La “Teoría de los Yos” explica que nuestra personalidad está compuesta por una multiplicidad de yos que toman el mando según sea necesario, para protegernos de los peligros, garantizar nuestra supervivencia y lograr que seamos menos vulnerables.
Básicamente, somos una mezcla de patrones energéticos o “yos”. Algunas de esas energías nos resultan familiares y nos sentimos cómodos con ellas pero otras pueden ser extrañas o incluso francamente desagradables. En ese caso, se hace referencia a los “yos repudiados”.
Haz una pausa y piensa en alguien que te resulta muy desagradable. ¿Cuáles son los rasgos que más te desagradan? ¿Por qué desprecias a esa persona? Determina cuáles son las cualidades que te repelen.
Acabas de descubrir tu primer yo repudiado. Esos rasgos que tanto te irritan reflejan un patrón energético que se encuentra dentro de ti y que, bajo ninguna circunstancia quieres integrar en tu vida.
De hecho, podemos detectar fácilmente los yos repudiados debido a la intensa reacción emocional que tenemos cuando apreciamos esas características en los demás. Por ejemplo, una persona profundamente espiritual puede llegar a sentir un profundo desprecio por alguien exitoso que ha acumulado riquezas a lo largo de su vida. Una persona que ha tenido que labrarse a sí misma, trabajando duro, puede sentir una profunda repulsión por la “gente débil” y quejica.
Estos ejemplos transmiten de forma muy clara las intensas reacciones que provoca el yo repudiado cuando lo descubrimos en otra persona. Esas reacciones no son más que el resultado de un patrón energético que escondemos, y de la energía que utilizamos para mantenerlo oculto a nuestra conciencia.
¿Cómo se desarrollan los yos repudiados?
El yo repudiado es un comportamiento, idea o sentimiento que cada vez que ha aparecido, ha sido castigado. Pueden haber sido castigos muy sutiles, como la retirada de atención de los padres al niño o incluso puede haberse tratado de una crítica directa o una reprimenda en toda regla. Sin embargo, sin importar cuál fue el castigo, el resultado es el mismo: comprendemos que hay determinadas conductas que deben ser repudiadas porque no son aceptadas socialmente, o al menos en nuestro contexto más inmediato.
Entonces las reprimimos, pero eso no significa que podamos destruirlos, esos yos continúan existiendo en nuestro inconsciente, desde donde ejercen su acción. Esos yos repudiados son como nuestra sombra y, por eso, cuando los vemos reflejados en otras personas, volvemos a vivir la vergüenza de la primera vez, se reactiva ese castigo y el patrón energético resuena con enorme fuerza.
Obviamente, como ese comportamiento está asociado con el dolor, la humillación y el castigo, deseamos que desaparezca lo antes posible. Y para acallar nuestro malestar interior, debemos deshacernos de esa persona que lo refleja, por lo que terminamos repudiándola.
Resulta curioso que gran parte del estrés y los problemas en nuestras relaciones interpersonales provienen de esos yos repudiados, que no hemos aceptado. Sufrimos a medida que se repiten los mismos patrones y, en vez de enfrentarlos, luchamos más por enterrarlos.
Sin embargo, por muy profundo que sea el hoyo que cavemos, esos yos repudiados no van a desaparecer. Más bien están agazapados y listos para saltar en cualquier momento.
La vulnerabilidad: El yo repudiado más universal
Uno de los yos que la mayoría de las personas aprendemos a repudiar muy pronto en la vida es el que representa a un niño vulnerable. Sin embargo, ese yo puede ser nuestra subpersonalidad más valiosa porque está más cerca de nuestra esencia y nos permite conectar con los demás sin máscaras y amar completamente, sin reservas.
Desafortunadamente, ese yo suele repudiarse y desaparecer de nuestra conciencia a la edad de 5 años, cuando surge con fuerza el yo controlador, que se desembaraza de la vulnerabilidad pues la entiende como un obstáculo.
Esto se debe a que, a medida que el niño crece, los padres rechazan la vulnerabilidad porque su misión es formarlo en la fortaleza. Además, los padres normalmente no tienen una relación consciente con su propia vulnerabilidad, por lo que ese proceso de repudiación ancestral se perpetúa.
Abrazar los yos repudiados
La terapia de voces, propuesta por los psicólogos estadounidenses Hal y Sidra Stone (perfectamente explicada en el libro “Manual del diálogo de voces: Reconocer y aceptar todo lo que hay en nosotros”), implica conocer esos yos y aprender a regular su energía en nuestro beneficio.
El primer paso es reconocer cuándo un yo repudiado está operando. Para lograrlo suele ser suficiente con que te mantengas atento a tus reacciones emocionales. Cuando los comportamientos de una persona te resulten realmente desagradables, hasta el punto de ser casi insoportables, es porque son un reflejo de un yo repudiado.
En este punto te darás cuenta de que no necesitas “enderezar” o “corregir” a esa persona, sino mirar dentro de ti.
El segundo paso consiste en descubrir esas cualidades con las que te sobreidentificas, esas de las que te sientes particularmente orgulloso, como ser muy exigente o mostrarse siempre amable. Esas cualidades te hacen sentir especial y es probable que no quieras perderlas. Sin embargo, debes pensar que también te están limitando, a pesar de que consideres que son positivas.
Las cualidades con las que te has sobreidentificado te pueden convertir en una persona intolerante, intransigente e inflexible, que no se puede relajar ni acepta que existan otras facetas en su personalidad. Esas cualidades te llevan a juzgar a los demás con tu propia vara y harán que siempre te mantengas en tu zona de confort, sin descubrir todo el potencial que llevas dentro de ti.
El tercer y último paso es el más divertido. Una vez que te hayas formado la idea de cómo es ese yo repudiado, intenta ponerte en su lugar y hablar con él. Imagina cómo dirigiría y asumiría diferentes situaciones si tuviera el mando de tu vida.
Muy pronto sentirás que te recorre una energía diferente. Puedes aprovecharla para ver el mundo y tus problemas bajo una nueva perspectiva. Esos yos repudiados suelen ser una increíble fuente de nuevas ideas, soluciones e inspiraciones.
Por supuesto, no se trata de que le des el mando, no tienes que convertirte en ese yo repudiado, se trata simplemente de que aceptes esa parte que hay en ti y, de vez en cuando, escuches lo que tiene que decir.
Fuente:
Stone, H. & Stone, S. L. (2014) Manual del Diálogo de Voces. Barcelona: Editorial Eleftheria.
Eduardo Zúñiga dice
Un artículo realmente interesante. Me llamo la atención el término "patrones energéticos" que utilizaste; ¿A qué te refieres con eso?¿De qué manera se relaciona con la psique humana?
Jennifer Delgado dice
Hola Eduardo,
Ante todo, aclarar que no es una teoría mía, es de un libro que leí recientemente y que me resultó interesante, si bien no comparto plenamente.
Hal y Sidra Stone, los autores del libro, no son muy específicos sobre el término "patrones energéticos" pero por su background supongo que entroncan con los patrones energéticos típicos de las filosofías orientales.
Jose Manuel Hernandez Moran dice
Es muy interesante el articulo….pero yo pregunto esto es siempre así?ejemplo,me gusta ser una personal puntual,sin embargo mi amiga no,siempre llega tarde,entonces pienso que no respeta mi tiempo,ni mi espacio,yo repudio esa actitud de ella hacia mí,en este caso esa parte de mi no la estoy repudiando,por que yo soy una persona puntual,hay en muchos casos que si es verdad que repudio en los demás aspectos en los que yo actuo de manera similar,pero en este caso no.
Jennifer Delgado dice
Hola José Manuel,
Particularmente, creo que se trata de una teoría interesante pero no hay que tomarla al pie de la letra.
No creo que todas las cosas que no aceptamos en los demás sean "yos repudiados".
Facundo Forchetti dice
La verdad me encanto de la forma en que resumiste el libro. Puede ser que las especificaciones que no hacen sea para simplificar la interpretación.