Recurrir a la música para lograr los fines deseados no es tarea fácil. Por eso es muy probable que a pesar de haber leído el artículo sobre cómo usar la música con fines terapéuticos aún queden algunas inquietudes que es necesario aclarar para aprovechar el poder sanador de la musicoterapia.
¿Todo tipo de música ejerce efectos sobre nuestra psiquis?
Si, todas las piezas musicales ejercen un efecto sobre nuestros estados de ánimo, algunas ejercen un efecto más notable y otras un poco menos aunque, NO todas son recomendables para obtener un efecto terapéutico. Existen algunas piezas que provocan no solo excitación del sistema nervioso sino también ansiedad o efectos agobiantes y melancólicos. Un ejemplo de los efectos ansiosos que puede provocar una obra musical puede escucharse a continuación en el conocidísimo: Vuelo del moscardón.
¿De qué dependen los efectos de la música?
En primer lugar de las características de las piezas musicales:
Instrumentación: los instrumentos de cuerda suelen evocar el sentimiento de melancolía, mientras que los instrumentos de viento destacan por su poder alegre y vivo. Los instrumentos de percusión se caracterizan por su poder rítmico, liberador e incitador a la acción y el movimiento.
Tempo: los tempos lentos suscitan impresiones de dignidad, de calma, de sentimentalismo, serenidad, ternura y tristeza. Los tempos rápidos promueven impresiones alegres, excitantes y vigorosas.
Ritmo: los ritmos lentos propician la paz y la serenidad mientras que los rápidos suelen favorecer la activación motora y la necesidad de exteriorizar sentimientos, aunque en demasía pueden provocar estrés.
Armonía: cuando suenan varios sonidos a la vez. Los acordes consonantes están asociados al equilibrio, el reposo y la alegría. Los acordes disonantes se asocian a la inquietud, el deseo, la preocupación y la agitación.
Tonalidad: los modos mayores suelen ser alegres, vivos y graciosos, provocando la extroversión. Los modos menores evocan el intimismo, la melancolía y el sentimentalismo; favoreciendo la introversión.
Altura: las notas agudas actúan frecuentemente sobre el sistema nervioso provocando una actitud de alerta y el aumento de los reflejos. También ayudan a despertarnos o a eliminar un estado de agotamiento. El oído es sensible a las notas muy agudas por lo cual si son muy intensas y prolongadas pueden dañarlo e incluso provocar un descontrol del sistema nervioso. Los sonidos graves suelen producir efectos sombríos, una visión pesimista o una tranquilidad extrema.
Intensidad: por muy relajante que sea una pieza musical, si el volumen es muy elevado puede causar irritación.
En segundo lugar los efectos de la música dependen de la concentración que pongamos en la misma. No resulta igual de relajante un tema musical escuchado al descuido que un tema que se escuche en la posición adecuada, adoptando un tipo de respiración y concentrándonos solamente en sus notas.
¿Sólo la música de los grandes clásicos es adecuada para la musicoterapia?
No, como ya se había hecho referencia, la música New Age y toda aquella que trabaja recreando los sonidos de la naturaleza son excelentes. También la música moderna puede utilizarse pero solo en caso extremo pues ésta usualmente es poco trabajada desde la instrumentación y se centra en las letras. Éstas últimas activan en nuestro cerebro toda la zona dedicada al lenguaje y a la decodificación, por lo que son altamente desaconsejables para lograr estados de tranquilidad, paz, concentración y relajación y, en sentido general, para realizar musicoterapia.
¿Todas las personas perciben el mismo efecto con piezas idénticas?
Si y no. Normalmente la mayoría de las personas son susceptibles al mismo efecto según la obra musical pero en ocasiones éste efecto puede ser más o menos intenso. Cada persona posee obras musicales con las cuales se sienten más a gusto y otras que las tensionan, normalmente debido a su experiencia o creencias. Así, en ocasiones es necesario escuchar variar algunas piezas musicales hasta llegar a aquella justa para propiciar los efectos deseados. Por ejemplo, alguien que deteste la música de los grandes clásicos, probablemente se sentirá incómodo escuchando sus obras, por esto es preferible que escuche música que recrea los sonidos naturales.
Fuentes:
Benenzon, R. O.(1985) Manual de musicoterapia. Barcelona: Paidos.
Sobey, K. & Woodcock, J. (1999) Psicodynamic music therapy. Consideretion in training. Process in the Arts Therapies, Ed. Jessica Kingsley.
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