El perdón es un bálsamo para el alma. A través del perdón nos liberamos de la persona que nos dañó y aligeramos el peso del rencor o el odio para poder seguir adelante con un equipaje emocional más ligero. Por esa razón, el perdón debe tener un espacio importante en la educación infantil.
Los niños no solo deben aprender a perdonar sino también a pedir perdón cuando se equivocan. De hecho, las investigaciones han descubierto que los niños son más indulgentes con sus coetáneos cuando estos se disculpan y los perciben como más amables. Sin embargo, la mejor manera de enseñar a los niños a pedir perdón consiste en predicar con el ejemplo: los padres deben pedir perdón a sus hijos cuando se equivocan.
¿Por qué es importante pedir perdón a los hijos?
Un estudio realizado en la Universidad de Cambridge reveló que a los 4 años, un niño ya entiende perfectamente las implicaciones emocionales de una disculpa. Sin embargo, muchos padres evitan pedir perdón a los hijos, sobre todo cuando son pequeños, porque piensan que deben proyectar una imagen de infalibilidad. Creen que reconocer ante sus hijos que se han equivocado les resta autoridad y credibilidad.
Otros están convencidos de que reconocer un error y disculparse es una muestra de debilidad y vulnerabilidad. También hay quienes piensan que no es necesario disculparse con los niños ya que, de cierta forma, están sometidos a la autoridad de los adultos.
Esa incomodidad o incluso vergüenza a la hora de pedir disculpas a los niños tiene su origen en el adultocentrismo, una visión en la cual los pequeños no tienen voz ni voto mientras los adultos deciden lo que está bien o mal. Sin embargo, si queremos enseñar a los niños a pedir perdón debemos comenzar disculpándonos por nuestros errores.
Un niño que nunca ha oído un “lo siento” de sus padres terminará pensando que todos aquellos que se encuentran en una posición de autoridad y poder no necesitan pedir disculpas y tienen permiso para avasallar a los demás, de manera que es poco probable que en el futuro pida perdón por sus errores.
Ese niño también captará el mensaje de que no es necesario pedir perdón cuando se daña a otra persona, por lo que probablemente desarrollará una personalidad con rasgos más egocéntricos en la que queda poco espacio para la empatía.
¿Cuándo los padres deben pedir perdón a sus hijos?
Pedir perdón a los hijos o disculparse con los niños es dar ejemplo. Es un acto de humildad y una muestra de que los adultos no son infalibles. Transmite la idea de que los errores forman parte de la vida y que es importante corregirlos.
Cuando pedimos disculpas a un niño le estamos enseñando un comportamiento prosocial, de manera que lo ayudamos a ponerse en el lugar del otro, lo cual terminará facilitando la cooperación, el respeto y la convivencia. Le enseñamos, a fin de cuentas, a respetar al otro y mantener mejores relaciones.
Ese niño también aprenderá que todos cometemos errores y que tenemos la obligación de reconocer lo que hemos hecho mal para intentar repararlo. También aprenderá que todos podemos sentir vergüenza a la hora de disculparnos, pero que ese acto puede reparar heridas y relaciones rotas generando un gran bienestar. De hecho, un estudio realizado en la Zhejiang Sci-Tech University reveló que las disculpas a los niños contribuyen a reparar su confianza y aumentan las emociones positivas.
En el día a día existen muchas situaciones por las que sería necesario disculparse con los niños, como por ejemplo:
- Cuando los padres hacen una promesa que luego no cumplen, sea por el motivo que sea.
- Cuando los padres pierden los nervios y gritan a sus hijos, haciéndoles sentir mal.
- Cuando los padres olvidan algo importante para los niños o que les hacía particular ilusión, aunque sea intrascendente para los adultos.
- Cuando los padres se equivocan, ofenden a los niños o ponen sobre sus hombros demasiada presión.
¿Cómo disculparse con los niños?
- Ser auténtico. Las disculpas deben nacer del corazón. Ese “lo siento” no puede ser superficial. La disculpa perfecta tampoco incluye “peros” ya que esta palabra enturbia su sinceridad. Se trata simplemente de reconocer lo que hemos hecho mal, sin recurrir a justificaciones.
- Reconocer los sentimientos heridos. Para muchos niños, es aterrador ver que sus padres estén molestos con ellos. Una disculpa sincera que reconozca que lastimamos sus sentimientos o les hicimos sentirse mal puede reestablecer la relación y contribuir a que los pequeños se sientan mejor.
- Aceptar la responsabilidad por lo que hicimos mal. A la hora de disculparse, lo mejor es reconocer el error directamente y asumir la responsabilidad por las consecuencias de ese comportamiento. Debemos pedir perdón de manera concisa y breve.
- Hablar de los sentimientos. Es importante conectar las emociones con el comportamiento inadecuado. Por tanto, debemos explicar a nuestros hijos qué nos hizo reaccionar de esa manera ya que así ellos también aprenderán a gestionar mejor sus emociones y responsabilizarse por ellas.
- Brindar una compensación. Ofrecer una compensación que pueda reparar el daño o restaurar la relación siempre es una buena idea. Por tanto, es conveniente que preguntemos a los niños: «¿cómo puedo compensarte?». Esa compensación valida los sentimientos infantiles y al mismo tiempo le hacen comprender que la relación es importante para sus padres.
En general, cuando los padres se disculpan con sus hijos, no solo se muestran amables y empáticos, sino que, lo que es aún más importante, se convierten en un modelo a seguir. Cuando piden disculpas están reconociendo que ellos también cometen errores, no son perfectos y no siempre hacen lo correcto, por lo que animan a sus hijos a hacer lo mismo. Como escribiera Richelle E. Goodrich; “decir ‘lo siento’ es decir ‘te amo’ con un corazón herido en una mano y tu orgullo sofocado en la otra”.
Fuentes:
Smith, C. E. et. Al. (2018) Say You’re Sorry: Children Distinguish Between Willingly Given and Coerced Expressions of Remorse. Merrill-Palmer Quarterly; 64(2): 275-308.
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Smith, C. E. et. Al. (2017) When and Why Parents Prompt Their Children to Apologize: The Roles of Transgression Type and Parenting Style. J Fam Stud; in 23(1): 38–61.
Harris, P. L. et. Al. (2012) He Didn’t Want Me to Feel Sad: Children’s Reactions to Disappointment and Apology. Social Development; 21(2): 215-228.
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