Las experiencias con psicólogos no siempre son tan positivas, desarrolladoras e iluminadoras como nos gustaría o como deberían ser. A pesar de que la “la Psicología es un manual para tu propia mente”, como dijera Daniel Goldstein, si nos equivocamos de profesional, podemos terminar más confundidos de lo que empezamos.
Un paréntesis necesario: El bum de la terapia
La psicoterapia es más popular que nunca. Figuras públicas han compartido sus experiencias con psicólogos y las recomiendan a todo el mundo. Amigos y familiares que no se habrían atrevido a confesarlo hace unos años, ahora reconocen abiertamente que están en terapia. Y entre los más jóvenes incluso se está convirtiendo en una especie de “moda”.
A medida que aumenta la conciencia sobre la importancia de cuidar la salud mental y que desterramos los estigmas sobre la psicoterapia, más personas recurren a ella como una herramienta esencial de autocuidado. Y no hay nada de malo en ello.
De hecho, todos podemos beneficiarnos de la terapia adecuada en el momento adecuado. Sin embargo, no es menos cierto que esa búsqueda – a veces incluso frenética – de tratamiento puede llevarnos a tener malas experiencias con psicólogos. La terapia también puede hacer daño – y mucho.
Como norma, cuando una persona va a terapia asume que saldrá mejor o que al menos podrá desenredar sus nudos psicológicos. Sin embargo, Viktor Frankl hacía referencia a las neurosis iatrogenas para referirse a un malestar psicológico en el que el psicólogo o psiquiatra se ha encargado de aportar el factor patógeno.
Una psicoterapia inadecuada puede ser peor que no ir a terapia porque el psicólogo podría detener el proceso de sanación natural. Una mala terapia incluso puede ser iatrogénica; o sea, podría volver a traumatizarnos o causar nuevos daños psicológicos.
La buena noticia es que puedes aprender a reconocer los signos que indican que el proceso no fluye como debería. El hecho de que hayas tenido malas experiencias con psicólogos no significa que la terapia sea inútil o que te volverá a pasar. Si necesitas ayuda, es importante que la busques, pero tomando algunas precauciones.
Las razones más comunes de las malas experiencias con psicólogos
Como norma general, la mayoría de los “terapeutas malos” no son malas personas. O sea, no hacen daño a los pacientes a propósito. En realidad, la psicoterapia es un proceso extremadamente complejo en el que no solo se necesita una vasta formación académica sino también una disposición personal para conectar con el sufrimiento del otro y entender su causa. Puede parecer sencillo, pero no lo es.
Por otra parte, los psicólogos y psiquiatras también deben ser capaces de dejar su equipaje emocional fuera de la consulta. Si no lo hacen, es probable que sus creencias, estereotipos e incluso expectativas influyan negativamente en el proceso terapéutico.
Existen miles de razones por las cuales el proceso terapéutico puede derrapar conduciendo a una mala experiencia, pero las más comunes son:
1. Falta de ética. En todas las profesiones hay manzanas podridas. La Psicología y la Psiquiatría no son la excepción. Aunque en el campo de la salud mental existe un férreo código deontológico, puede haber profesionales que no lo sigan y antepongan sus necesidades a las de sus clientes alargando el tratamiento innecesariamente, violando la confidencialidad o incluso manteniendo relaciones íntimas. No cabe duda de que la falta de ética puede comprometer la eficacia de la terapia y generar experiencias muy negativas.
2. Enfoque terapéutico inadecuado. Existen muchos tipos de terapia, y no todas son adecuadas para afrontar los distintos problemas psicológicos. Algunas de las malas experiencias con psicólogos provienen precisamente de la elección errónea del enfoque terapéutico, ya sea porque las personas no se sienten cómodas con el mismo o no les resulta útil. Por ejemplo, si alguien sufre un trastorno obsesivo/compulsivo, es posible que necesite un tratamiento cognitivo-conductual en toda regla y no unas cuantas sesiones de orientación. La elección del enfoque terapéutico a menudo es esencial para el éxito de la terapia y lograr satisfacer las demandas de los clientes, adaptándose a sus necesidades, preferencias y personalidad.
3. Escasa preparación del terapeuta. La mente humana es vasta y compleja, por lo que existen muchas herramientas y métodos para abordar los diferentes problemas y conflictos que pueden surgir. Como norma, cuando los terapeutas se adentran en terrenos que nunca han explorado, pueden equivocarse a lo largo del camino debido a su falta de experiencia y formación. Por ese motivo, es mejor elegir a profesionales especializados con años de experiencia.
4. Falta de conexión. Contarles nuestros problemas a una persona que no conocemos de nada puede ser un reto. Por ese motivo, es fundamental que el terapeuta sea capaz de crear un espacio de aceptación y validación en el que sus clientes se sientan cómodos para expresarse. Sin embargo, en ocasiones no se produce ese rapport. La ausencia de esa sintonía psicológica y emocional puede deberse a una incapacidad del psicólogo o psiquiatra para conectar, pero también a causas ajenas al mismo. A fin de cuentas, el hecho de que alguien sea un buen psicólogo, no significa que sea necesariamente bueno para ti. En muchos casos, esa falta de rapport se percibe como incomprensión o juicio por parte del terapeuta, lo cual inhibe la comunicación e impide el progreso generando una mala experiencia con el tratamiento.
5. Expectativas irracionales. A terapia no vamos solos, llevamos nuestras expectativas. De hecho, uno de los primeros pasos del tratamiento psicológico consiste precisamente en ajustar las expectativas poco realistas de los pacientes para que comprendan mejor a qué se enfrentan y qué pueden esperar del proceso que están a punto de empezar. Sin embargo, a veces este proceso puede fallar, ya sea por ineptitud del psicólogo o porque las expectativas del paciente eran muy resistentes. Por ejemplo, si esperabas que la terapia psicológica fuera como una visita al médico, es posible que te hayas sentido decepcionado al saber que debes asumir un papel activo y que el psicólogo no te dirá lo que debes hacer.
Cualquiera de esos motivos puede generar una mala experiencia con el psicólogo o la terapia. A veces la «culpa» es del profesional, en otras ocasiones simplemente no es la persona idónea, pero en ese caso, debería tener la humildad necesaria para derivar al paciente a otro psicólogo o psiquiatra que pueda brindarte un tratamiento más eficaz.
El elefante en el diván
Se estima que entre un 3 y 10 % de los pacientes empeoran después de la psicoterapia, según un metaanálisis realizado en la Universidad de Melbourne. No es mucho, pero son personas que sufren y es necesario tenerlas en cuenta.
Dicha investigación también descubrió que es más probable tener malas experiencias con un psicólogo cuando se aplican intervenciones en las que se activan demasiado las emociones, sobre todo si el paciente no está preparado. También existe el riesgo de iatrogenia cuando se culpa o juzga a la persona, lo cual suele afectar su percepción de autoeficacia, de manera que los sentimientos de impotencia que genera le impide mejorar.
Además, se ha constatado que las terapias demasiado largas en las que el psicólogo o psiquiatra permiten que el paciente permanezca en su “rol de enfermo” suelen ser menos eficaces porque generan una dependencia, obstaculizan el avance real y lastran la imprescindible recuperación del control que le permita llevar una vida más adaptativa.
¿Cómo detectar a un mal psicólogo?
Identificar a un mal terapeuta puede ser complicado porque incluso los tratamientos eficaces pueden hacer que te sientas peor antes de comenzar a sentirte mejor. Por ejemplo, si estás deprimido porque no has atravesado completamente el duelo, es probable que durante las primeras sesiones comiences a procesar todo ese dolor reprimido. De hecho, sacar a la luz las emociones ignoradas suele formar parte del proceso terapéutico y muchas veces son una señal de que la terapia está funcionando.
Lo mejor es confiar en tu instinto. ¿Te sientes escuchado? ¿Puedes expresarte sin temor a ser juzgado? ¿Sientes una conexión con el terapeuta? Coméntale tus dudas e inquietudes y valora cuán satisfactorias son tus respuestas.
También es importante que te informes sobre el enfoque terapéutico y profundices en la experiencia y formación del psicólogo. De hecho, además de contar con una Licenciatura en Psicología, debe estar colegiado y tener al menos estudios de postgrado que le hayan permitido seguir formándose.
Es importante estar particularmente atentos porque, por desgracia, en el área psicológica hay mucho intrusismo profesional de personas que, con un simple curso de algunos meses, se publicitan como terapeutas que puedan ayudarte a resolver tus problemas o cambiarte la vida.
Y recuerda que siempre puedes pedir una primera consulta para valorar tus impresiones.
En cualquier caso, aunque es comprensible que una mala experiencia con un psicólogo pueda alejarte por completo de la terapia, es importante mantener la mente abierta y no permitir que un bache envenene sus sentimientos sobre todo el proceso, que realmente puede llegar a ser sanador y muy desarrollador.
Referencias Bibliográficas:
Vybíral, Z. et. Al. (2023) Negative experiences in psychotherapy from clients’ perspective: A qualitative meta-analysis. Psychotherapy Research; 10.1080.
Bystedt, S. et. Al. (2014) Clinicians’ Perspectives on Negative Effects of Psychological Treatments. Cogn Behav Ther; 43(4): 319–331.
Berk, M. & Parker, G. (2009) The Elephant on the Couch: Side-Effects of Psychotherapy. Australian & New Zealand Journal of Psychiatry; 43(9): 10.1080.
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