La vida cotidiana genera muchas situaciones que se convierten en el caldo de cultivo ideal para el arrepentimiento. Cuando las tensiones, problemas, contratiempos y conflictos del día a día se van acumulando, es fácil que en algún momento perdamos el control y terminemos reaccionando de manera impulsiva o tomemos malas decisiones. Luego, cuando las aguas vuelven a su nivel, sacan a la luz a un invitado indeseado: el arrepentimiento.
Cuando reflexionamos sobre los hechos con la mente fría, concluimos que debíamos haber actuado de manera diferente. Y es probable que así sea. Pero llorar sobre la leche derramada no es particularmente útil más allá del pequeño alivio catártico que puede brindar. Lo cierto es que los arrepentimientos y remordimientos pueden convertirse en grandes enemigos de nuestro bienestar, un fardo pesado que nos impide avanzar.
¿Qué es el arrepentimiento?
En griego, metanoia, del verbo metanoeo, es la palabra que se utiliza para referirse al arrepentimiento. Formada por el vocablo meta, que significa después, y noeo que se refiere a pensar, indica un cambio profundo en la manera de pensar, percibir, juzgar y sentir las cosas.
Desde esa perspectiva, el cambio en sí no es positivo ni negativo. Sin embargo, en la actualidad el arrepentimiento implica el reconocimiento de que podríamos haber hecho algo mejor en el pasado, por lo que se suele considerar un estado negativo.
No obstante, en realidad el arrepentimiento es una emoción útil. Un estudio desarrollado en la Universidad de Illinois reveló que arrepentirnos de algo puede activar un cambio de comportamiento dirigido a remediar el daño o error. En otras palabras, el arrepentimiento nos empuja a aprender la lección y, por ende, puede servirnos para corregir algunas conductas y lograr mejores resultados de cara al futuro.
El problema comienza cuando el arrepentimiento no nos abandona y nos culpamos en bucle por lo que hicimos o dejamos de hacer. De hecho, también se ha comprobado que darle vueltas a las cosas incesantemente aumenta las probabilidades de sentirnos más insatisfechos con la vida y experimentar dificultades para afrontar los acontecimientos negativos, según investigadores del Swarthmore College de Pensilvania.
Los estoicos, que abordaron con especial énfasis nuestra tendencia a rumiar, definirían el arrepentimiento como el momento en que los acontecimientos del pasado consumen nuestro presente. Según la filosofía estoica, el arrepentimiento se produce cuando nos concentramos sobre las situaciones que escapan de nuestro control puesto que pertenecen al pasado y nos resistimos al destino.
¿Cómo superar el arrepentimiento aplicando la filosofía estoica?
1. Concéntrate en lo que puedes controlar
“Es necesario erradicar de una vez por todas dos elementos: el miedo al sufrimiento futuro y el recuerdo del sufrimiento pasado; puesto que este último ya no me concierne y el primero todavía no me atañe”, escribió Séneca en “Las Cartas a Lucilio”.
La filosofía estoica, como ninguna otra, nos anima a enfocar nuestros esfuerzos en aquello que podemos controlar, dejando ir los arrepentimientos del pasado. El arrepentimiento es prácticamente inevitable cuando echamos la vista atrás, pero el diálogo mental que activa y las emociones que genera están bajo nuestro control. Por tanto, la pregunta no es “¿de qué me arrepiento?” sino “¿cómo lo afronto?” o “¿qué puedo hacer para reparar el daño o corregir el error?”
Ese cambio de perspectiva nos permitirá asumir una actitud proactiva, en vez de limitarnos a quedarnos de brazos cruzados alimentando los remordimientos. Podemos reflexionar sobre las cosas por las que nos arrepentimos. ¡Por supuesto! Pero también debemos aprender que lo que pasó ha quedado fuera de nuestro control, de manera que necesitamos dejarlo ir.
Epicteto recomendaba: “procura distinguir si esa idea pertenece a aquello que depende de ti o, por el contrario, forma parte de aquello que no depende de ti. Y si pertenece a aquello que no depende de ti, piensa sin titubear: ‘esto no me atañe’”. Por supuesto, no es sencillo, pero con la práctica se vuelve más natural, de manera que podamos destinar nuestros esfuerzos y energía a aquello que podemos cambiar aquí y ahora.
2. Abraza el amor fati para cambiar tu perspectiva
Amor fati es una frase latina que significa “amor a tu destino”. En la filosofía estoica implica aceptar todo lo que nos sucede en la vida, incluidos los errores, las pérdidas y la adversidad, pues todo tiene un sentido, aunque no siempre seamos capaces de verlo.
“Amargo es el pepino. Tíralo. Hay zarzas en el camino. Desvíate. ¿Basta eso? No añadas: ‘¿Por qué sucede eso en el mundo?’. Porque serás ridiculizado por el hombre que estudia la naturaleza, como también lo serías por el carpintero y el zapatero si les condenaras por el hecho de que en sus talleres ves virutas y recortes de los materiales que trabajan”, escribió Marco Aurelio en sus “Meditaciones”.
Este filósofo nos conmina a actuar cuando es necesario, sin caer en el bucle de las recriminaciones. A veces las cosas se tuercen y reaccionamos mal, es parte de la naturaleza, pero si somos capaces de ponderar todos los factores, podremos evitar los arrepentimientos.
Ese nivel de aceptación radical impedirá que nos quedemos atrapados en el bucle de las recriminaciones y la culpa. El amor fati significa comprender que todo lo que sucede forma parte de un proceso, un camino de aprendizaje que debemos seguir para crecer como personas.
3. Prepárate para el futuro con la Praemeditatio Malorum
“Debemos proyectar nuestros pensamientos hacia delante en todo momento y tener en cuenta todas las eventualidades posibles en lugar de limitarnos al curso de acción habitual. Debemos prever todas las posibilidades y fortalecer el espíritu para lidiar con las cosas que podrían ocurrir. Pruébalas en tu mente”, recomendaba Séneca.
Los estoicos practicaban una técnica llamada Praemeditatio Malorum que consistía en imaginar los peores resultados posibles en escenarios realistas con el objetivo de desensibilizarnos y prepararnos para lidiar con las pérdidas de la vida real, afrontar los problemas e incluso sentirnos agradecidos por el presente.
Aplicar esta técnica no implica abrazar una visión pesimista del mundo sino ajustar las expectativas, de manera que los problemas, contratiempos e imprevistos no nos tomen por sorpresa porque, como decía Séneca, “los efectos de lo que no se espera son más aplastantes ya que al desastre se suma el peso de lo inesperado. Lo imprevisto siempre ha intensificado el dolor de una persona”. De esta forma podremos lidiar con la adversidad con mayor entereza y disminuiremos las probabilidades de perder el control, lo cual nos permitirá tomar mejores decisiones y prevenir los arrepentimientos.
Según los estoicos, seguir estas 3 reglas no solo nos ayudará a liberarnos del arrepentimiento, sino que también es el camino para vivir de manera más serena y feliz, para lograr la eudaimonía. En general, se trata de darnos cuenta de que “a menudo sufrimos más en la imaginación que en la realidad”, como apuntaba Séneca.
El arrepentimiento no escapa de esa norma puesto que es un reflujo de pensamientos sobre el pasado. Creemos que si hubiéramos actuado de otra forma, el resultado habría sido diferente. Pero nunca podremos saberlo con certeza. Cada instante es una bifurcación única que puede llevarnos en uno u otro sentido. Lo importante es asumir que no podemos dar marcha atrás, pero podemos cambiar nuestro pensamiento. Darnos cuenta de eso puede cambiarlo todo. Ahí reside nuestro verdadero poder.
Fuentes:
(2023) How To Deal With Regret ( 3 Stoic Strategies to Live Free). En: DailyStoic.
Saffrey, C. et. Al. (2008) Praise for regret: People value regret above other negative emotions. Motiv Emot; 32(1): 46–54.
Roese, N. J. & Summerville, A. (2005) What we regret most … and why. Personality and Social Psychology Bulletin; 31: 1273–1285.
Schwartz, B. et. Al. (2002) Maximizing versus satisficing: Happiness is a matter of choice. Journal of Personality and Social Psychology; 83: 1178–1197.
Aurelio, M. (1977) Meditaciones. Editorial Gredos: Madrid.
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