrados en los pequeños pasos y los progresos cotidianos, que a veces son apenas perceptibles, es aburrido, por lo que es perfectamente comprensible que intentemos apostar por una gratificación inmediata.
Sin embargo, ¿qué pasaría si escogiésemos la segunda opción? ¿Qué pasaría si apostáramos por concentrarnos en un céntimo?
Al inicio los progresos vendrían a cuentagotas: el primer día tendríamos un céntimo, el segundo 2 céntimos, el tercero 4 céntimos y después de una semana, apenas podríamos comprar una botella de agua. Después de dos semanas, podríamos comprar un par de zapatos con la herencia que nos ha dejado el tío millonario pero de repente algo cambia y esos cambios lentos se convierten en algo realmente apetecible así que al cabo de los 30 días tendríamos en la cuenta más de 5 millones de euros.
En la vida, como en esta fórmula matemática, llega un momento en que los pequeños logros se convierten en algo mayor que nos da una gran satisfacción. Sin embargo, debemos ser capaces de concentrarnos en los pequeños logros del día a día y no desfallecer.
- Libérate del perfeccionismo
Concentrarse en los pequeños logros cotidianos no significa que debamos ser perfectos. De hecho, habrá jornadas en las que parece que el universo conspira contra ti, en la que te sentirás agotado y sin fuerzas para seguir. Rebelarse no es la solución porque así solo malgastarás energía. En su lugar, piensa que hay jornadas en las cuales puedes jugar al ataque y otras en las que toca defenderse.
Se trata de que te liberes de esa imperiosa necesidad de hacer todo de manera perfecta. Hay días en los que tu desempeño disminuirá, es algo perfectamente normal pero no tienes que tirar la toalla, haz lo que puedas y piensa que mañana será mejor.
Al mismo tiempo, evita caer en la típica postura de desinterés total. De hecho, las personas con una tendencia al perfeccionismo corren el riesgo de pasar de un extremo a otro rápidamente. Si creen que no pueden hacer algo de manera perfecta, tienden a desentenderse del objetivo. Esto se debe a que no conocen los términos medios, para ellas todo es blanco o negro.
Sin embargo, para crecer en cualquier área de la vida, debemos aprender a ser como el agua. Debemos adaptarnos al terreno y adquirir diferentes formas según las circunstancias. Recuerda que el recorrido perfecto hacia tus objetivos no existe, da el máximo cada día y, en las jornadas peores, concéntrate en el esfuerzo más que en los resultados.
- Protege tu motivación
Zig Ziglar, un escritor estadounidense dijo una vez: “Las personas se lamentan porque la motivación no les dura. Tampoco una ducha, pero la toman todos los días”. En realidad, lo más complicado de tener éxito es encontrar la motivación día tras día, hacer acopio de fuerzas para seguir adelante aunque no podamos constatar los resultados.
De hecho, en vez de pensar en la motivación como algo que encontramos al azar, lo más conveniente sería compararla con una llama. La llama puede durar mucho o apagarse rápidamente, depende de cuánto cuidado pongas en protegerla y alimentarla.
Por eso, es importante que cada día recuerdes tu objetivo final. A veces, cuando nos vemos repletos de pequeñas tareas (que son necesarias pero aburridas), corremos el riesgo de perder la motivación. Entonces es suficiente con recordar por qué estamos haciendo eso, cuál es nuestro objetivo final.
Piensa que el camino hacia el éxito a veces es como tejer una gran alfombra. Hay ocasiones en las que nos toca estar en la parte inferior, trabajar mucho y no apreciar los avances sino tan solo un entramado sin sentido de hilos y nudos. Sin embargo, cuando logramos ver la parte superior de la alfombra, nos damos cuenta de que todo tiene sentido y regresamos más motivados para seguir tejiendo, desde la parte de abajo.
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