Los padres educan y guían a sus hijos lo mejor que pueden. A veces, cuando la situación los desborda o se sienten desorientados, recurren a la intuición o echan mano de la “sabiduría popular”, aplican lo que se supone que es correcto o lo que sus propios padres les enseñaron cuando eran pequeños.
Sin embargo, algunos consejos de padres a hijos pueden llegar a tener un efecto devastador en la mente infantil y, en vez de liberar todo su potencial, termina limitándolo. De hecho, la voz de los padres puede convertirse en una voz interior que nos acompañe durante toda la vida.
No cabe duda de que la inmensa mayoría de los padres quieren que sus hijos tengan éxito en la vida, de manera que intentan transmitirles actitudes y formas de hacer que les ayuden a alcanzar esos objetivos. Sin embargo, tener éxito no es una garantía de felicidad o bienestar emocional. Por tanto, muchos consejos de padres a hijos que se han ido transmitiendo de una generación a otra podrían convertirse en creencias contraproducentes y limitantes.
Los consejos de padres a los hijos que sería mejor reformular
Consejo 1. Piensa en el futuro. Enfócate en el premio.
¿Qué deberíamos decirles? Céntrate en el aquí y ahora.
Una mente que se enfoca constantemente en el futuro – primero para obtener buenas calificaciones, luego matricularse en una buena universidad y, por último, lograr un trabajo conveniente – será más propensa a sufrir mayores dosis de estrés y ansiedad. Si bien existen diferentes tipos de estrés y una dosis de eustrés puede actuar como un agente motivador, el estrés crónico mantenido a lo largo del tiempo perjudica nuestra salud y funciones cognitivas, afectando nuestro rendimiento. Por tanto, enseñar a los niños a concentrarse en el futuro y en lo que pueden conseguir es una condena al estrés permanente.
De hecho, enfocarnos únicamente en la meta a menudo implica ir por la vida con anteojeras. Mirar hacia adelante nos impide ver las oportunidades que tenemos a nuestro alrededor y, sobre todo, reduce nuestra capacidad para disfrutar del aquí y ahora. Por eso, los niños podrían ser mucho más felices si les dejamos hacer lo que les resulta espontáneo: centrarse en el presente y aprovecharlo al máximo. El mensaje que deben comprender es que no es necesario hipotecar la felicidad actual a una meta futura.
Consejo 2. El estrés es inevitable. Sigue esforzándote.
¿Qué deberíamos decirles? Aprende a relajarte.
Los trastornos de ansiedad se están diagnosticando a edades cada vez más tempranas porque los niños sienten una enorme presión por estar a la altura de las expectativas de sus padres y de la sociedad en sentido general. No cabe duda de que la vida viene con una dosis de tensión y es importante que los niños desarrollen una tolerancia al estrés adecuada que les permita lidiar con las situaciones difíciles, pero el mensaje que debemos enviarles no es que se lleven al límite sino que aprendan a relajarse antes de llegar a ese punto de ruptura.
No es beneficioso vivir en un estado de sobrecarga constante, con agendas repletas que demandan el consumo de excitantes para poder seguir un ritmo sobrehumano mientras de noche se recurre a los sedantes para poder conciliar el sueño. De hecho, no es casual que un estudio realizado en la Universidad de Helsinki revelara que los niños cuyos padres sufren síndrome de burnout también son más propensos a experimentar agotamiento en la escuela. Y es que el perfeccionismo y el estrés también se transmiten. Por eso, el mejor regalo que pueden hacer los padres a sus hijos es enseñarles técnicas de relajación para niños que les permiten evitar todo el estrés innecesario.
Consejo 3. Potencia tus fortalezas. Intenta no equivocarte.
¿Qué deberíamos decirles? Comete errores y aprende a fallar.
Los padres, como la mayoría de las personas, suelen poner etiquetas. Por eso, no es extraño que terminen exagerando determinadas habilidades de sus hijos mientras socavan otras. Si notan que su hijo es particularmente dotado para las Matemáticas o un deporte, potenciarán eso. A primera vista, no hay nada de malo en ello. Sin embargo, esa actitud promueve lo que se conoce como “mentalidad fija”, de manera que los niños serán menos propensos a explorar y descubrir cosas nuevas.
Cuando un niño recibe elogios por ser atlético o ser bueno en Matemáticas, será menos propenso a salir de esa zona de confort y, por ejemplo, animarse a escribir un poema o participar en una obra de teatro. Esos niños también se frustran más cuando algo no les sale bien y son menos propensos a buscar nuevos desafíos porque prefieren mantenerse en lo conocido, aquello en lo que «son buenos».
Por eso, es importante que los niños aprendan a afrontar nuevos desafíos, cometan errores, se esfuercen por desarrollar nuevas habilidades y, por supuesto, que fallen. Psicólogos de la Universidad de Illinois comprobaron que los niños mostrarán una actitud más optimista e incluso entusiasta ante los desafíos si saben que para conseguirlo solo necesitan esforzarse un poco más o volver a intentarlo. Además, será menos probable que se sientan mal consigo mismos cuando algo no sale según sus planes.
Consejo 4. No seas blando contigo mismo.
¿Qué deberíamos decirles? Trátate con compasión.
La mayoría de las personas son sus peores críticos y jueces. Si bien la autocrítica es positiva para crecer y aprender de nuestros errores, cuando es excesiva puede llegar a ser paralizante sumiéndonos en un bucle de insatisfacción, reproches y remordimientos en el que terminamos pensando que no somos lo suficientemente buenos o no valemos nada.
Por desgracia, muchos padres creen que la mejor manera de educar a sus hijos consiste en convertirlos en auténticos espartanos. Así terminan siendo excesivamente críticos y les enseñan a tratarse con dureza. Sin embargo, la autocrítica excesiva puede transmutar en un autosabotaje que mina nuestra autoconfianza y genera un profundo miedo al fracaso.
En cambio, un buen consejo de padres a hijos es que aprendan a tratarse con compasión, lo cual no significa sentir lástima hacia uno mismo o cerrar los ojos ante las cosas que hacemos mal, sino tan solo tratarnos como trataríamos a un amigo en momentos de fracaso o dolor. Significa ser capaces de amarnos incluso cuando nos equivocamos, porque es en esos momentos cuando más lo necesitamos, y encontrar un lugar cálido en nuestro interior que nos sirva de refugio.
Consejo 5. No muestres tus sentimientos. Llorar es de débiles.
¿Qué deberíamos decirles? Aprende a gestionar tus sentimientos.
La vida no es justa. La mayoría de los padres lo saben, y debido a ese fuerte sentido de protección, temen que los demás hagan daño a sus hijos. Es un temor comprensible, pero enseñarles a ocultar sus emociones no les protegerá. Más bien al contrario. Emociones como la tristeza actúan como un coadyuvante social animando a otras personas a acercarse para brindar su ayuda y apoyo.
Pedir a los niños que no lloren, que no se muestren desilusionados ante un regalo que no les gusta u obligarles a saludar con un beso a una persona con la que se sienten incómodos implica ir desconectándolos paulatinamente de sus emociones. Ello no les ayudará a gestionarlas mejor, sino que facilitará un proceso de acumulación emocional que terminará generando una profunda insatisfacción vital y tensará las relaciones interpersonales. Por tanto, pedirles que repriman sus sentimientos es otro de los pésimos consejos de padres a hijos.
En su lugar, debemos enseñar a los niños que las emociones no son sus enemigos y no hay nada de malo en sentirse tristes, desilusionados, frustrados o incluso enfadados. Lo más importante es buscar la causa de esas emociones y aprender a expresarlas de manera asertiva. Así se podrá desarrollar la Inteligencia Emocional en los niños y se convertirán en adultos más resilientes ante los golpes de la vida.
Fuentes:
Salmena-Aro, K. et. Al. (2011) Parents’ work burnout and adolescents’ school burnout: Are they shared? European Journal of Developmental Psychology; 8(2): 215-227.
Dweck, C. S., & Leggett, E. L. (1988) A social-cognitive approach to motivation and personality. Psychological Review; 95(2): 256–273.
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