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Paracetamol: Alivia el dolor pero te arrebata tus emociones

Manos píldora

Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos recurrido a un analgésico, ya sea para aliviar ese dolor de cabeza que amenaza con adquirir proporciones épicas, para mejorar el dolor de espalda después de un intenso día de trabajo o incluso para dejar de sentir esas incómodas agujetas después de haber practicado ejercicio físico. De hecho, para algunas personas incluso es habitual tener una confección de analgésicos permanentemente dentro del bolso. Es un remedio al que recurrimos casi de forma automática.

Sin embargo, todos los medicamentos tienen efectos adversos y los analgésicos no son la excepción. Estudios realizados recientemente desvelan que un calmante en particular, el acetaminofeno, también conocido como Tylenol o Paracetamol, no solo elimina el dolor físico sino que también embotan nuestras emociones.

Este fármaco se comenzó a comercializar en el año 1955 y su popularidad creció tanto que en la actualidad es el medicamento genérico más vendido del mundo. De hecho, ¿sabías que su principio activo se encuentra presente en unos 600 medicamentos?

Lo curioso es que el Paracetamol está muy bien visto en nuestra sociedad, es un remedio aceptado para aliviar el dolor ya que, a diferencia de los narcóticos, no es adictivo y se supone que no altera nuestro estado mental.

Sin embargo, todo parece indicar que no es así.

El Paracetamol provoca un aplanamiento de las emociones

Investigadores de la Universidad Estatal de Ohio reclutaron a 167 personas, la mitad consumió dosis de 1.000 mg de Paracetamol, una cantidad regular que equivale a dos píldoras de 500 mg (la dosis máxima para los adultos es de 4.000 mg al día). A la otra mitad de la muestra se les dio un placebo.

Los investigadores esperaron una hora, para que el medicamento hiciese efecto. Después, les pidieron a las personas que completaran un test. Se trataba de ver una serie de fotos que habían sido cuidadosamente seleccionadas para activar tanto emociones positivas como negativas. Las personas debían indicar el impacto emocional que tenían esas imágenes sobre sí mismas.

Se pudo apreciar que quienes tomaron el Paracetamol presentaban una especie de embotamiento afectivo. En otras palabras, sus emociones habían perdido intensidad, en comparación con el grupo de personas que habían estado sometidas al placebo.

Cuando estas personas veían imágenes que debían activar emociones como la alegría y la felicidad, se puntuaban muy por debajo de la media. Aunque quizás lo más curioso es que al preguntarles si creían que estaban sufriendo un embotamiento afectivo, afirmaban que no notaban ningún cambio.

Los investigadores están convencidos de que el Paracetamol, y quizás otros analgésicos similares, afectan nuestra capacidad para percibir las emociones y para reaccionar ante las situaciones con una valencia afectiva. 

Sin embargo, este no es el único experimento que ha puesto en el punto de mira este fármaco.

Ni tristes ni felices, zombies sin emociones

Hace algunos años, investigadores de la Universidad de Kentucky descubrieron que el Paracetamol no solo era eficaz para combatir el dolor físico sino también el sufrimiento mental, sobre todo el que produce el rechazo social.

En este caso, reclutaron a 62 personas, a algunas les dieron Paracetamol y a otras un placebo. Cada día, las personas debían completar una escala en la que se evaluaba el dolor que habían experimentado por sucesos que habían ocurrido a lo largo de la jornada y que provocaban lo que se conoce como “dolor social”, un ejemplo de ello son las burlas. 

Curiosamente, a medida que pasaban los días, las personas que tomaban Paracetamol, indicaban cada vez menos dolor psicológico. Sin embargo, cabría esperar que estas personas también reportaran un mayor nivel de satisfacción con la vida o que se sintieran más felices. Pero no fue así, lo cual indica que el medicamento en realidad lo que hace es embotar las emociones, tanto las negativas como las positivas.

De hecho, estos investigadores se quedaron tan sorprendidos con los resultados que repitieron el experimento. Después de tres semanas de tratamiento con Paracetamol, hicieron que estas personas se involucraran en un juego por ordenador diseñado para generar rechazo social y el consecuente sufrimiento. 

Mientras las personas jugaban, sus cerebros eran escaneados. Así se pudo apreciar que quienes tomaban Paracetamol mostraban una activación menor en las zonas del cerebro vinculadas al rechazo social y el distrés. Por tanto, se pudo confirmar que el Paracetamol incide directamente sobre el mecanismo cerebral vinculado al procesamiento de las emociones.

El Paracetamol incide en nuestra brújula moral

Quizás el experimento más interesante de todos fue realizado en la Universidad de British Columbia. Estos investigadores reclutaron a 120 personas, algunas de las cuales tomaron Paracetamol, otras un placebo. A algunas les pidieron que escribieran sobre su propia muerte, a otras sobre una visita al dentista. Después, todos debían establecer una fianza para una persona que había sido arrestada por cometer un delito.

Como era de esperar, las personas que tomaron el placebo y escribieron sobre su muerte, establecieron una fianza más alta (450 dólares), mientras que aquellas que escribieron sobre la visita al dentista indicaron una fianza más baja (300 dólares). Esta diferencia se debe a que la angustia existencial que provoca pensar en la muerte, dispara sentimientos de frustración y ansiedad, mucho más intensos que los que puede generar el recuerdo de una visita al dentista. Obviamente, esos sentimientos inciden sobre nuestro juicio moral y decisiones.

Sin embargo, lo curioso fue que en las personas que tomaban Paracetamol no se apreció esa diferencia. Su sentido moral no cambiaba, lo cual indica que un estímulo tan fuerte como pensar en la propia muerte, no despierta emociones particularmente intensas.

A primera vista, estos resultados incluso podrían ser positivos. De hecho, probablemente habrá más de uno que se sienta tentado a tomar una píldora de Paracetamol para que las emociones no nublen su juicio.

Sin embargo, despojarnos de las emociones en realidad puede ser muy peligroso. 

El insustituible papel de las emociones

Es cierto que algunas emociones, sobre todo las negativas, como la ira o la tristeza, nos hacen sentir mal. Aún así, las emociones desempeñan un importantísimo rol adaptativo. Nuestro cerebro primitivo, que es el encargado de mantenernos a salvo, se comunica con nosotros a través de las emociones.

Así, cuando estamos en peligro, activa emociones como el miedo, que nos incitan a huir, y cuando algo nos agrada, activa emociones como la alegría, para indicarnos que esa actividad nos hace sentir bien y es positiva para nuestra salud.

Ese cerebro primitivo es un centinela de nuestra vida y su medio de comunicación son las emociones. Graba todas las experiencias, con su respectiva impronta emocional, y así nos permite no volver a cometer el mismo error y evitar el sufrimiento. Por eso, aunque en ocasiones las emociones nos desbordan y pueden ser un problema a la hora de decidir racionalmente, si las colocamos en una balanza, son más los beneficios que nos reportan que los daños que pueden causarnos.

De hecho, las personas que sufren un embotamiento afectivo o anhedonia, ya sea causado por los medicamentos o por alguna enfermedad, como la psicosis, suelen tener pensamientos suicidas ya que no le encuentran sentido a sus vidas. Y es que una vida en la cual se pierde la esperanza de poder sentir felicidad, placer y alegría, realmente carece de sentido.

Por eso, antes de llevarte cualquier medicamento a la boca, pregúntate si realmente lo necesitas. Sus efectos adversos podrían ser mucho más amplios de lo que crees o indica el prospecto.

Fuentes:

Durso, G. et. Al. (2015) Over-the-Counter relief from pains and pleasures alike Acetaminophen blunts evaluation sensitivity to both negative and positive stimuli. Psychological Science.

Randles, D. et. Al. (2013) The common pain of surrealism and death: acetaminophen reduces compensatory affirmation following meaning threats. Psychological Science; 24(6):966-973.

Dewall, C. N. et. Al. (2010) Acetaminophen reduces social pain: behavioral and neural evidence. Psychological Science; 21(7):931-937.

Jennifer Delgado Suárez

Soy psicóloga. Por profesión y vocación. Divulgadora científica a tiempo completo. Agitadora de neuronas y generadora de cambios en mis ratos libres. ¿Quieres saber más sobre mí?

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Comentarios

  1. Coral Martín dice

    16/04/2015 en 11:02 PM

    Muy buen artículo!

    Responder
  2. Jorge Malagón Guillén dice

    04/08/2015 en 5:36 PM

    A cabo de descubrir tu web, me parece muy interesante. Tienes alguna newsletter a la que suscribrirse. Soy pedagogo y estudiante de Psicología.

    Responder
  3. Jennifer Delgado dice

    15/08/2015 en 11:15 AM

    Hola Jorge,
    Tienes la posibilidad de subscribirte al blog a través de un lector de feed o por correo.
    Un saludo y bienvenido.

    Responder
  4. Unknown dice

    06/09/2017 en 8:01 AM

    Que biografía has usado? Donde están publicados esos estudios?

    Responder
    • Jennifer Delgado dice

      07/09/2017 en 9:13 AM

      La "Bibliografía" (no "Biografía") se encuentra al final del artículo, como "fuentes", donde cito los estudios en los que me he basado y que todo el mundo puede comprobar.

      Responder

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