¿Sabías que una de cada tres personas en el mundo necesitará neurorrehabilitación en algún momento de su vida? No es extraño si tenemos en cuenta que cada año 15 millones de personas sufren un ictus, de las cuales 5 millones padecerán algún tipo de discapacidad, según la Organización Mundial de la Salud.
Por suerte, el cambio de paradigma que se ha producido en la atención neurológica en las últimas décadas nos ha ayudado a comprender que los efectos de las lesiones cerebrales no siempre son permanentes. Ahora conocemos el potencial regenerativo del cerebro, así como su capacidad para reorganizar su dinámica, de manera que la neurorrehabilitación ayuda a muchas personas a recuperar su vida.
La plasticidad cerebral, clave para recuperar las funciones perdidas
“Cuando una persona sufre una patología neurológica todo cambia. Los roles familiares se modifican, la rutina se altera y se necesita reestructurar la dinámica familiar”, explican desde Lescer, un centro especializado en neurorrehabilitación con casi tres décadas de experiencia y un equipo transdisciplinar compuesto por unos50 profesionales que aúnan sus esfuerzos para mejorar la autonomía funcional y social de cada paciente.
Tras una lesión o enfermedad cerebral, se producen cambios bioquímicos, anatómicos y fisiológicos que dan como resultado un cerebro diferente. Ese “nuevo” cerebro normalmente ha perdido algunas de las conexiones neuronales que hacían posibles determinados comportamientos, como hablar, escribir, caminar o incluso recordar lo que hicimos ayer.
La neurorrehabilitación se encarga de volver a entrenar el cerebro para que restablezca las conexiones, de manera que podamos recuperar las capacidades y habilidades perdidas. Eso es posible gracias a la neuroplasticidad, que es precisamente la capacidad del cerebro para adaptar su funcionamiento como respuesta a los estímulos, ya sea a través de cambios estructurales y/o funcionales.
La neuroplasticidad que aprovecha la neurorrehabilitación es la misma que se encuentra en la base del aprendizaje e implica la creación de nuevas redes neuronales. Las mismas señales neuronales que favorecen el aprendizaje en un cerebro intacto, se activan durante el proceso de reaprendizaje en el cerebro dañado.
Eso significa que el cerebro no es un órgano estático sino mucho más dinámico de lo que pensábamos y cambia con las experiencias. Procesos como la generación de neuronas nuevas, la migración de células nerviosas y la formación de nuevas conexiones neuronales se encuentran en la base de la plasticidad cerebral. Ese proceso de aprendizaje y reaprendizaje es lo que permite la rehabilitación.
De hecho, neurocientíficos de la Charité Universitätsmedizin comprobaron que es posible reconfigurar el cerebro mediante el entrenamiento intenso y la rehabilitación temprana. Descubrieron que con la neurorrehabilitación intensiva se podría recuperar el funcionamiento y las conexiones de las regiones del hemisferio izquierdo dañadas para facilitar el lenguaje en personas que han sufrido afasia tras una lesión cerebral.
Investigadores de la Universidad Johns Hopkins también constataron que es si se destruye la corteza motora, la parte del cerebro que regula los movimientos intencionales coordinados, la corteza premotora medial podría tomar las riendas si la persona realiza ejercicios de rehabilitación que incluyan esas tareas motoras coordinadas.
Estos neurocientíficos también constataron la existencia de una ventana de oportunidad, que sería un periodo ideal para iniciar la neurorrehabilitación, generalmente pocos días después de haber sufrido el daño cerebral.
Ventanas de oportunidad, aprovechar el periodo de mayor sensibilidad del cerebro
El objetivo de todo programa de neurorrehabilitación es restaurar la salud, la independencia y la funcionalidad de la persona. Obviamente, el éxito de la rehabilitación depende de numerosos factores, como la extensión del daño, la plasticidad neuronal de los circuitos residuales y la rapidez con que se inicie el proceso de recuperación.
Un estudio llevado a cabo en la Universidad de Australia Meridional halló evidencias concluyentes de que existe una ventana de oportunidad que permite al cerebro “repararse” con mayor facilidad tras sufrir un accidente cerebrovascular. Estos neurocientíficos comprobaron que durante los primeros días después de un ictus y hasta dos semanas después, el cerebro tiene una mayor capacidad para modificar sus conexiones neuronales y su plasticidad aumenta.
Todo parece indicar que esa ventana de oportunidad no es exclusiva de los accidentes cerebrovasculares. Otra investigación realizada en la Universidad de Aarhus constató que ese periodo sensible también existe en las primeras etapas de la esclerosis múltiple. Eso significa que la neurorrehabilitación no debe usarse únicamente como tratamiento sintomático, sino que tiene un gran potencial para proteger contra la neurodegeneración y modificar positivamente el curso de la enfermedad.
Las “ventanas de oportunidad” son lapsos de tiempo específicos que permiten aprovechar al máximo los beneficios del aprendizaje ya que el cerebro es particularmente sensible a esas tareas. Por tanto, comenzar la neurorrehabilitación lo antes posible aumenta las probabilidades de éxito.
Sin embargo, eso no significa que la neurorrehabilitación no sea eficaz más adelante. El cerebro también puede reconfigurarse meses más tarde, incluso años, aunque le cueste un poco más. El Centro Lescer está lleno de historias de superación de personas que han podido recuperarse, a pesar de haber comenzado la rehabilitación incluso un año después de la lesión o daño.
Una de las claves radica en la personalización de su programa de neurorrehabilitación. Crean un patient journey map para cada paciente y su familia, de manera que el plan de intervención se ajusta a las necesidades específicas de cada persona, para ayudarla a proyectarse al futuro en todos los sentidos, lo cual también incluye el abordaje de las dificultades emocionales y los cambios conductuales que a menudo acompañan a las disfunciones cerebrales.
En general, la neurorrehabilitación no solo está dirigida a potenciar la autonomía de las personas en su día a día ayudándolas a recuperar sus habilidades físicas, cognitivas y emocionales tras una lesión neurológica, sino que también se utiliza para prevenir posibles complicaciones que pueden causar un deterioro ulterior de esas funciones. Por tanto, suele conducir a una mejora en la calidad de vida que siempre vale la pena.
Fuentes:
Saluja, A. & Dhamija, R. K. (2022) Prioritizing Neuro-rehabilitation Services in Low-and Middle-income countries: Needs, Challenges and Possible Solutions. Ann Indian Acad Neurol; 25(4): 579–582.
Hordacre, B. et. Al. (2021) Evidence for a Window of Enhanced Plasticity in the Human Motor Cortex Following Ischemic Stroke. Neurorehabilitation and Neural Repair; 35(4):307-320.
Riemenschneider, M. et. Al. (2018) Is there an overlooked “window of opportunity” in MS exercise therapy? Perspectives for early MS rehabilitation. Multiple Sclerosis Journal; 24(7).
Zeiler, S. R. et. Al. (2016) Paradoxical Motor Recovery From a First Stroke After Induction of a Second Stroke: Reopening a Postischemic Sensitive Period. Neurorehabilitation and Neural Repair; 30(8).
Mohr, B. (2016) Hemispheric contributions to language reorganisation: An MEG study of neuroplasticity in chronic post stroke aphasia. Neuropsychologia; 93(Pt B):413-424.
Barrett, A. M. et. Al. (2013) Neurorehabilitation. Five new things. Neurol Clin Pract; 3(6): 484–492.
Kleim, J. A. (2011) Neural plasticity and neurorehabilitation: teaching the new brain old tricks. J Commun Disord; 44(5): 521-528.
Deja una respuesta