“No importa cuántos errores hayas cometido o cuán despacio estés progresando, aún así, estás por delante de aquellos que no lo intentan”. Esta frase de Tony Robbins enaltece la proactividad, no quedarse de brazos cruzados y atreverse a correr riesgos.
Sin embargo, aún así, la perspectiva de cometer ciertos errores nos puede asustar mucho. A veces el miedo es tan grande que nos paraliza y decidimos no avanzar. En otros casos, nos arriesgamos pero fallamos. Entonces no logramos asumir el error sino que lo cargamos en el fardo de nuestras culpas, que se hace cada vez más pesado y nos impide seguir adelante.
Perdonarse: Más allá del simbolismo existe una razón práctica
Un estudio muy interesante realizado en la Universidad de Carleton desveló que aprender a perdonarnos no es un acto meramente simbólico sino que tiene implicaciones prácticas para nuestra vida. Estos psicólogos les dieron seguimiento a 119 estudiantes universitarios a lo largo del primer año de sus carreras. Todos tenían algo en común: habían procrastinado demasiado durante el primer semestre, habían estudiado muy poco y, como resultado, obtuvieron pésimas calificaciones en los exámenes de esa etapa.
Sin embargo, perdonarse ese error fue crucial para cambiar su forma de afrontar los exámenes del segundo semestre. Los psicólogos notaron que quienes seguían atascados en la culpa, obtuvieron peores calificaciones. Sin embargo, quienes lograron perdonarse y seguir adelante, adoptaron una actitud más proactiva, procrastinaron menos y, al final, mejoraron su rendimiento académico.
Estos psicólogos están convencidos de que el perdón nos permite movernos más allá del comportamiento inadaptado y centrarnos en el futuro, sin que la carga de los actos pasados pueda obstaculizar el presente.
También se debe tener en cuenta que el sentimiento de culpa genera la tendencia a evitar ciertas conductas, tareas y personas. En práctica, como esa culpa se encuentra activa, tendremos la tendencia a evitar situaciones similares en el futuro que puedan generar aún más culpa, ya que las asociaremos con algo negativo. Al contrario, cuando logramos perdonarnos, esas situaciones dejan de ser un problema y no tenemos razones para evitarlas sino que nos animamos a enfrentarlas.
Las 5 fases imprescindibles de la sanación emocional
1. Darse cuenta del error. La primera fase para perdonarse a sí mismo consiste en comprender la verdadera magnitud de lo que hemos hecho. No tiene sentido negar el error porque no desaparecerá. Tampoco tiene sentido inventar excusas para nuestro comportamiento porque esto solo nos mantendrá en un estado de negación permanente. Simplemente debemos asumir que hemos cometido un error.
Ese momento puede ser doloroso porque es probable que, por primera vez, seas plenamente consciente del daño que has causado. Sin embargo, es importante que no le temas al sufrimiento. No niegues el dolor, siéntelo y asúmelo como una etapa necesaria en el camino hacia la sanación emocional.
2. Comprender nuestro papel. Una vez que somos conscientes del error, ha llegado el momento de evaluar las consecuencias del mismo, tanto para nosotros como para las personas que están involucradas. Sin embargo, no se trata de comenzar una cacería de brujas en la búsqueda de culpables sino tan solo de asumir nuestra cuota de responsabilidad en lo ocurrido.
Es una fase complicada porque lo usual es que tendamos a sobredimensionar nuestro papel. Embargados por la culpa, nos resulta difícil darnos cuenta de que aunque el error puede haber sido nuestro, probablemente han confluido diferentes circunstancias que nos han empujado en esa dirección. Por supuesto, el objetivo tampoco es buscar excusas, sino tan solo comprender por qué tomamos esa decisión. Es probable que nos percatemos de que hemos actuado de la mejor manera posible teniendo en cuenta las circunstancias, nuestro nivel de madurez y la información que conocíamos en ese momento.
3. Aprender la lección. Dan Sullivan afirmaba que todas las experiencias están compuestas por dos partes: la parte que funciona y la que no lo hace. Una vez que identificamos ambos aspectos, somos capaces de encontrar nuevas maneras para maximizar la parte que funcionó y eliminar lo que no funciona.
Esto significa que, incluso de los errores, podemos aprender algo. Cada experiencia encierra una lección de vida. Si solo nos limitamos a experimentar dolor y culpa, la experiencia habrá sido en vano. Al contrario, si somos capaces de encontrar la enseñanza, saldremos fortalecidos, seremos más resilientes y estaremos mejor preparados para afrontar el futuro. Por tanto, pregúntate qué puedes aprender de tu error de cara al futuro.
4. Tomarlo con sentido del humor. Cuando estamos inmersos en una situación complicada, o cuando nuestro error nos parece demasiado grande, es difícil encontrar el bis cómico. Sin embargo, aprender a reírnos de nosotros mismos es esencial para afrontar los problemas. De hecho, Shakespeare decía que “reírse de nuestros propios errores puede alargar nuestra vida”.
No se trata de minimizar el daño o el error a través de la risa, sino de ser capaces de verlo bajo otra perspectiva, de asumir la distancia emocional necesaria como para ser capaces de reírnos de nuestras preocupaciones, actitudes o comportamientos. De hecho, si miras atrás y recuerdas cuánto te asustaba un profesor o cuanto te preocupaba el primer beso, es probable que se dibuje una sonrisa en tu rostro porque ahora te resulta hilarante lo que en el pasado te preocupaba. De la misma forma, lo que hoy te preocupa, mañana será agua pasada.
5. Pasar página y seguir adelante. Una vez que hemos aceptado el error y hemos aprendido la lección, no nos queda sino pasar página. No tiene sentido continuar atascados en ese mismo capítulo de nuestra vida. De hecho, de esta forma solo nos estaremos negando la oportunidad de seguir viviendo.
Es importante que seamos capaces de perdonarnos ese error y darnos permiso para seguir adelante. No somos nuestros errores, nuestros errores no nos definen como personas. Somos mucho más que eso. Lo que verdaderamente muestra nuestra valía es la manera en que enfrentamos esos errores.
En todo caso, recuerda siempre la frase del escritor alemán Gotthold Ephraim Lessing: “No hay nada peor que equivocarse por temor a errar”.
Fuente:
Wohl, M. et. Al. (2010) I forgive myself, now I can study: How self-forgiveness for procrastinating can reduce future procrastination. Personality and Individual Differences; 48(7): 803–808.
Maria Mendizabal dice
El artículo es muy alentador, pero la última frase creo que está bastante fuera de lugar. En mi caso porque el error fue no atreverme, y dice que "no hay nada peor". Habría estado bien leerlo antes.
Jennifer Delgado dice
Hola María,
Es eso precisamente lo que dice la frase "no hay nada peor que equivocarse por temor a errar", lo cual significa no atreverse, no decidir por voluntad propia y dejar que las circunstancias decidan en nuestro lugar.
Considero que se trata de un error porque cuando no nos atrevemos, podríamos pasarnos toda la vida preguntándonos "¿qué habría pasado si nos hubiésemos atrevido?" 😉
Lsr dice
Excelente escrito; lo analice lo transcribi a mi situación y me dió mucha claridad en ciertos aspectos en lo que estaba estancada y confundida, muchas gracias me sirvió para interpretarlo a mi situación actual
Bella dice
M ha dado miedo leer esa frase ya que me veo muy reflejada en ella. He cometido un error garrafal al comentar algo a alguien creándole malestar que ya d antemano m había propuesto no hacerlo pero el bloqueo m pudo, y el temor a descubrirlo, pero no lo reflexioné lo suficiente. Porq pienso que hubiera sido mejor q no lo supiera. El miedo m pudo. No m puedo perdonar ya q he hecho daño a otra persona. Y ahora no puedo con este peso.la culpa m envuelve .