El retraso mental es una patología que se diagnostica antes de los 18 años y que afecta al 1% de la población mundial. Para diagnosticarlo, normalmente se aplican test que evalúan el Cociente de Inteligencia y, según los resultados de estos y de otras pruebas que evalúan la funcionalidad, se puede determinar qué tipo de retraso mental padece la persona. Según el Manual Diagnóstico de las Enfermedades Mentales, existen cinco tipos de retraso mental.
Retraso Mental Leve
Este grupo incluye a la mayoría de las personas afectadas por el trastorno, exactamente un 85%. Los niños que se ubican en esta categoría suelen desarrollar habilidades sociales y de comunicación durante los años preescolares (antes de los 5 años de edad) si bien presentan algunas insuficiencias mínimas en las áreas sensorio-motoras. No obstante, es prácticamente imposible distinguirlos de otros niños hasta que no ingresen a la escuela.
Retraso mental moderado
Este grupo constituye alrededor del 10 % de toda la población con retraso mental. La mayoría de las personas que poseen este nivel de retraso mental pueden desarrollar habilidades de comunicación durante los primeros años de la niñez. No obstante, es difícil que progresen más allá de un segundo nivel en el ámbito escolar si bien pueden lograr una formación laboral y, con supervisión moderada, alcanzan cierta autonomía.
Retraso mental grave
El grupo de personas con retraso mental grave incluye entre el 3 y el 4 % de los individuos con retraso mental. Esta dificultad se aprecia desde los primeros años de la niñez ya que su lenguaje comunicativo es escaso o nulo.
Retraso mental profundo
El grupo afectado por este tipo de retraso mental incluye aproximadamente el 1-2 % de las personas con esta patología. La mayoría de los individuos con este diagnóstico presentan una enfermedad neurológica ya diagnosticada que explica su retraso mental. Durante los primeros años de la niñez se aprecian considerables alteraciones sensorio-motrices.
Retraso mental, de gravedad no especificada
El diagnóstico de retraso mental, de gravedad no especificada, se aplica cuando existe una clara presunción de retraso mental pero la persona en cuestión no puede ser evaluada. Éste puede ser el caso de ciertos niños, adolescentes o adultos con excesivas insuficiencias o falta de cooperación.
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