
Una de las emociones que prácticamente todos hemos experimentado pero de la que menos hablamos es el deseo de venganza. Cuando le hacen daño a nuestros seres queridos o somos víctima de una gran humillación, nos resulta más fácil llenarnos de odio y clamar venganza que perdonar.
Para muchos, aplicar el “ojo por ojo” es normal, tan normal que ni siquiera se lo cuestionan. Sienten que tienen el “derecho” a vengar el ultraje o a devolver el daño recibido. Detrás de esta sed de venganza se esconde la idea de que, una vez logrado nuestro objetivo, nos sentiremos mejor.
Sin embargo, Confuccio afirmó “antes de que te embarques en el viaje de la venganza, cava dos tumbas”.
Gandhi, que también coincidía con este punto de vista, afirmó: “ojo por ojo y toda la humanidad terminará ciega”.
¿Qué es realmente la venganza?
La venganza parece ser uno de nuestros instintos más profundos. Y como los instintos casi siempre tienen un propósito evolutivo, existe la teoría de que la venganza tiene una función protectora dentro del contexto social. Por ejemplo, imagina que tienes un vecino que suele hacer fiestas con la música a todo volumen hasta altas horas de la noche.
Si crees que se trata de una persona racional que no tomará represalias, es probable que le pidas educadamente que baje el volumen de la música. Sin embargo, si crees que se trata de alguien irracional y peligroso, es más probable que tomes un camino diferente y te vengues de él, pero ocultándote.
De esta forma, la venganza te ayudaría a evitar un enfrentamiento directo en el que puedes terminar mal parado. Por consiguiente, sería una especie de mecanismo de defensa con el que puedes asegurarte de que no se vulnerarán nuevamente tus derechos y, a la misma vez, que no sufrirás más daños.
Sin embargo, en la mayoría de los casos la venganza no reporta ningún beneficio, solo sirve para causarle dolor a los demás. De hecho, no podemos olvidar que la venganza no es sinónimo de justicia, la venganza siempre esconde sentimientos negativos como el rencor y el odio. Su principal objetivo no es resarcir el daño sino hacerle daño al otro. La persona vengativa quiere que corra la sangre porque cree que así se sentirá mejor, cree que el dolor del otro aliviará su propio dolor.
¿La venganza sana las heridas?
Esta pregunta se la realizaron investigadores de las universidades de Virginia y de Harvard, quienes reclutaron a un grupo de personas para que participaran en un curioso experimento. Estas se involucraron en un juego de inversión en el cual, si todos cooperaban, todos ganarían la misma cantidad de dinero. Sin embargo, si alguien se negaba a invertir su dinero, esa persona tendría derecho igualmente a llevarse una parte de las ganancias. El truco radicaba en que los investigadores habían preparado a una persona para que se negase a invertir, como resultado, esta persona se llevaba el doble de dinero que los demás.
¿Cómo se sentirían los demás? Si les daban la oportunidad de vengarse de esa persona, ¿lo harían?
Los investigadores siguieron con la segunda parte del experimento. Les dijeron a algunos de los participantes que podían involucrarse en otro juego, en el cual podían invertir una parte de sus ganancias para castigar a quien se había negado a invertir. No obstante, antes de hacerlo, los investigadores les pidieron que estimaran cuán bien les haría sentir la venganza. Todos afirmaron que se sentirían mucho mejor.
Sin embargo, una vez consumada la venganza, se apreció que quienes no habían tenido la oportunidad de vengarse se mostraban más felices y satisfechos. Al contrario, quienes se habían vengado no se sentían tan bien como esperaban sino que experimentaban más ira. ¿Por qué?
Los psicólogos están convencidos de que las personas que no buscan venganza, intentan comprender el comportamiento del otro, minimizan las consecuencias de sus actos y, en última instancia, se centran en el perdón. Sin embargo, quienes buscan venganza se concentran en la ira, lo cual hace que ese sentimiento crezca aún más, sumiéndolas en un círculo vicioso marcado por las emociones negativas.
Por consiguiente, la venganza no solo le hace daño a la otra persona sino también a nosotros mismos. Alimentar la sed de venganza equivale a alimentar sentimientos negativos que pueden terminar causándonos más daño que la propia afrenta.
Por tanto, de una forma u otra, la venganza siempre es una apuesta perdedora.
Fuente:
Carlsmith, K. et. Al. (2008) The paradoxical consequences of revenge. Journal of Personality and Social Psychology; 95(6): 1316-1324.
zuleydi dice
la venganza no beneficia en ningun aspecto a nadie, si odias o guardas rencor a quien afecta es a ti a nadie mas, lo mejor que uno puede hacer es perdonar y olvidar y aplicar la frase de ¡todo lo bueno o malo un dia se regresa! 🙂
Mickie Fram dice
La venganza, la más primitiva forma de justicia siempre será una opción mientras no haya una sociedad verdaderamente justa.Y si cavar dos tumbas no es lo más importante?
Raymon Sek dice
La honra del hombre es dejar pasar la ofensa. La venganza es sinónimo de debilidad espiritual en cambio el perdón es la mejor demostración de valentía y coraje. Si tu enemigo tuviere hambre. dale de comer …
Maria Vidal Zaera dice
Pues pienso que ha veces puede ser justicia , y el hacer justicia es poner a tu enemigo en su sitio y hacerle ver que debe respetarte y que no debe meterse contigo que no puede jugar en decinitiva es dar lo mismo que el te ha dado ,, no es venganza es justicia .
Jennifer Delgado dice
La venganza y la justicia son conceptos diferentes, o al menos así los veo yo. La justicia debería impartirse sin odio hacia el acusado, para que este realmente obtenga lo que merece, según los cánones sociales. La venganza, al contrario, implica actuar movidos por el odio, como resultado, no puede haber justicia en ella ya que ese sentimiento nos ciega.
Alain Velazquez dice
Cuando un suceso nos ocurre ,sin deceo nuestro.Todo obrara para bien,para aquellos que aman a DIOS.