Nuestra sociedad enaltece el pensamiento y la razón pero en algunos casos pensar demasiado puede ser contraproducente, llegando a provocar lo que se conoce en el ámbito de la Psicología como “Parálisis por Análisis”.
El concepto en sí no es nuevo sino que incluso inspiró una de las famosas fábulas de Esopo, una historia que refleja a la perfección lo que puede ocurrirnos cuando tenemos demasiadas opciones entre las cuales elegir.
Ocurrió una vez que un gato se encontró en un bosque con una zorra. La zorra, que despreciaba al gato y quería demostrar su superioridad, le preguntó cuántas maneras de escapar conocía.
Este respondió modestamente:
– No conozco más que una. Me fío de mi agilidad. Cuando los perros me persiguen, sé subirme de un salto a un árbol, y así me salvo de ellos.
– ¿Y es eso todo lo que sabes? – preguntó la zorra altanera-. Pues yo domino más de cien trucos. Me das lástima; ven conmigo y te enseñaré diferentes maneras de escapar de los perros.
En aquel preciso instante apareció un cazador con sus perros. El gato, veloz y sin pensárselo dos veces, saltó a un árbol y se quedó oculto entre las ramas.
La zorra, sin embargo, pensando en qué estratagema usar, fue presa fácil de los perros.
Esta fábula nos demuestra que en ocasiones vale más saber algo que nos sea útil, que barajar mil opciones que no nos sirven. También nos demuestra que cuando el tiempo apremia, pensar demasiado puede ser perjudicial, conduciéndonos a una parálisis de análisis.
¿Qué es la parálisis de análisis?
Se cuenta que durante la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill, después de escuchar que los diseñadores de embarcaciones se pasaban la mayor parte del tiempo discutiendo sobre los cambios de diseño, les envió este mensaje: “La máxima: ‘nada vale aparte de la perfección’ puede deletrearse como parálisis”.
Se refería a la parálisis por análisis, que consiste en pensar demasiado sobre una situación, de manera que jamás llegamos a tomar una decisión ni pasamos a la acción. Cuando la decisión es muy complicada o existen demasiadas opciones, no llegamos a elegir porque nos quedamos atascados en la fase de análisis, buscando la solución “perfecta”.
El problema es que la parálisis de análisis nos conduce a una situación en la cual el costo de esa reflexión excede los beneficios que podríamos obtener si simplemente elegimos un camino. En otras palabras: perdemos más quedándonos atascados que lo que podríamos perder tomando una decisión, aunque no fuese la mejor. En la vida, la parálisis por análisis nos puede llevar a perder grandes oportunidades y puede representar costes emocionales o económicos elevados.
¿Por qué se produce la parálisis de análisis?
– Miedo a equivocarnos. Cada día tenemos que tomar decenas de decisiones, algunas son importantes y otras más intrascendentes. Todas esas decisiones generan cierto nivel de ansiedad, en dependencia del impacto que tengan sobre nuestra vida. El miedo a equivocarnos y no poder volver sobre nuestros pasos una vez que hemos tomado una decisión es una de las principales causas de la parálisis por análisis. Queremos ir sobre seguro, pero dado que nunca podremos tener la certeza absoluta, nos quedamos paralizados en la fase de análisis, incubando ese miedo al error, analizando una y otra vez las consecuencias de las diferentes opciones sin decantarnos por ninguna.
– Demasiada información. En la sociedad moderna se ha sobrevalorado la capacidad de elección, hasta el punto que la cantidad de opciones que tenemos a nuestra disposición simplemente nos resulta abrumadora. De hecho, se ha demostrado que cuántas más opciones tenga un consumidor, menos probable será que compre y más tardará en tomar la decisión, si llega a tomarla. En estos casos, el problema es que nos perdemos valorando cada vez más detalles para diferenciar una opción de la otra y, al final, terminamos agotados y frustrados, lo cual merma nuestra capacidad de decisión.
– Tendencia al perfeccionismo. En otras ocasiones nos quedamos dando vueltas en círculos porque perseguimos la perfección, queremos ultimar todos los detalles antes de tomar una decisión porque deseamos que el resultado sea perfecto.
– Aversión al coste de oportunidad. El coste alternativo o de oportunidad es un concepto que se usa en el ámbito de la economía para designar el valor de la opción no elegida. Se refiere a aquello de lo que nos privamos cuando elegimos otra alternativa. En muchos casos, centrarnos demasiado en aquello a lo que renunciamos, en vez de enfocarnos en lo que ganamos, nos impide tomar una decisión condenándonos a la parálisis. En práctica, nos ciegan las pérdidas y nos olvidamos de los beneficios o ganancias.
Lo peor de todo es que en muchos casos inventamos excusas para explicar esa parálisis por análisis. Por ejemplo, nos decimos que necesitamos más información para tomar la decisión cuando en realidad lo que nos detiene es el miedo a equivocarnos. En esos casos, es importante ser conscientes de lo que origina la parálisis de decisión para no quedarnos dando vueltas en círculos, preocupados inútilmente y malgastando nuestra energía psicológica.
¿Cómo superar la parálisis por decisión?
– Establece fechas límite. Cuando tienes que tomar decisiones importantes, establecer una fecha límite y respetarla te ayudará a dar el paso. Determina un marco de tiempo prudencial para informarte y luego toma una decisión. Recuerda las palabras de Harold Geneen: “Es mejor tomar una buena decisión rápidamente que tomar la mejor decisión demasiado tarde”.
– Refrena tu curiosidad. Los detalles son unos de los principales culpables de la parálisis del análisis, ese deseo de excavar más y más con cada dato nuevo que descubres. En cierto punto necesitas detenerte porque ese deseo de profundizar puede llevarte a una parálisis pues siempre habrá algo que no puedes conocer.
– Asume que los planetas nunca se alinearán. Las condiciones jamás serán óptimas. Por tanto, debes asumir que tienes que tomar una decisión con los conocimientos y datos que ya tienes. No esperes a saberlo todo o a que llegue el momento ideal. Postergar la decisión esperando que los planetas se alineen puede ser tan solo una excusa para no dar el paso.
– No busques la perfección. “La perfección es enemiga de lo bueno”, escribió Voltaire. Si te empeñas en que todo sea perfecto, terminarás siendo víctima de la parálisis de la decisión pues es prácticamente imposible controlar todos los detalles.
– Da un paso a la vez. En vez de asumir la decisión como algo definitivo, asuméla como pequeños pasos que puedes ir corrigiendo a medida que avanzas. Ir tomando pequeñas decisiones te ayudará a sentirte más cómodo y seguro, además de sacarte del estado de parálisis. En el ejército, por ejemplo, no importa mucho en qué dirección te muevas cuando estás bajo un ataque de mortero, solo necesitas moverte. No pienses que estás tomando una gran decisión, ya que puede ser aterrador, piensa que estás tomando múltiples decisiones pequeñas.
– Limita el número de opciones. Si reduces el número de opciones, te resultará más fácil tomar una decisión. Comienza eligiendo aquellas alternativas más interesantes y descarta el resto. Te resultará más fácil elegir entre tres opciones que entre diez.
– Agrega o elimina la emoción. En ciertos casos, debes añadir un poco de racionalidad a la toma de decisiones y en otros necesitas agregar un poco de intuición. Las mejores decisiones son aquellas pensadas con objetividad pero validadas por la intuición. Por tanto, piensa si estás paralizado porque estás siendo demasiado racional o, al contrario, demasiado emocional.
– Prioriza las decisiones importantes. A veces sufrimos lo que se conoce como fatiga decisional, la cual está provocada por el hecho de tener que tomar demasiadas decisiones en muy poco tiempo. Por eso, es importante que estructures tu jornada de manera tal que puedas tomar las decisiones más importantes con la mente fresca.
Luis Manteiga Pousa dice
Efectivamente, el pensar demasiado te puede llevar a la parálisis por análisis. También puede ocurrir, por el contrario, que te embarques en demasiados proyectos, que hagas demasiadas cosas…Y hay otras posibilidades, claro.