Levantarse con el pie izquierdo es sinónimo de mala suerte, aunque esta expresión también se usa para indicar que nos hemos despertado de mal humor. De hecho, es probable que en más de una ocasión, ante una mala jornada, hayas pensado que ese día te has levantado con el pie izquierdo.
El origen del mito sobre el lado izquierdo
Todo parece indicar que la idea de “levantarse con el pie izquierdo” surgió en la Antigua Roma. En aquella época, las personas se aseguraban de levantarse por el lado derecho de la cama y poner siempre el pie derecho en el suelo. Algunas personas incluso creían que ponerse primero el zapato izquierdo atraía la mala suerte.
Lo cierto es que en aquella época existían muchas supersticiones relacionadas con el lado izquierdo. Durante el siglo XIX, por ejemplo, ningún pescador se atrevía a subir al barco por babor; es decir, por la parte izquierda. Aunque era más incómodo embarcar por estribor, nadie iba en contra de la tradición.
El problema es que durante muchos siglos se pensó que cualquier cosa relacionada con la izquierda era sobrenatural, misteriosa y potencialmente peligrosa. De hecho, la palabra siniestro, que hoy usamos como sinónimo de infeliz, funesto y aciago, en realidad proviene del latín “sinister”, que significa izquierda.
Curiosamente, los expertos en Feng Shui, una antigua práctica china que implica colocar los elementos de la casa en ciertas posiciones para estar en armonía con su entorno, creen que es mejor levantarse con el pie izquierdo y por el lado izquierdo de la cama ya que este se asocia con valores positivos.
La ciencia confirma que levantarse con el pie izquierdo realmente puede arruinarnos la jornada
Cuando nos quejamos porque nos hemos levantado con el pie izquierdo y nos sentimos deprimidos o irritables a las ocho de la mañana, tenemos razón en preocuparnos por lo que sucederá durante el resto del día. En realidad, ese problema matutino es una profecía autocumplida: si creemos que el día será cuesta arriba, lo será. Despertarnos mal hace que el cerebro trabaje peor, y todo no hará sino empeorar a medida que avance la jornada.
Lo comprobaron psicólogos de la Universidad Estatal de Pensilvania, quienes reclutaron a 240 personas y les pidieron que durante dos semanas respondieran a unas preguntas que les enviaban al móvil cada mañana: ¿Cómo pensaban que sería la jornada? ¿Cuán estresante y difícil podría ser?
Luego, a lo largo del día, los participantes se sometían a una serie de pruebas para evaluar su nivel de estrés y la memoria a corto plazo, que es la encargada de almacenar la información con la que trabajamos, y es un excelente indicador del funcionamiento cerebral.
Los resultados no dieron lugar a dudas: cuando nos despertamos con el pie izquierdo; es decir, cuando pensamos que será una jornada dura, será una jornada dura. Vamos acumulando estrés y la memoria de trabajo va empeorando a medida que pasan las horas. Eso significa que nos vamos agotando, cualquier tarea se nos hace cuesta arriba y terminamos más irritables o deprimidos de como nos levantamos.
La actitud mental cuenta, y mucho
Cuando pensamos que nos levantamos con el pie izquierdo, ya hemos decidido el destino del día: si creemos que va a ser duro, es bastante probable que la jornada sea estresante. Una actitud negativa hará que exageremos los pequeños problemas y contratiempos, que se irán sumando y empeorarán aún más nuestro estado de ánimo.
Además, pensar que la jornada irá mal nos sume en un estado de anticipación ansiosa que genera estrés e irritabilidad, de manera que responderemos peor ante las situaciones y crearemos nosotros mismos más problemas. Esa anticipación ansiosa también hará que estemos más distraídos, lo cual aumenta las probabilidades de que cometamos errores o tengamos accidentes.
Si el cerebro no descansa lo suficiente, no estarás en forma al día siguiente
Levantarse con el pie izquierdo no es únicamente una cuestión de actitud. Si te levantas malhumorado por la mañana es probable que se deba a que has dormido mal. Y si has dormido mal, tu cerebro no habrá descansado lo suficiente, por lo que no podrá responder con la misma eficiencia.
Un estudio desarrollado en el Walter Reed Army Institute of Research, por ejemplo, reveló que la falta de sueño nos arrebata casi por completo nuestro sentido del humor, además de crear dificultades para gestionar nuestras emociones. Eso significa que una situación que en circunstancias normales incluso podríamos percibir como divertida, puede convertirse rápidamente en un problema.
Otra investigación realizada en la Universidad de Massachusetts descubrió que dormir mal puede provocar tristeza y una disminución de la autoestima. Investigadores de la Universidad de Binghamton comprobaron que cuando dormimos mal se disparan los pensamientos automáticos negativos, los cuales no nos abandonan durante toda la jornada y hacen que veamos las cosas bajo un prisma negativo.
Por si fuera poco, dormir mal nos hace tomar malas decisiones y acrecienta la percepción de cualquier sensación de dolor o malestar físico que estemos experimentando. Con tal revoltijo de “efectos secundarios”, no es extraño que cuando nos levantemos con el pie izquierdo, la jornada realmente se tuerza.
¿Existe alguna manera de mejorar la jornada?
Además de levantarse con el pie derecho, ser conscientes de que podemos reaccionar de manera exagerada ante los contratiempos porque nuestra mente no está en buena forma, puede ayudarnos a tomar una distancia psicológica del problema y asumirlo con una actitud más objetiva. Recuerda que, al fin y al cabo, no son las circunstancias las que determinan tu jornada sino la manera en que reaccionas a ellas y la importancia que les das.
Fuentes:
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