¿Sabes cómo funciona una máquina de coser? ¿Y una ballesta? ¿Y el móvil que usas todo el día? ¿O el refrigerador que tienes en casa?
Esas fueron algunas de las preguntas que dos psicólogos de la Universidad de Yale, Leonid Rozenblit y Frank Keil le hicieron a un grupo de personas. La mayoría dijeron conocer bastante bien el funcionamiento de dichos aparatos, pero todo cambió cuando les pidieron que escribieran una explicación detallada.
Así surgió el sesgo de la ilusión de profundidad explicativa.
¿Qué es la ilusión de profundidad explicativa?
La ilusión de profundidad explicativa es una tendencia que nos lleva a sobrestimar nuestra capacidad para explicar los mecanismos causales de los procesos naturales o sociales. O sea, creemos que entendemos un tema mucho mejor de lo que podemos demostrar. Pensamos que comprendemos el mundo con gran nivel de detalle, coherencia y profundidad, pero realmente no es así.
Y este sesgo cognitivo no se limita a los artefactos, sino que se extiende a nuestra forma de pensar, de manera que abarca prácticamente cualquier cosa sobre la que opinemos, desde la ciencia hasta las enfermedades mentales, los mercados financieros, la salud, el clima o la geopolítica.
De hecho, en un estudio anterior estos investigadores comprobaron que los recién graduados suelen sobreestimar su nivel de conocimientos, habilidades y comprensión sobre los fenómenos que habían estudiado en la carrera. Solo cuando los pusieron a la prueba, aceptaron que sus saberes eran bastante modestos.
Este sesgo cognitivo está relacionado con el efecto Dunning-Kruger, pero a diferencia de este, que se produce fundamentalmente en las personas que tienen un nivel de competencia bajo, todos somos propensos a sufrir la ilusión de profundidad explicativa, sobre todo cuando se dan ciertas condiciones:
- Nos identificamos excesivamente con nuestro conocimiento, de manera que nos sentimos tentados a exagerar lo que sabemos.
- El tema es popular y brinda estatus social en las conversaciones, por lo que nos sentimos motivados a exhibir un mayor conocimiento.
La ilusión de los niveles conduce a la superficialidad
La ilusión de profundidad explicativa se alimenta de lo que se conoce como: ilusión de los niveles. O sea, pensamos que porque somos capaces de describir un nivel superficial de un objeto o fenómeno, lo conocemos relativamente bien. Sin embargo, el hecho de que podamos mencionar los componentes externos de un ordenador, por ejemplo, no significa que sepamos a ciencia cierta cómo funciona.
Cada objeto o fenómeno tiene diferentes capas de profundidad, cada una más compleja y esencial que la anterior. El verdadero conocimiento consiste en ir adentrándonos en cada una de esas capas, pero cada vez nos quedamos más en la superficie.
Internet no ha hecho más que agudizar esa ilusión. El enorme acceso que tenemos a todo tipo de datos nos hace creer que estamos informados y que conocemos bien los sucesos cuando en realidad solo consumimos información de manera superficial. En Estados Unidos, por ejemplo, el 70% de las personas solo lee los títulos de los artículos (por tanto, si has llegado hasta aquí, ¡enhorabuena! formas parte del selecto grupo de personas que lee, se informa y quiere seguir aprendiendo).
Un estudio llevado a cabo en la Universidad de Texas reveló que el simple hecho de compartir un artículo nos hace sentir más informados, aunque ni siquiera lo leamos. Todo parece indicar que confundimos la información con el conocimiento, lo cual genera una falsa sensación de confianza, haciéndonos pensar que comprendemos temas complejos cuando realmente solo hemos rasgado la superficie.
Cuando el cerebro se convierte en nuestro enemigo
Por supuesto, nuestro cerebro tampoco ayuda ya que está diseñado para decidir de manera eminentemente emocional y racionalizar posteriormente esas elecciones. También ha evolucionado para intentar minimizar la incertidumbre y reforzar nuestras creencias más arraigadas a través del sesgo de confirmación.
En otras palabras, nuestro cerebro intenta proteger nuestro ego y hacernos sentir seguros, para ello busca patrones que nos ayuden a darle un sentido a las cosas, aunque sea una explicación superficial. El verdadero objetivo de este mecanismo no es comprender su funcionamiento sino hacernos sentir más cómodos, lo que refuerza la ilusión de profundidad explicativa.
El problema es que cuando creemos que somos expertos, nos cerrarnos a escuchar perspectivas nuevas y diferentes o incluso a explicaciones más completas y esclarecedoras. Cuando sobreestimamos nuestro conocimiento pecamos de arrogancia y limitamos nuestro crecimiento. También aumentan las probabilidades de enzarzarnos en discusiones sin sentido con otras personas que, a su vez, también son víctimas de la ilusión de profundidad explicativa.
Shoshin: la clave para desactivar la ilusión de profundidad explicativa
“En la mente del principiante hay muchas posibilidades, en la mente del experto hay pocas”, escribió el maestro zen Shunryu Suzuki. En el budismo zen hay un concepto que puede ayudarnos a desactivar la ilusión de profundidad explicativa: shoshin, que significa “mente de principiante”.
¿Cómo se alcanza? Desarrollando una actitud de apertura, entusiasmo y humildad intelectual. Se trata de ver el mundo a través de los ojos de un niño, sin ideas preconcebidas, sobre todo cuando queremos aprender más sobre un tema específico, comprender sus causas o profundizar en su funcionamiento. Se trata, en definitiva, en no creernos expertos de todo y escuchar más.
¿Y si tienes que lidiar con una persona que sufre esta ilusión? Sencillo: pídele que lo explique, haciendo que profundice cada vez más en los diferentes niveles. Ante la falta de argumentos, la mayoría de las personas reconoce su ignorancia y se da cuenta de que es víctima de la ilusión de profundidad explicativa.
Referencias Bibliográficas:
Ward, A. F. et. Al. (2022) I share, therefore I know? Sharing online content – even without reading it – inflates subjective knowledge. Journal of Consumer Psychology; 10.1002.
Fisher, M. & Keil, F. C. (2016) The Curse of Expertise: When More Knowledge Leads to Miscalibrated Explanatory Insight. Cognitive Science; 40(5): 1251-1269.
Rozenblit, L. & Keil. F. (2002) The misunderstood limits of folk science: an illusion of explanatory depth. Cogn Sci; 26(5): 521-562.
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