Solemos pensar que nuestras emociones son una respuesta ante los hechos que ocurren a nuestro alrededor. Si somos víctima de una injusticia nos enfadamos, si alguien reconoce nuestro trabajo nos sentimos felices y si alguien intenta hacernos daño sentimos miedo. Sin embargo, todo no es tan sencillo como parece.
De hecho, ¿te has preguntado por qué una persona puede hablar en público sin sentir presión pero otra se convierte en un manojo de nervios? ¿Por qué algunas personas sufren un bloqueo emocional en determinadas situaciones mientras que para otras es un aliciente que les ayuda a mejorar su desempeño? Podemos encontrar algunas respuestas en un curioso y controvertido experimento desarrollado en el año 1973.
El Puente del Amor
En teoría, el miedo no tiene nada que ver con la atracción. Sin embargo, los resultados de este experimento mostraron algo muy diferente: solo 2 de los hombres que cruzaron el puente estable llamaron a la mujer. Al contrario, 9 de los que tuvieron que enfrentarse al puente más peligroso decidieron volver a contactar a la mujer.
Se trata de cifras pequeñas porque cada grupo estaba compuesto por 16 hombres pero, desde el punto de vista estadístico, la diferencia es significativa. ¿Qué pasó?
Una sensación, diferentes formas de interpretarla
¿Cómo aplicar este experimento a nuestra vida cotidiana?
Las situaciones son las que son, pero tenemos el poder de interpretarlas y decidir cómo reaccionar. De esa decisión dependerá el impacto que tendrán en tu vida. Incluso la situación más negativa puede traer en sí la semilla del cambio que te permita darle un vuelco radical a tu vida. Solo tienes que pensar.
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