
Cuando miras atrás, cuando escudriñas tu vida como si fueses un espectador externo, ¿ves puntos de inflexión que te han llevado por caminos radicalmente opuestos o, al contrario, ves suaves transiciones que te han conducido de un sitio a otro sin sufrir grandes transformaciones?
No se trata de una mera disquisición terminológica. De hecho, una investigación realizada en el Lafayette College y la University of New Hampshire desveló el papel que desempeñan ambos conceptos en nuestra memoria autobiográfica.
¿Qué son las transiciones y los puntos de inflexión en la vida?
Mira atrás y recuerda los primeros cambios importantes que tuvieron lugar en tu vida, quizá la entrada al colegio, el ingreso en la universidad, el momento en que te fuiste a vivir solo, cuando te declaraste a tu pareja…
Estos psicólogos les pidieron a personas de entre 30 y 64 años que hicieran ese mismo ejercicio. Debían describir los hechos más importantes de su vida y catalogarlos como “transiciones” o “puntos de inflexión”.
Curiosamente, descubrieron que solían utilizar el término “transición” para todos aquellos cambios que, de cierta forma, estaban determinados por circunstancias externas o por otras personas. Al contrario, los “puntos de inflexión” eran aquellos en los que tenían un mayor poder de decisión, como elegir la carrera universitaria.
Además, también revelaron que en muchos casos no se habían percatado de esos puntos de inflexión inmediatamente ya que los cambios desde el punto de vista emocional o actitudinal solo se apreciaron después, con el paso del tiempo.
¿Qué papel desempeñan ambos recuerdos en nuestra memoria autobiográfica?
Nuestra memoria autobiográfica es como una especie de narrativa, una novela que tiene un hilo conductor en la que aparecen muchísimas escenas y personajes. Sin embargo, cuando contamos nuestra vida, solemos mantener un orden lógico, le damos cierta coherencia. En ese sentido, las transiciones nos ayudan a conferirle esa organización. Si nos piden que resumamos nuestra historia de vida, solemos hacer referencia a los sucesos que catalogamos como “cambios transicionales”.
Al contrario, los puntos de inflexión son los puntos más trascendentes de nuestra historia. A menudo no los mencionamos en ese resumen pero si nos preguntan qué hechos han marcado nuestro destino, serán esos puntos de inflexión los que acudirán a nuestra memoria porque son los recuerdos centrales más significativos que nos han cambiado.
Poco a poco, las transiciones se convierten en una especie de contexto sobre el cual organizamos nuestra memoria, como si fueran el fondo de un paisaje sin el cual nada tendría sentido. Sin embargo, los puntos de inflexión son los rasgos que más sobresalen, sin los cuales ese paisaje no sería único y especial.
Asegúrate de tener al menos un punto de inflexión en la vida
Los cambios transicionales son importantes, y muchos de ellos son inevitables, como el hecho de entrar a la escuela primaria. Sin embargo, si quieres que tu vida realmente tenga un sabor único, si no quieres arrepentirte al cabo de los años, también debes asegurarte de tener puntos de inflexión.
Los puntos de inflexión se logran cuando:
– Estás plenamente presente, vives el momento y te dejas embargar por las emociones.
– Tomas el control de tu vida y decides lo que quieres hacer.
– Dejas atrás el miedo y te lanzas a descubrir cosas nuevas.
De hecho, los puntos de inflexión nos conducen a un cambio trascendental, ya sea en la forma de ver la vida o en la manera de relacionarnos con nosotros mismos. Gracias a ellos, expandimos un poco nuestro “yo”.
Por supuesto, a veces esos puntos de inflexión son dolorosos, sobre todo porque debemos dejar atrás modos de hacer o cosas a las que nos habíamos aficionado, porque representan una ruptura con lo viejo. Sin embargo, las potencialidades que nos abren hacen que valga la pena.
Fuente:
Enz, K. & Talarico, J. (2015) Forks in the Road: Memories of Turning Points and Transitions. Applied Cognitive Psychology; 30(2): 188-195.
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