Ya sabemos que la mente nos juega malas pasadas, bajo ciertas circunstancias incluso nos incita a ver cosas que realmente no existen. Pero… ¿somos todos igualmente propensos a sufrir estos trucos?
En la Universidad de Texas se ha desarrollado un estudio que nos brinda algunas respuestas. El experimento relacionó la percepción del control y la creación de patrones. A algunas personas se les hizo experimentar la falta de control mientras que al resto se le facilitó la percepción de control sobre el medio. Luego se evaluó la percepción de imágenes que contenían patrones difíciles de captar o simplemente fotografías donde no existía ningún patrón.
La percepción de ausencia de control es realmente una sensación muy sencilla de provocar. En el experimento bastó con enfrentar a las personas a pruebas imposibles de cumplimentar. De esta manera cada uno se sentía altamente frustrado e incapaz de controlar el medio donde se hallaba.
Algunas de las imágenes utilizadas mostraban una superficie granulada que en ocasiones tenía patrones descifrables como la silla, otras veces no.
Los resultados fueron verdaderamente impresionantes: las personas que percibían que tenían poco control sobre su medio tendían a identificar una mayor cantidad de patrones ilusorios, percibían conspiraciones y por supuesto, eran más supersticiosos que el resto de los voluntarios.
Los investigadores aseveran que inventarse estos patrones inexistentes se debe a que las personas sienten la necesidad de estructurar un mundo que no pueden controlar haciéndolo más predecible y por lo tanto, su sensación de control aumenta aunque sea de manera ilusoria.
Hechos similares se recogieron en un estudio realizado en los años 1970 donde se demostró que durante los tiempos económicos difíciles las personas leían más libros y columnas de astrología (curiosamente, las lecturas de astronomía no variaban). También hay numerosas pruebas que indican que los avistamientos ovni aumentan en momentos de gran tensión nacional. De la misma forma los estudiantes universitarios aumentan su pensamiento mágico y sus rituales supersticiosos cuando están a punto de enfrentarse a un examen.
El problema radica en que el deseo de controlar el entorno es casi un común denominador para la mayoría de las personas. En algunas ocasiones percibir que tenemos cierto grado de control sobre nuestro medio puede facilitarnos el proceso de recuperación de las enfermedades e incluso nos ayuda a soportar un dolor más intenso y durante más tiempo pero otras veces estas ansias de control se convierten en un enemigo que favorece la aparición de los más disímiles trastornos.
Las personas que sienten que tienen menos control sobre el medio tienen más posibilidades de ver cosas que no existen y pueden acabar persiguiendo fantasmas. Pero este fenómeno también se evidencia a nivel nacional. Tal es el caso de actual paranoia norteamericana que se ha desatado ante el intento infructuoso de ataque terrorista. Cuando los dirigentes sienten que no tienen control se desata una caza de brujas sustentada en la puesta en práctica de medidas desmesuradas. La sensación de falta de control puede ser muy peligrosa cuando se toma como una sensación en la cual nos basamos para tomar nuestras decisiones.
Afortunadamente existe una solución: cuando las personas se someten a ejercicios de autoafirmación para brindarles una mayor sensación de control y seguridad, las ilusiones desaparecen. Sentir y confiar en que somos personas autodeterminadas aumenta nuestra sensación de control por lo cual se minimizan los pensamientos o comportamientos defensivos.
“Déle a una persona una sensación de seguridad y control y la actitud defensiva y obsesiva se derriten”, sintetizó Whitson.
Fuente:
Whitson, J. A. & Galinsky, A. D. (2008) Lacking Control Increases Illusory Pattern Perception. Science; 322(5898): 115 – 117.
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