“El amor todo lo puede” o “los niños solo necesitan ser amados” son algunas de las frases que hemos escuchado hasta la saciedad y que, si bien transmiten un mensaje importantísimo, también tienen un trasfondo naïve que a menudo conduce a equivocaciones – con sus consecuentes frustraciones.
Hace poco, el psicólogo infantil y familiar Jeffrey Bernstein contaba que en su práctica cotidiana encontraba a personas que reconocían haberse sentido amadas por sus padres. Sin embargo, la mayoría también confesaban que se sintieron incomprendidas. Esos adultos experimentaban cierta amargura cuando recordaban el pasado porque les habría gustado que sus padres les hubieran dedicado más tiempo y prestado más atención para validar sus emociones y experiencias. Y es que la invalidación emocional deja profundas heridas difíciles de cicatrizar.
Los padres minimizan constantemente las preocupaciones infantiles
La maternidad y la paternidad es uno de los mayores desafíos a los que nos enfrentamos en la vida. Nadie está completamente preparado para ello, por lo que a veces andamos a tientas, aferrados al amor que sentimos, con la confianza de que sea suficiente para no cometer demasiados errores o que al menos estos no sean tan graves.
Y, sin embargo, a veces el amor no basta.
La validación emocional a los niños por parte de los padres y las madres también es esencial para fomentar el equilibrio emocional de sus hijos, ayudarlos a construir una autoestima sólida y mantener unas relaciones saludables.
Validar las emociones y experiencias infantiles es fundamental para crear un entorno, no solo de amor, sino también de apoyo en el que los pequeños se sientan comprendidos y aceptados. De hecho, un estudio realizado en la Universidad de California reveló que los progenitores solían minimizar las preocupaciones de los niños y subestimar las emociones negativas que experimentaban.
Cuando un niño pierde su objeto de apego, por ejemplo, no pierde únicamente un peluche, pierde uno de los pilares de su seguridad. Pierde el escudo que lo protegía y mantenía a salvo de los monstruos, el “amigo” que lo consolaba cuando sus padres no podían hacerlo. Sentirse comprendido y acompañado en su dolor, le ayudará a lidiar mejor con la pérdida y reforzará los lazos con sus padres. En cambio, ignorar o menospreciar su sufrimiento irá creando una barrera de incomprensión.
Los 3 grandes aportes de la validación emocional en los niños
Es importante comprender que los niños se enfrentan al mundo con curiosidad, pero también con una cuota de miedos, inquietudes y dudas. El mundo exterior puede ser un sitio caótico y complejo para los pequeños, pero el mundo interior no lo es menos. La tarea de los padres y las madres es apoyar a sus hijos a navegar por esas aguas. Y la validación emocional en los niños es una herramienta fundamental para lograrlo que los ayuda a alcanzar grandes hitos en su desarrollo.
1. Seguridad emocional
Cuando los padres y las madres validan los sentimientos de sus hijos, están estableciendo una base afectiva segura. Si los niños perciben que sus emociones son reconocidas y aceptadas, desarrollan una sensación de seguridad emocional. No huirán ni ignorarán sus sentimientos sino que desarrollarán la granularidad emocional indispensable para comprender qué les ocurre y lidiar mejor con ello.
Esa seguridad se convertirá en una especie de “amortiguador” contra el estrés y la adversidad, ayudando a los pequeños a afrontar los desafíos de la vida de manera más eficaz. Esos niños se convertirán en personas más resilientes capaces de adaptarse mejor a los cambios y recuperarse antes de los reveses.
2. Autoestima sólida
La validación emocional también sienta las bases para una autoestima saludable. Los niños, al igual que los adultos, experimentan una amplia gama de emociones, desde la alegría y el entusiasmo hasta la frustración y la tristeza. Aceptarlas sin juzgarlas implica reconocer y aceptar que no existen emociones positivas o negativas, sino que todas son válidas. De esta forma los pequeños no se sentirán inadecuados, podrán comprender mejor lo que les ocurre y, a la larga, aprender a gestionar de manera más asertiva esas emociones y sentimientos.
Además, si los niños perciben que sus sentimientos importan y se los toma en serio, internalizan el mensaje de que son valorados como persona. Ese refuerzo positivo contribuye a la formación de una autoimagen sólida, lo cual es crucial para desarrollar la autoconfianza y la autoestima.
3. Promueve mejores relaciones
Un niño que es consciente de su valor como persona y que ha desarrollado las herramientas psicológicas necesarias para afrontar los conflictos y retos de la vida, estará mejor preparado para lidiar con las relaciones interpersonales. Un pequeño cuyas emociones y sentimientos han sido validados, podrá expresar mejor su universo afectivo y ser más empático, de manera que podrá conectar a un nivel más profundo con los demás.
Asimismo, al ser consciente de su valía, no permitirá que los demás lo manipulen. Un niño que conoce el amor y la comprensión no se conformará con menos en la etapa adulta, por lo que probablemente buscará a personas que lo respeten y amen incondicionalmente, estableciendo relaciones realmente desarrolladoras.
Obviamente, amar a los niños sigue siendo esencial, pero prestarles atención para intentar comprender lo que sienten los equipará mejor para navegar por las complejidades de su universo emocional. Si escuchásemos a nuestros hijos con el mismo nivel de atención que prestamos a otras cosas, sería un regalo maravilloso para ellos.
Referencias Bibliográficas:
Bernstein, J. (2023) What Children Need Most From Parents May Not Be Love. En: Psychology Today.
Lagattuta, K.H.; Sayfan, L. & Bamford, C (2012) Do you know how I feel? Parents underestimate worry and overestimate optimism compared to child self-report. Journal of Experimental Child Psychology; 113 (2): 211-232.
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